Antonio de Chavier, recopilador de leyes de Navarra

Cuando se plantea hacer una relación de navarros que dejaron huella, el nombre de Antonio de Chavier tal vez no sería uno de los primeros en aparecer. Sin embargo, su aportación desde el punto de vista del derecho navarro y, en concreto, de nuestros fueros o régimen jurídico propio de Navarra, fue relevante. A Chavier se debe la primera edición del Fuero General de Navarra, así como la edición de la primera recopilación o colección oficial de leyes de las Cortes navarras. Ambas ediciones en un mismo texto. No es que antes de la obra de Antonio de Chavier no hubiese habido precedentes. Realmente los hubo y muy relevantes, pero los textos que se habían elaborado no llegaron a ser oficiales por diversas razones. Aunque la tarea de Antonio de Chavier se desarrolló en el siglo XVII, es preciso, para comprender su importancia, hacer una referencia a los antecedentes y al contexto en el que se publicó su trabajo. LA NECESIDAD DE CONOCER EL DERECHO VIGENTE Cuatro años después de la incorporación de Navarra a Castilla, en 1519, el virrey duque de Nájera propuso a las Cortes navarras, reunidas en Tafalla, que se unificasen en un volumen los fueros y ordenanzas que estaban vigentes en ese momento en Navarra. Esta propuesta suponía retomar la idea de elaborar un nuevo texto legal que recogiese el derecho vigente en el reino, necesidad que ya habían expuesto a las Cortes navarras en 1511 los últimos reyes privativos de Navarra, Catalina de Foix y Juan de Albret. Sin embargo, en el caso de Navarra la necesidad de recoger el derecho vigente a partir de 1512 obedecería a un doble motivo. Por una parte, era preocupación general de la época, ya desde finales del siglo XV, tratar de mejorar la administración de justicia y para ello se consideraba imprescindible conocer con exactitud cuál era el derecho vigente aplicable. Esta necesidad realmente se ha planteado en todas las épocas y particularmente cuando las normas han sido o son cambiantes. En el caso de los comienzos de la Edad Moderna, preocupaba especialmente contar con obras de conjunto que recogiesen tanto la normativa emanada del rey como las leyes elaboradas por las Cortes. El rey y las Cortes compartían lo que más tarde se denominó el poder legislativo o la capacidad de establecer las normas por las que debía regirse la población de un determinado territorio. A esta necesidad general, se sumaría en Navarra un segundo motivo mucho más importante que el primero: el reino había sido conquistado en 1512 e incorporado a la Corona de Castilla en 1515. Aunque se había incorporado como “reino separado”, lo que suponía que conservaba sus propias instituciones y su propio derecho, era el único caso dentro del modelo castellano. Interesaba tener muy claro cuál el derecho vigente, tanto a las propias instituciones navarras, como a las castellanas. EL DERECHO DE NAVARRA TRAS LA CONQUISTA DE 1512 Para el derecho de Navarra la conquista fue un punto de inflexión. Si en todos los territorios era preciso aclarar cuál era el derecho o normas vigentes, en el caso navarro se sumaba el cambio institucional: de ser un reino independiente había pasado a incorporarse en 1515 a la Corona de Castilla. Aunque en principio sólo compartía con Castilla los reyes, una de las notas características de la historia de Navarra a lo largo de la Edad Moderna será la defensa del derecho propio por parte de las instituciones navarras, en particular de las Cortes y de su Diputación. Conocer con claridad, en esas circunstancias, cuál era el derecho navarro vigente era importante desde un doble punto de vista: desde el punto de vista de las instituciones navarras, era necesario contar con un texto que permitiese defender con claridad el derecho propio o fueros del reino; y, desde el punto de vista de Castilla, también era preciso conocer con exactitud cuáles eran esos fueros o régimen propio que los reyes juraban respetar