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120 aniversario

María Lezáun Alfonso: La vendedora de sueños de papel en Pamplona

25 años adornan a ‘Papeletras’, la ilusión de una mujer que aprendió a amar la lectura con el ejemplo hallado en su padre

Ampliar María Lezáun Alfonso regenta la Librería Papeletras en la calle Fuente El  Hierro, de Pamplona. La abrió hace 25 años para dar rienda suelta a una inquietud aletargada en su interior, que se avivó tras la suspensión de unas oposiciones que estaba preparando como licenciada de Derecho. De Arazuri, y con 56 años de edad, es hija de un suscriptor de 92 de Diario de Navarra, Jesús Mari Lezáun Labiano.
María Lezáun Alfonso regenta la Librería Papeletras en la calle Fuente El Hierro, de Pamplona. La abrió hace 25 años para dar rienda suelta a una inquietud aletargada en su interior, que se avivó tras la suspensión de unas oposiciones que estaba preparando como licenciada de Derecho. De Arazuri, y con 56 años de edad, es hija de un suscriptor de 92 de Diario de Navarra, Jesús Mari Lezáun LabianoJESÚS CASO
Actualizado el 18/03/2023 a las 08:08
Cuando no llega el Diario de Navarra a la casa de Jesús Mari Lezáun Labiano, en Arazuri, el teléfono suena en la calle Fuente El Hierro 6 de Pamplona, donde cuelga un cartel que es toda una declaración de voluntades: Papeletras. Imposible otro juego de palabras que resuma la conjunción de propósitos y sentimientos de María Lezáun Alfonso cuando hace 25 años -“se inauguró el 9 de septiembre de 1997”-, adornó la entrada de su librería. Tras barajar títulos e ideas con la agencia de imagen y diseño que puso luz a su proyecto, un acrónimo, sugerido por el encargado de la decoración, iluminó su rostro: “Ese, Papeletras. Clarísimo”.
Como toda obra, el título que cuelga en la entrada introduce a un mundo de ilusiones, como el que anidaron en el corazón de esta mujer, de 56 años, licenciada en Derecho, al que los avatares de la vida avivaron una inquietud aletargada en su interior. “Estuve preparando oposiciones y fue justo cuando podía sacarlas y se congelaron”. Cuando una puerta se cierra, otra se abre.
Mujer de convicciones maduradas y contrastadas en el buceo de la lectura y en el ejemplo hallado en su entorno familiar -soltera, es la tercera de cinco hermanos-, no dudó en atar su porvenir a un fondo de lectura reposada e imaginación a raudales. Nunca se ha arrepentido.
Aunque los tiempos han cambiado en este último cuarto de siglo, su apuesta, como el nombre que la identifica (Papeletras), adquiere más sentido ahora que las novedades vuelan a la velocidad de la luz entre clicks de pantalla. “Las nuevas generaciones -reflexiona- no saben lo que es leer el periódico. ¿Cómo van a comprarlo si no saben lo que es? No leen libros. No sé qué va a pasar. El periódico me parece fundamental. No me voy a dormir sin haberlo leído. Casi no veo la tele. Si leo es por lo que he visto en casa”.
En ella, aún contempla a su padre, de 92 años de edad, desayunando las noticias de cada día, como antes, cuando en su etapa de agricultor, hacía un paréntesis para almorzar y sumergirse en el Diario de Navarra antes de reemprender la tarea. Un sobrino suyo -asegura su hija- se aficionó a la lectura en papel por su ejemplo. “Ya suele decir, el día que haya necesidad de verdad, lo último que me quitaré será el Diario”, expone con un doble poso de realidad y humor.
Con apoyo de una contratada, María ofrece un servicio de ventas de 9 a 14 horas, y de 17 a 20 horas. Sábados y domingos, la atención se concentra en el turno de mañana. La pandemia introdujo cambios. También en el horario de apertura. “Antes abríamos a las ocho de la mañana”.
Como artículo diferenciado dentro de una amalgama, los periódicos ofrecen la oportunidad de anudar lazos de relación. “El Diario es el día a día de la gente. Durante 25 años, hay personas que vienen todos los días a comprarlo. Al hacerlo, compartes cosas de la vida. Si falto un día, al siguiente me preguntan: ¿Te pasa algo, que ayer no estabas?”.
El vínculo, a partir de una confianza ganada desde la discreción y el respeto, abona la fidelidad. “Hay personas que son suscriptoras de Diario de Navarra, que prefieren recoger el periódico en la librería, en vez que se lo entreguen en su domicilio”. El detalle revela un hábito inculcado en generaciones que acostumbraban a acudir al punto de venta en una época en el que modelo de la suscripción y la ventana abierta al mundo a través de Internet sonaban a utopía.
Considera la vendedora de sueños de papel que el Diario de Navarra “ha sido el medio de comunicación fundamental para Navarra durante muchos años. Yo lo veía en mi pueblo. Casi todo el mundo estaba suscrito. Se veía el Telediario y se buscaba la información en el Diario”. De unos años a esta parte, la revolución digital ha provocado un cambio brusco en formas y modos de leer y contemplar la vida. La metamorfosis no ha variado la costumbre de nostálgicos, cautivados por una historia escrita en papel y con buena letra. Papeletras
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