No tenemos remedio
- Rosario Pérez
Tengo casi 75 años y, qué le voy a hacer, pienso como tal. Por ello, todavía trato de aplicar algunos de los valores que nos enseñaron de pequeños: disciplina, respeto al mayor, coherencia, lealtad... Y también por ello quizá me cuesta entender ciertos comportamientos y algunos de los valores que hoy se consideran positivos, como el pensar en uno antes que en los demás, la independencia o el no comprometerse demasiado con las personas o con el trabajo. Todo, dicen sonriendo (pobres ilusos), porque somos dueños de nuestra vida. ¿De verdad nos creemos tal falacia?
Yo, que he vivido épocas en la que precisamente la libertad era el pan más deseado, no puedo entender cómo afronto mi última etapa inmersa en uno de los momentos en los que menos libre soy. Y lo que viene... Hoy, en la época de la Inteligencia Artificial, del big data (de las que no sé casi nada pero dicen que nos van a hacer mejores) y de la ‘libertad’, nos imponen un modelo de educación, nos controlan cuándo y dónde tiramos la basura, nos obligan a poner todo en dos idiomas, a decir todos, todas y todes, a sentirnos mal por ir en coche, a poner obligatoriamente mujeres en el consejo de administración de nuestra empresa privada o a tener que demostrar que no eres homófoba si no tienes un amigo gay (yo me libro, que tengo uno). Es tal la presión que hasta tenemos que justificar el dar una muñeca a nuestra hija o nieta, el decir que no nos gustan los perros o casarnos por la Iglesia.
Se supone que este es el modelo de sociedad que hemos escogido desde esta supuesta libertad. Si libremente volvemos a elegir perder la libertad es que no tenemos solución como sociedad.
Rosario Pérez