y que por tanto las instituciones navarras iban constantemente a defender. Los textos legales vigentes en Navarra en 1512 eran, por una parte, los fueros que se habían concedido a cada localidad a lo largo de la Edad Media y en los comienzos de la Edad Moderna, es decir los fueros locales. Además, en el siglo XIII, se había elaborado un texto de aplicación general en todo el reino, el Fuero General de Navarra. El núcleo primitivo de este texto se habría redactado en 1238, ampliándose posteriormente hasta completar los 252 capítulos que lo componen. Se recoge la forma de alzar rey en Navarra; los derechos de los infanzones; derecho civil en general, destacando lo relativo a la familia y cuestiones sucesorias, así como diversas formas de propiedad; derecho penal; y diversos capítulos relativos a cuestiones vecinales. Aunque del Fuero General no consta su sanción oficial en el siglo XIII, fue utilizado por los tribunales y juristas navarros y se considera que fue sancionado oficialmente a través de los amejoramientos o actualizaciones con que contó: el primero en 1330 y el segundo en 1418. La cuestión es que era el texto que complementaba los fueros locales y que estuvo vigente en toda Navarra. En particular, en el caso de la capital del reino, Pamplona, el Privilegio de la Unión de 8 de septiembre de 1423 supuso la declaración de la vigencia en la ciudad del Fuero General de Navarra, quedando derogado el fuero de Jaca-Pamplona. Además de los fueros locales y del Fuero General, el derecho navarro se iba ampliando y renovando por la labor legislativa tanto de los reyes como de las Cortes navarras, que habían comenzado a desarrollar su función en el mismo siglo XIII. Sin embargo, el fruto de esta doble labor, las normas emanadas tanto del rey como de las Cortes, no se recogían de forma unitaria en ningún texto. Por esta razón, ya a finales del siglo XV, comenzó a desarrollarse en el mundo jurídico una nueva tendencia: la elaboración de unas colecciones que recogiesen el derecho emanado del rey y el de las Cortes. El conjunto de leyes elaboradas en una reunión de Cortes se conocía en España con el nombre de “ordenamiento”, pero los primeros no se editaron, evidentemente, hasta el invento de la imprenta. Sólo se conocían ejemplares manuscritos o a través de las propias actas de las Cortes. La cuestión es que, a partir de mediados del siglo XV, se planteó “recopilar” o recoger en colecciones el derecho elaborado tanto por las Cortes como por el rey y, por supuesto, editarlo. Navarra no fue una excepción a esta tendencia. La diversidad de fueros o regímenes jurídicos de cuya vigencia incluso se dudaba por su antigüedad (los fueros locales y el Fuero General) y la diversidad de leyes (del rey y de las Cortes) hacían necesario contar con un texto que aclarase cuál era el derecho vigente y, a ser posible, que se recogiese en una obra conjunta. Esta era la finalidad del conocido como “fenómeno recopilador”. Sin embargo, en ese proceso técnico de aclarar cuál era el derecho vigente, se interpuso la cuestión política de la incorporación a Castilla, que condicionaría la aprobación por parte del rey de un texto que pudiese atentar contra su soberanía y, por parte del reino navarro, de leyes que fuesen contrarias a sus fueros. LAS PRIMERAS RECOPILACIONES NAVARRAS Realmente el primer intento importante de recoger ese derecho navarro vigente a comienzos del siglo XVI fue la elaboración del Fuero Reducido, un texto amplio que contaba con 815 leyes o capítulos, inspirados en el Fuero General y en los fueros locales. Es decir, el Fuero Reducido venía a recoger de forma unitaria, en 1528-1530 (fechas en las que comenzó y concluyó su elaboración), lo que quedaba vigente del Fuero General y de los fueros locales, “reduciéndolos” a unidad (de ahí la denominación de “Fuero reducido”). Además, se actualizaba y tecnificaba la redacción de los capítulos respecto a los fueros medievales, y se