Una reproducción devolverá a Artaiz sus pinturas sacadas hace 60 años

La pared vacía del ábside de la iglesia de Artaiz va a dejar de estarlo, en breve, en dos o tres meses. No porque vayan a regresar las pinturas murales góticas y renacentistas que se descubrieron hace 60 años tras el retablo mayor y se llevaron al Museo de Navarra. Pero casi: mediante una técnica novedosa que consiste en fotografiar las pinturas en alta resolución y trasladarlas en un papel especial (papel gel) a superficies tridimensionales, se reproducirán fielmente y se restituirán al ábside donde estuvieron durante siglos. Es algo así como las calcomanías de los niños: las pinturas van sobre una lámina que se humedece, se coloca después sobre el soporte y se retira, quedando la pintura en el muro. El proyecto, con un importe de 30.902,82 euros, está financiado a través del Programa de Desarrollo Rural de Navarra 2014-2020, con aportaciones de Europa y del Gobierno de Navarra gestionado por Cederna-Garalur: 7.271 euros el Ayuntamiento de Unciti, 21.631 la Unión Europea y 2.000 la Obra Social La Caixa. Los vecinos de Artaiz esperan que las pinturas luzcan el 11 de noviembre, San Martín de Tours, su patrón y a quien está dedicado el templo, “un edificio de indiscutible valor dentro del románico rural de Navarra y que representa el punto de mayor interés turístico-cultural de la zona”. Artaiz es un concejo de 40 habitantes a quienes el proyecto ilusiona. Lo demostraron ayer, al acudir varios de ellos a la presentación por parte de Cederna Garalur y Príncipe de Viana, que participan en el proyecto junto a este concejo, el Ayuntamiento de Unciti y el Arzobispado. De hecho, restituir de algún modo esas pinturas era un deseo desde 2006, cuando los ayuntamientos de Unciti e Izagaondoa elaboraron el proyecto La Ruta de Petrus con la idea conservar, promocionar y poner en valor todo su patrimonio (natural, artístico y cultural). Una idea que se ha materializado en la recuperación de la iglesia románica de Guerguitiain y Vesolla, las obras del Maestro Petrus, la recuperación de la fuente de Najurieta, las mejoras en los accesos a la fuente románica de Artaiz, la creación del Museo Petrus en Lizarraga... “Y una de las apuestas más firmes es el trabajo de recuperación del patrimonio perdido y emigrado”, en palabras de Carlos García, agente de desarrollo de Cederna Garalur. Y aquí es donde encajan las pinturas murales de Artaiz. “¿Y por qué en este momento? Por el avance que las nuevas tecnologías han aportado en este campo, donde se han observado experiencias de éxito, por ejemplo en Cataluña”. En estado sólido y gel Para los autores de El arte gótico en Navarra, Carlos Martínez Álava y Javier Martínez de Aguirre, las pinturas murales de Artaiz “suponen quizá la muestra más antigua de su género conservada en el reino”. La principal, la que estaba situada en el ábside, tiene una altura de 3,45 metros, un diámetro de 3,73 y un contorno de 5,43 metros. Representa la Adoración del Cordero de Dios según el Apocalipsis de San Juan, donde cuatro grupos de personajes, laicos y religiosos, elevan sus oraciones hacia el Cordero de Dios emplazado sobre la ventana. El estado de la pintura era “malo, con grandes pérdidas en las encarnaciones y los detalles de cabellos, barbas y ropajes”, prosigue su descripción. Están catalogadas como protogóticas, de entre 1225 y 1250. En la presentación de ayer, responsables de Cederna Garalur indicaron que el autor, anónimo, es también el de las pinturas más antiguas de la iglesia de San Saturnino de Artajona, por lo que se le designa como Maestro de Artajona-Artaiz. Además de este mural, en el Museo de Navarra se conservan unos fragmentos decorativos (casetones con flores) del Renacimiento (siglo XVI). El proyecto cuenta con el apoyo y supervisión de la sección de Bienes Inmuebles y Bienes Muebles de Patrimonio de Príncipe de Viana. Ejecutará los trabajos la empresa Arsus Paper, especializada en sistemas de reproducción de pintura mural. Contó Violeta Romero, restauradora del Servicio de Patrimonio Histórico de Príncipe de Viana, que respecto a la intervención se va a poner sobre la pared un lucido de mortero de cal y sobre él, un soporte que han patentado Arsus Paper y la Universidad de Valencia