Kristina Tatarintseva siente el escenario como una "vuelta a casa"

Con 4 años vio por primera vez 'El fantasma de la ópera' y todavía no sabe por qué la elevó directamente a lo más alto del podio de sus películas favoritas. Tal vez tuviera que ver que se llame como ella el personaje femenino protagonista, Christine, una soprano joven sueca, sustituta de la Ópera de París, de quien se enamoran Erik, el fantasma de la ópera, y Raoul, el vizconde de Chagny. “Hacer un musical es quizá muy arriesgado, pero me gustaría interpretar ese personaje”, reflexiona Kristina Tatarintseva. Tiene 18 años y desde hace 14, desde aquella primera vez delante de 'El fantasma de la ópera', la ha visto al menos en catorce ocasiones, una por año. “Se ha convertido en una tradición: la veo en casa, normalmente sola, aunque hace algo más de un mes, cuando la programaron en televisión, mi padre me avisó para que la viéramos juntos. ¡Y yo no quería porque tenía que estudiar!”, recuerda con una carcajada. Ciertamente, su infancia le ha dado juego para que hoy esté metida en teatro y para que le haya costado seguir los consejos de centrarse unos años en otra carrera y conseguir un trabajo con el que pagarse después los estudios en arte dramático. “Con cualquier película o serie que viera intentaba imitar personajes, caracterizándome de ellos. Era mi manera de divertirme”, cuenta al tiempo que recuerda la fotografía que tiene en su habitación de cuando de niña se vistió en una ocasión del personaje de Mulan con el albornoz de su madre. Y lo hacía en Barañáin. Nacida en Ucrania, la familia en pleno -“padres, dos abuelos, una bisabuela y los tíos”- se trasladó a Navarra cuando su progenitor, de avanzadilla, conoció Pamplona, le gustó y decidió arrastrar al resto. Kristina tenía entonces 2 años, y cumplidos 3 se instalaron definitivamente en Barañáin. Allí han nacido sus hermanas mellizas, seis años más jóvenes que ella, y la benjamina, de apenas dos meses -“hay gente que me ha visto por la calle con ella y ha pensado que era mi hija...”-. Ha sido conforme ha ido creciendo cuando ha descubierto por qué le ha enganchado el teatro. “Lorca decía que el teatro es libertad. Libertad para poder expresarte de distintas maneras, para poder ser otras personas, para aprender de esos personajes y para vivir experiencias que en tu día a día igual no podrás”. Kristina ha descubierto este curso al poeta granadino. Sabía quién era, sí, pero lo ha descubierto en un sentido más profundo. El motivo, la obra que han preparado en el Taller de Teatro Escolar Navarro Villoslada del que Kristina era miembro, Generación Lorca, escrita por su directora, Ana Artajo. Trata sobre unos estudiantes que se apuntan a un taller de teatro en el instituto. “La directora les propone interpretar 'Bodas de sangre', de Lorca, y los chicos viven la preparación de esa obra a la vez que sus conflictos y problemas. Hay un paralelismo entre lo que les pasa a las personas y lo que ocurre en el mundo de Lorca”, añade la joven promesa. Considera el teatro “una manera maravillosa” de acercarse a autores, no solo a sus obras. “En Generación Lorca, mientras los personajes iban descubriendo a Lorca nosotros fuimos descubriéndolo también”. Acaba de terminar Segundo de Bachiller y ha sido igualmente su segundo año en el taller, al que entró el curso pasado por falta de gente. La obra elegido entonces fue 'El cadáver del señor García', de Jardiel Poncela, estrenada en Madrid en 1930. “Yo interpretaba a una recitadora rusa y fue bastante divertido”, rememora la joven, que habla con sus padres en ruso -“me cuesta más que hacerlo en español”-, que se comunica con sus hermanas en castellano y en ruso y a la que, al llevar viviendo en España desde los 2 años, no se aprecia ningún acento de su lengua natal durante la conversación. Nacida en Ucrania, Kristina, que tiene 18 años, vive desde los 2 en Navarra. jesús caso PREMIOS BUERO Tras la representación el curso pasado de 'El cadáver del señor García', este año vivió su segunda subida al escenario “como si volviera a casa”. Salvo en el estreno, Kristina no entiende de nervios. Se conjugan varios motivos para sentirse tan segura, dice: cuánto le gusta lo que hace, que considera que además se le da bien y que sabe que, para cuando sale a escena, ha habido una gran preparación previa, “con todo muy ensayado y medido”. “Me gusta bailar, he participado en festivales del instituto y he tenido que subirme al escenario otras veces, lo que creo que también me ha ayudado a sentirme segura cuando lo hago ahora por el teatro”, añade. Su