añadían como novedad capítulos relativos a cuestiones procesales, derivados muy probablemente de la práctica judicial. A pesar del magnífico trabajo realizado y de las repetidas peticiones de las Cortes navarras en el sentido de que el texto se aprobase, ni Carlos I ni Felipe II lo aprobaron. Ante la constatación de que el Fuero Reducido no iba a ser aprobado, en 1583 las Cortes navarras permitieron a los juristas hacer copias autenticadas de un manuscrito del Fuero General del siglo XIV. Es lo que se conoció como “fuero colacionado”. Por tanto, al no haber sido aprobado el nuevo texto, se siguió haciendo uso del texto del fuero medieval. Además del Fuero Reducido, desde comienzos del siglo XVI se planteó la elaboración de recopilaciones, textos en los que se recogiesen tanto las leyes de las Cortes como las dictadas por el rey. A pesar de que desde comienzos del siglo XVI tanto las Cortes navarras como el Consejo Real intentaron que se recopilasen las leyes vigentes en Navarra, es sabido que fue una tarea difícil de llevar a término, principalmente porque las Cortes navarras no querían dar oficialidad a un texto que no hubiese sido encargado por ellas. El hecho es que, aunque se elaboraron diversas recopilaciones que recogían tanto leyes de Cortes como disposiciones dictadas por el rey o por sus instituciones, al no contener estrictamente leyes de Cortes o no haber sido encargadas por ellas, finalmente no se aprobaron. Sólo hubo dos textos que llegaron a ser oficiales y el primero de ellos fue precisamente el elaborado por Antonio de Chavier. ANTONIO DE CHAVIER Y SU RECOPILACIÓN Antonio de Chavier era natural de Los Arcos, localidad navarra de la merindad de Estella que se había convertido en enclave castellano dentro de Navarra en 1463. En 1753, Los Arcos y su partido se reintegraron a Navarra. Por tanto, realmente Chavier fue castellano de nacimiento. Estudió Derecho en la Universidad de Salamanca, en la que se licenció en 1655. En 1660 entró como abogado en el Consejo de Castilla y dos años después, en 1662, solicitó al Consejo Real de Navarra ser admitido como abogado, para lo que se le requirió el correspondiente examen. En 1668 fue nombrado fiscal del Tribunal de Guerra, encargándose principalmente de los conflictos entre navarros y franceses. La ilusión de Antonio de Chavier fue pasar a formar parte de la nómina de los tribunales navarros, algo que, lamentablemente, no llegó a conseguir. Fue, en dos ocasiones, fiscal interino en el Consejo Real de Navarra, pero no llegó a ostentar la plaza en propiedad. La primera entre 1669 y 1672, y la segunda entre 1674 y 1675. A partir de esa fecha, desempeñó cargos diversos. En noviembre de 1676 fue nombrado auditor de la gente de guerra del reino de Navarra y en enero de 1677 pasó a ser juez de contrabando. En las Cortes de 1677-78 fue procurador de la villa de Torralba. En esa misma reunión de Cortes recibió el importante encargo de recopilar las leyes elaboradas por las Cortes navarras desde 1512. Simultáneamente, fue asesor del virrey Iñigo de Belandia en asuntos de guerra y de Estado. También requirió sus servicios el obispo de Pamplona fray Pedro Roche, quien lo designó abogado para asuntos episcopales, cargo en el que sirvió durante más de dieciocho años. Fue regidor de Pamplona en tres ocasiones y también alcalde del mercado en una ocasión. Aunque a finales de 1693 fue nombrado juez asociado al Consejo Real, al haber sido excomulgados por un conflicto jurisdiccional los jueces titulares, y ejerció el cargo hasta su muerte en abril de 1695, no logró obtener en propiedad una plaza en el Consejo, como hubiese deseado. Para el derecho navarro, fue especialmente importante la elaboración por Antonio de Chavier de la que llegaría a ser la primera recopilación oficial de leyes de Navarra, titulada: Fveros del Reyno de Nauarra desde su creacion hasta sv feliz vnion con el de Castilla, y Recopilacion de las leyes promvlgadas