El sector del libro en Navarra reclama "unidad y visibilidad"

Visibilidad y unidad. Fueron las palabras que repitió con más fuerza Aritz Otazu, presidente de la Asociación de Editores Independientes de Navarra (Editargi), los dos conceptos que consideró importantes para el futuro del libro en Navarra. Los expresó durante el debate DN en Vivo que Diario de Navarra organizó este viernes, 23 de abril, con motivo del Día del Libro y sus compañeros en el encuentro vinieron a darle la razón. “Visibilidad y unidad son fundamentales”, abundó Asun Maestro, directora del servicio de bibliotecas de Navarra, invitada a hablar sobre la situación de la lectura junto a la librera Pilar Escalada, el crítico, profesor y escritor José Luis Martín Nogales y Susana Rodríguez Lezaun, autora de cinco novelas de suspense. Es cierto que la pandemia, cuanto menos, no ha perjudicado seriamente al mundo del libro. El confinamiento propició un aumento de la lectura y ahora sobre el sector planea una pregunta que planteó la moderadora del encuentro, Belén Galindo: ¿qué se puede hacer para aprovechar este buen momento? En primer lugar, apuntaron, reivindicar la labor que ya se hacía antes de la pandemia. Pilar Escalada, como librera, habló de seguir estableciendo un diálogo y un trabajo de prescipción con sus clientes. “Con el confinamiento muchos, cansados de ver series y películas, leyeron los libros que tenían en casa y han vuelto con ganas de nuevas historias. Nosotros tenemos que descubrirles ahora autores y libros. La gente quiere leer”, señaló la confundadora de Ménades. En ese mismo sentido Susana Rodríguez Lezaun destacó el valor de la literatura “para evadir la mente cuando ya no quedan series que ver o cartas con las que jugar”. Los escritores, decía, han “abierto puertas y ventanas cuando todo estaba cerrado” y ahora tampoco les queda mucho más que hacer que seguir “haciendo buenos libros y buena literatura. Poner imaginación”. Eso sí, la novelista dejó claro que cualquier estrategia para fomentar la lectura “es bienvenida” y se fijó sobre todo en las nuevas tecnologías. “Nos han abierto una puerta, nos permiten participar en un club de lectura en México o seguir a autores que antes estaban muy localizados” en su región. Por su parte, José Luis Martín Nogales aportó dos ideas que pueden ayudar a editores y libreros. El crítico explicó que han pasado los tiempos en los que era posible “editar mucho” y como consecuencia convertir las librerías en “escaparate”. “Antes un editor podía lanzar ocho títulos que no daban beneficios porque los recuperaba con otros dos que sí funcionaban. Ahora no pasa eso”. Editar miles de ejemplares es un riesgo que difícilmente se asume, editar pocos supone que ese libro tiene más dificultades para estar disponible en todas las librerías. En esa disyuntiva, Martín Nogales apuntaba que el futuro puede ir por la edición bajo demanda, por “sistemas de edición rápidos, que estén incluso en las librerías, con tiempos de espera e inversión mínimos”. Para las librerías el crítico y escritor aconsejó actividades que, admitió, en Navarra ya se dan. “Ya no pueden ser librerías de escaparate, con un librero culto que da consejos. Tienen que dar un plus, con clubes de lectura, presentaciones o boletines”. CONTRA LOS GIGANTES Pero más allá de mejoras y estrategias concretas, Aritz Otazu insistió en que el sector navarro debía permanecer unido, buscar sinergias entre instituciones y lograr una visibilidad con iniciativas como la Feria de la Edición que organiza su asociación. Otazu teme que los buenos tiempos del libro acaben siendo una moda y apuntaba que en todo caso buena parte del aumento de las ventas por la pandemia ha redundado en plataformas como Amazon o grandes editoriales como Planeta. Para hacerse una idea de la diferencia entre las pequeñas editoriales y un gigante como éste, Otazu aportó una cifra: todas las editoriales navarras lanzan al año entre 180 y 200 títulos, que son los que Planeta puede poner en el mercado en un mes. “¿Cómo compites en escaparates, en libros de aeropuerto? Solo queda ser creativos, trabajar mucho y dar visibilidad y unidad a ese pulmón navarro”. El responsable de Mintzoa cree también “imposible” competir con Amazon. “Incluso nuestros libros también se encuentran en Amazon, porque los distribuidores están con ellos y nosotros no tenemos la fuerza para decir que no”, admitió Otazu, que lanzó una pregunta “a quien por no esperar dos días pide un libro por Amazon: ¿cómo ha llegado ese libro hasta casa? ¿De que forma los han traído, cuánto ha cobrado el que lo ha hecho?”. “Es muy complicado, es una batalla perdida”, coincidió Susana Rodríguez Lezaun al hablar de la competencia con el gigante de Internet. “Yo quiero que mis libros estén en Amazon, en la Casa del Libro y también en Ménades”, señaló. “El lector va a comprar a quien le facilite la compra de forma más cómoda, más fácil y más barata”, reflexionó Martín Nogales. En este punto, Asun Maestro especificó que las bibliotecas navarras compran sus libros en las librerías de la Comunidad foral. Pilar Escalada, por su parte, apostó por una labor pedagógica con los clientes, para explicarles por qué unos libros pueden llegarles más tarde a ellos y aclararles que las facilidades de las que goza Amazon “no son las mismas” para los libreros independientes. A la librera le ha ocurrido, incluso con novedades, que las distribuidoras se quedan sin los ejemplares que les piden “porque van a las librerías de Planeta, a Amazon o a los grandes grupos” y no a los comercios pequeños. Amazon, censuró Pilar Escalada, forma parte de una sociedad, la nuestra, de la inmediatez. “Quiero un libro y lo quiero ahora, no puedo esperar”. Algo que no deja de ser una paradoja, tal y como expresó Susana Rodríguez Lezaun: “La literatura es un ejercicio pausado, un deleite lento. ¿Por qué vivimos con tanta prisa en el mundo de la literatura por hacernos con un libro concreto?”.

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