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120 aniversario

Javier Inchauspe Barcelona: uno de los últimos kioscos de prensa está en Tafalla

Regenta desde el 1 de abril de 1982 un kiosco inaugurado en un punto céntrico “el año que murió Manolete”: en 1947

Ampliar Jesús Javier Inchauspe Barcelona.  Tiene 61 años de edad. Regenta el kiosco de la hoy Plaza de Cortes, en Tafalla, desde el 1 de abril de 1982. Casado con Arantza Ilundáin Guillén, es padre de Jokin y Uxue. Se hizo cargo del negocio que en la localidad era conocido como el Kiosco de la Rosario, en atención de una de las tres hermanas que ostentaban su titularidad desde 1947.
Jesús Javier Inchauspe Barcelona. Tiene 61 años de edad. Regenta el kiosco de la hoy Plaza de Cortes, en Tafalla, desde el 1 de abril de 1982. Casado con Arantza Ilundáin Guillén, es padre de Jokin y Uxue. Se hizo cargo del negocio que en la localidad era conocido como el Kiosco de la Rosario, en atención de una de las tres hermanas que ostentaban su titularidad desde 1947.EDUARDO BUXENS
Actualizado el 18/03/2023 a las 08:07
El Kiosco Inchauspe se localiza “en el centro del centro de Navarra”, en una encrucijada de caminos que es poco menos una metáfora de las opciones que tienen los lectores cuando despliegan un periódico y se adentran por sus vericuetos de novedades. La ubicación es histórica como las denominaciones que cuelgan en el habla popular o en las paredes para describirla. La hoy Plaza de Cortes fue antes Plaza del Paseo del Río, aunque en la jerga local se conozca por el cruce de la Farola por el punto de luz que alumbraba el nudo de comunicación e iluminaba por Navidades el depósito del aguinaldo de los municipales.
La historia confluye en el kiosco que Jesús Javier Inchauspe Barcelona regenta, a sus 61 años de edad, desde el 1 de abril de 1982. Engrosa la nómina cada vez más selecta de puntos de venta de prensa que resisten a avatares y al ritmo arrollador de tiempos modernos, inclementes con el continente y el contenido de los puestos de periódicos que acotaban desplegados el rostro del vendedor enmarcado en una ventanilla. Javier sigue asomando su cabeza en un recinto de “tres por tres metros y medio. Éste -dice- es el kiosco más grande. Lo hice en el año 2002. Antes era de dos por dos”.
Antes de elevar su nombre a categoría de institución -más que merecida en 41 años de servicio-, Tafalla reconocía el lugar como el Kiosco de la Rosario, en atención a una de las tres hermanas propietarias que ostentaban la titularidad “desde el año que murió Manolete”. 1947, para más señas. En las bases del traspaso, primó la condición de discapacidad. Por un quiebro inesperado e inoportuno, Javier fue uno de los niños que tuvo la mala fortuna de ser inoculado con una vacuna en mal estado que le dejó la secuela de poliomielitis en su pierna derecha. La limitación física no ha mermado su actitud de hombre servicial y amable. Para las siete y media de la mañana ya está despachando los cordiales buenos días, adornados con una sonrisa y la entrega del periódico. Hasta las 14.00 horas no echa la persiana. La tarde se concentra entre las 17.30 y 20.00 horas. “Sábados y domingos, de 9.00 a 14.00 horas”.
Como punto de referencia, de su kiosco han partido noticias buenas y no tan buena para Tafalla y su entorno. Cuando hace cuatro años, se desbocó el río Cidacos, que discurre por sus cercanías, el agua llegó a algo más de un metro de su negocio. A los dos días ya se encontraba vendiendo el Diario de Navarra, que, como admite, es el primero en leer para estar al corriente de lo que sucede a su alrededor. En contraste a la riada de ingrato recuerdo, hace un cuarto de siglo repartió la buena nueva de la lotería de Navidad que roció Tafalla con un aluvión de millones. “Me acuerdo que al día siguiente fuimos a Pamplona con el hijo mayor, Jokin, entonces de nueve meses, porque la pediatra le había notado algo raro en el corazón. ‘¿En Tafalla os habrá caído la lotería?. La mejor lotería es que el crío esté bien”. Javier se sintió el hombre más feliz ese día. No había motivos de preocupación. Su hijo estaba bien.
En cierta ocasión, después de una intensa nevada, Diario de Navarra reflejó el logro de un repartidor que había llegado a Sakana con sus entregas pese a los obstáculos hallados en su camino. “Aquí había un metro de nieve. Joer.. Y aquí, hasta Tafalla, también llegó Diario de Navarra”.
Gusta -como confiesa- leer noticias de Tafalla y de la Peña Sport, de la que es socio curiosamente desde que nació. “Mi padre -señala- era muy aficionado al fútbol. Entonces para inscribirse daban una semana. Lo primero que hizo fue hacerme socio de la Peña Sport y luego inscribirme en el Registro”. Las cuatro décadas en el mismo lugar le han convertido en testigo privilegiado de la evolución del rincón de la ciudad donde pasa tantas horas al día. “Cuando llegué, con 20 años, era el más joven. Había una pastelería, zapatería, tienda de bicicletas y bazar”. Su mente retrocede al pasado mientras va señalando una a una las antiguas localizaciones. Antes, durante el encierro, se formaban colas de hasta 30 metros para comprar el periódico. Eran otros tiempos. Y ahí estaba Inchauspe
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