desde dicha vnion hasta el año de 1685: recopiladas, y redvcidas a lo svstancial, y a los titvlos a qve corresponden, por el licenciado D. Antonio Chavier Abogado de los Reales Consejos, y Auditor General de la gente de Guerra de dicho Reyno, sus fronteras, y comarcas. Con prologo, è indices copiosos de Fueros, y Leyes, en que se declara su principio, y progresso y tabla de los vocablos mas oscuros de dichos Fueros para su mejor inteligencia. Esta obra se publicó en Pamplona en 1686. La imprimió Gregorio de Zabala. TRASCENDENCIA DE LA OBRA DE ANTONIO DE CHAVIER La recopilación de Antonio de Chavier se divide en cinco libros, precedidos de un prólogo, y cuenta con 95 títulos. En el encargo que le hicieron las Cortes navarras, reunidas en 1677-78, se señaló que debía “reducir” las leyes a un breve compendio, eliminando las que estuviesen derogadas. Lo cierto es que esta labor era realmente importante, ya que Chavier no debía limitarse a recoger con fidelidad o al pie de la letra las leyes vigentes, sino que tenía que realizar un trabajo de selección, discriminando lo que estuviese vigente de lo derogado, reduciendo las leyes a lo sustancial y dándoles, por tanto, una nueva redacción. Al hacer referencia el título de la obra tanto a los “fueros del reino de Navarra” como a la “recopilación de las leyes promulgadas” desde la unión a Castilla hasta 1685, ya se anuncia que el texto no se limita a ser una recopilación de leyes, sino que también recoge los fueros. En concreto, recogía el Fuero General de Navarra con base en el manuscrito C 1. Este hecho supuso que el Fuero General se editaba por primera vez en la recopilación de Antonio de Chavier, lo que tenía gran trascendencia porque al haberse aprobado oficialmente la recopilación se reconocía también oficialmente la vigencia del Fuero General de Navarra. Este fuero no sólo contenía algunas de las principales instituciones del derecho navarro, como el testamento de hermandad, la troncalidad de los bienes, el retracto gentilicio, o las comunidades faceras, entre otras, sino además la ley que hacía referencia al juramento de los fueros por parte de los reyes con carácter previo a ser reconocidos como tales. Es decir, se salvaguardaba la idea tradicional del pacto entre el rey y el reino. De hecho, el propio Chavier encargó para su obra un grabado original que ilustra por primera vez la ceremonia de alzamiento de los reyes de Navarra. Además, la labor de selección y nueva redacción de las leyes vigentes, al indicar las Cortes que debía eliminarse lo derogado y unificar lo que estuviese vigente, indica que nos hallamos ante una obra en la que se hizo realmente un gran esfuerzo por recoger el derecho vigente en el momento. A pesar de que esta obra de Antonio de Chavier tuviese sus carencias, algunas detectadas por el propio autor, se determinó que se impartiría justicia conforme a ella, que debía imprimirse, y se dispuso que estaban obligados a tener un ejemplar todos los pueblos que pasasen de veinte vecinos, así como todos los abogados, secretarios del Consejo, escribanos de Corte, procuradores de los tribunales y juzgados, comisarios, escribanos reales y de los juzgados, y porteros, para que cada uno conociese lo concerniente a su oficio. Sin duda, esta obra tuvo y tiene en la actualidad una gran importancia para conocer la esencia del derecho navarro y, desde luego, el hecho de haber sido la primera recopilación oficial determina que el nombre de Antonio de Chavier deba encontrarse entre los navarros que dejaron huella. Mercedes Galán. Catedrática de Historia del Derecho en la Universidad de Navarra.

Antonio de Chavier, recopilador de leyes de Navarra

Antonio de Chavier, nacido en Los Arcos, fue una personaje clave en el derecho propio de Navarra. Estuvo detrás de la primera edición del ‘Fuero General de Navarra’ así como de la primera recopilación de leyes de las Cortes

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