incursión en éste ha sido de forma intermitente desde que en Segundo de ESO, con 13 años, se apuntó en la Escuela Navarra de Teatro a un curso de hora y media semanal. “Fue mi primer acercamiento al teatro de verdad”. Estudiaba entonces en el IES Barañáin, y aunque el teatro le gustó “muchísimo”, también recibía clases de canto, y al tener que elegir el siguiente curso entre uno y otra prefirió apuntarse a la escuela de música de su localidad. Pero ahora no piensa separarse de él: en septiembre comienza las clases de Programa Internacional del Grado en Maestro en Educación Infantil en la UPNA y tendrá en su agenda cabida para el teatro, en el grupo específico de la universidad, al que piensa apuntarse. Pese a que la carrera le gusta, se atisba a lo lejos su utilidad para el mundo del teatro al que quiere dedicarse. “Aunque la idea de la enseñanza me atrae, como actores, como actrices, como personas que amamos el teatro, creo que cualquier experiencia que aprendamos nos va a servir, ya que supone más contacto con la realidad e incorporar parte de ella al teatro”. De hecho, planea en su cabeza comenzar al año siguiente, al mismo tiempo que segundo curso de Educación Infantil, Filología inglesa en la UNED. “Poder ir a Londres a estudiar sería el mayor sueño de mi vida...”. Y ya está pensando que el último año hay una asignatura “total sobre Shakespeare, literatura, teatro…”. “¿Qué mejor que hacerla en una ciudad inglesa?”, se pregunta. Y aunque pueda parecer lo contrario, no ha sido sencillo para ella llegar a este punto y elegir qué hacer. Necesitó hablar con su directora de teatro, con Artajo. “Dedicarme a los 18 años al teatro parece bastante complicado, incluido por el gasto económico que supone al tener que trasladarme fuera de casa. De modo que he decidido terminar las carreras, asentarme y poder trabajar para matricularme en artes escénicas. Tendré más edad y supongo que también más cabeza y experiencia”. Porque, a pesar de la elección, dedicarse al teatro le sigue hoy atrayendo más. No es de extrañar: a principios de mes participó en el campamento de los Premios Buero de Teatro Joven, un concurso nacional dirigido a grupos de teatro integrados por chicos entre 13 y 21 años, organizado por la Fundación Coca Cola y en colaboración con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Con ella estuvo el resto de compañeros del taller de teatro del Navarro Villoslada, al haber sido uno de los grupos finalistas con 'Generación Lorca'. Durante “cinco días muy intensos”, Kristina y un centenar de jóvenes conocieron a profesionales del teatro que les contaron sus experiencias, charlaron con actrices como Melani Olivares y María Adánez, aprendieron la regiduría de Valle-Inclán, participaron en talleres de accesibilidad para personas con discapacidad, en talleres de clown y de lucha escénica -“cómo hacer creíble que das una bofetada sin darla”-, vieron al Ballet Nacional de España... Y regresaron a sus casas fascinados. “Era imposible marcharte de allí sin enamorarte del teatro”. Me transformo en... Julieta Recuerda haber leído Romeo y Julieta con 13 años, por su cuenta, antes de que se lo mandaran en el colegio. Le maravillan los juegos de palabras del dramaturgo inglés y su “vocabulario precioso”. “Por la fuerza de sus obras, sobre todo por cómo están ambientadas”, Shakespeare le gusta a Kristina desde pequeña. Se reconoce “de clásicos”. Sonríe al decir que considera que ella ha sido siempre “amante del amor”, de ahí que haya elegido caracterizarse del personaje de Julieta para este reportaje y que sea el que un día le gustaría interpretar. No obstante, con los años ha ido aprendiendo que Romeo y Julieta tiene más significados que simplemente un amor trágico. “En mi opinión, Shakespeare intenta mostrar hasta dónde nos puede llevar el odio irracional y hasta dónde el amor. Y Julieta, aun siendo un personaje femenino del siglo XVI, permanece fiel a su decisión de querer estar con Romeo cuando le obligan a casarse con otra persona. Me parece muy poderosa y reivindicativa en esta época”, señala la joven promesa. “Si observas Romeo y Julieta de forma superficial, ves únicamente la historia de dos amantes, el típico cliché, pero tiene mucho más trasfondo, y me gustaría poder poner algún día todo eso en escena”.

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Su juego de la infancia era imitar a los personajes que veía en series y películas y le atrapó ‘El fantasma de la ópera’, con 4 años, con una protagonista que se llama como ella

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