Paul Urkijo llena de épica el Pirineo ‘protonavarro’

El departamento de sonido se tiraría de los pelos, pero Paul Urkijo se mostraba este martes, 19 de octubre, encantado con las coreografías y los graznidos de los pájaros ante la Cueva de la Leze. “Es una maravilla, eso hay que meterlo, les hemos hecho plano”, confesaba risueño ante la enorme boca de 80 metros donde continuaba el rodaje de su película Irati. La naturaleza es protagonista absoluta en este largometraje ambientado en el siglo VIII que se ha rodado entre otras localizaciones en la Sierra de Aralar, en ríos y montañas de la selva de Irati y, en esta ocasión, en este impresionante barranco-cueva situado junto a la muga de Álava y Navarra. “Hemos intentado buscar los sitios más bonitos de Euskal Herria, es una película grande, espectacular, hemos intentado buscar lo mejor, y por otro lado la película trata sobre la naturaleza, sobre las deidades de la mitología que están muy vinculadas a la naturaleza, para mí era vital que se mostrase en pantalla”, explicaba ayer el director alavés (Llodio, 1984). El rodaje de ocho semanas llegará este viernes a su ecuador tras haber registrado algunas secuencias espectaculares de batallas entre vascones y francos, con cientos de figurantes y caballos. El buen tiempo, afortunadamente, les ha facilitado la locura. “Es una película de aventuras, de género fantástico, histórico o mitológico, tiene muchos elementos”, resume Urkijo. La cueva tiene gran importancia en el guion, ya que es el lugar por el que los protagonistas acceden a un mundo ancestral regido por la mitología. Irati está ambientada en el siglo VIII en el Pirineo “protonavarro”, señala el director, “todavía no existía ni siquiera el reino de Pamplona”, sitúa. De hecho, el primer rey de Pamplona es uno de los personajes que interviene, un Eneko (Iñigo Arista) que aún no se había ceñido la corona. Ese joven noble cristiano, interpretado por Eneko Sagardoy, se adentra en los bosques del Pirineo para buscar el cuerpo de su padre, enterrado de forma pagana junto al tesoro de Carlomagno cuando éste pasó por aquí para ser derrotado en Roncesvalles. Según los lugareños, el tesoro se encuentra en una profunda cueva donde habita la antigua diosa de esas tierras: Mari. A Eneko le ayudará en su misión una joven enigmática de la zona, llamada precisamente Irati (interpretada por Edurne Azkarate) , que le introducirá en un mundo ancestral. “Es ese mundo en el que están entrando o ya están medio instauradas las religiones del Islam y del Cristianismo y todavía hay unos pequeños focos de paganismo; la gente todavía cree en las deidades de la naturaleza y de la mitología vasca, y hay unos personajes que se sumergirán en ese mundo en el que como dice nuestra mitología, Izena duen guztia omen da, todo lo que tiene nombre existe”, explica Paul Urkijo. “Hay seres por todo el mundo que tienen nombre y que si no los nombras acaban desapareciendo; va de eso, de cómo hay otros nombres mucho más poderosos y avasalladores que requieren que los pequeños desaparezcan”, explicaba. Junto a ellos intervienen Iñigo Aranbarri, Nagore Aranburu, Elena Uriz, Itziar Ituño, Patxi Biskert, Ramón Aguirre y el cocinero Karlos Argiñano en un cameo. Con esta película Urkijo dobla la apuesta de Errementari: el herrero y el diablo (2017) una película producida por Álex de la Iglesia sobre el popular cuento vasco Patxi Errementaria que saltó al catálogo de Netflix y obtuvo los elogios entre otros de Guillermo del Toro. Aquí, Urkijo va más allá. “Ha sido un camino largo y arduo, ha sido muy complicado, ha habido veces que no sabía si lo iba a conseguir rodar, a veces te preguntas: ‘En qué estoy metiéndome, esto es una locura muy grande’; batallas medievales, criaturas, localizaciones naturales muy complicadas, es una película medieval histórica, fantástica, y la verdad es que está superando mis expectativas, está quedando muy bonita”, apuntaba ayer. El director espera que la gente disfrute, se divierta, pase miedo, se enamore y, sobre todo, que se emocione. “Al igual que Errementari, he hecho esta película porque me sale del corazón, no porque pretenda contentar a nadie, ni hacer algo especial; es lo que yo amo, lo que yo quiero contar y también como espectador es lo que quisiera ver”, asegura. Ambas están rodadas en euskera. “Me lo he tomado con más filosofía, ahora soy mucho más orgánico, tienes más poso, tienes más tablas, y estoy más tranquilo aunque es el doble de grande”, apunta. Hay quien ha comparado la película con Excalibur, incluso quien la ha bautizado como Euskalibur. Para el director es un honor. “No tiene nada que ver una historia con la otra, pero de alguna manera el mito del rey Arturo y todo ese mundo de leyenda histórica muy oscura, muy lejana, tiene un poso muy interesante que para mí lo comparte con Irati, aparte soy muy fan del Excalibur de John Boorman”, certifica. En ambas películas, además, la protagonista es la naturaleza. Por eso él no ha usado referencias visuales directas, es más bien la propia naturaleza la que le marca el rodaje; alude a películas de su propio altar personal como Excalibur, El guerrero número 13, Braveheart o incluso El señor de los anillos, pero las ve lejanas. Aquí, mandan las localizaciones naturales. “En Errementari teníamos la herrería, que era un sitio cerrado donde tú podías poner los hierros donde tú quisieras, o te creas el infierno a tu gusto, esto sin embargo ya es así y tú te tienes que adaptar”, señala. Desde el guion está así planteado. “De alguna manera tanto yo como el resto de los técnicos de la película nos vamos adaptando, de esa manera también el entorno te aporta”, manifiesta Urkijo, quien sí sitúa el punto de partida en la trilogía de cómics de los años 80 El ciclo de Irati, de J. Muñoz Otaegui y Juan Luis Landa. Tras rodar en la cueva alavesa la película vuelve esta semana al entorno de Irati, donde permanecerá hasta el lunes, antes de proseguir en el Castillo de Loarre (Huesca). Con un presupuesto de 4,3 millones de euros, es una producción de una producción de Irati Zinema AIE, Ikusgarri Films, Bainet y Kilima Media,

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