y que le permite estar en estado sólido y gel. “El estado sólido ayuda a que se pueda imprimir como fotografía. Cuando lo humedeces, se convierte en una sustancia más plástica que ayuda a que se adhiera muy bien en una superficie rugosa, como es un mortero”, explicó Romero. Arrancadas por los hermanos Gudiol Las obras de restauración de la iglesia de Artaiz, una construcción románica del siglo XII, comenzaron en 1957 bajo la dirección de la entonces Institución Príncipe de Viana . Fue entonces cuando se encontraron los restos de pinturas góticas, que se valoraron en entre 15.000 y 20.000 pesetas de acuerdo a su estado. Al año siguiente, la Diputación Foral de Navarra decidió encomendar a Príncipe de Viana que arrancara las pinturas y las colocara después en el Museo de Navarra. Marta Arriola, técnico responsable de colecciones en el Museo de Navarra, explica que hallazgos de este tipo suelen ser habitual. “Muchas veces las pinturas permanecen tapadas por diferentes ornamentos de distintas épocas y protegidas por éstos, y cuando se retiran se descubren”, explica. Coincide que en esa época, continua Arriola, los años cuarenta y cincuenta, en muchas pinturas murales de iglesias y de templos navarros se decidió, “como criterio de conservación”, que se arrancaran del muro y se trasladaran a un lienzo por un equipo de expertos. “Ahora se intentaría mantener las pinturas in situ”, señala la técnico, añadiendo sobre el arrancado Violeta Romero, restauradora de Príncipe de Viana: “Es una técnica muy agresiva que ahora mismo se lleva a cabo solo ante el desplome del edificio”. En el caso de Artaiz, de ese trabajo de arrancar las pinturas del muro se encargó el equipo de expertos de los hermanos Gudiol, de Barcelona, quienes también arrancaron, por ejemplo, las pinturas murales románicas de Cataluña que están ahora en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Ellos se encargaron también de estabilizarlas, y el 19 de julio de 1958 se acordó enviar un camión a Barcelona para recoger las pinturas y llevarlas al Museo. La pintura mural del siglo XIII siempre se ha expuesto. “De hecho, la museografía fue pensada para la forma de estas pinturas: van sobre el muro, un ábside semicircular, de modo que la sala donde se colocaron se planeó como una especie de pared curva”. Está en la segunda planta, la correspondiente al arte medieval. No se exponen los casetones renacentistas. Los trabajos paso a paso 1 Trabajos previos. Se retirarán y colocarán en un lugar adecuado los objetos que ahora mismo adornan el ábside: Virgen con el Niño, escultura de San Martín y dos jarrones con sus respectivos soportes. 2 Captura fotográfica. Los especialistas acudirán al Museo de Navarra, donde se encuentran los murales de la iglesia de Artaiz, para fotografiar las pinturas con la técnica adecuada, de modo que se obtengan puntos fácilmente reconocibles en las pinturas y en el ábside que faciliten después su colocación. La resolución de la imagen digital será de calidad fotográfica y no inferior a 200 píxeles/pulgada reales. 3 Procesado de las fotografías para adaptarlas a la transferencia en el ábside. Como la fotografía es un elemento plano y se transfiere a un espacio tridimensional, se procesarán las imágenes con la ayuda de puntos georeferenciados para prepararlas para su colocación. 4 Impresión y transferencia de la imagen. La impresión se realizará con técnicas especiales de impresión inkjet con tintas pigmentadas de calidad, estables y duraderas. La similitud del color es uno de los elementos más importantes. 5 Preparación del soporte in situ. La transferencia de las imágenes se realizará sobre un enfoscado y enlucido aplicado previamente, según las técnicas tradicionales de pintura mural para reproducir el soporte original de las pinturas. Si es posible, para detectar los componentes del mortero y sus proporciones se estudiarán los restos existentes en las pinturas murales originales. 6 Adhesión y montaje final. Sobre el soporte definitivo se dibujará una cuadrícula de referencia para colocar exactamente en su lugar las distintas láminas impresas. La imagen transferida respetará fielmente la textura, volumen y orografía de la superficie mural.

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