Txuspo Poyo recorre en Tudela dos décadas de historia a través de sus obituarios artísticos

Los proyectos artísticos de Txuspo Poyo (Alsasua, 1963) siempre desbordan los formatos. En realidad son largas investigaciones que le llevan dos, tres años, y que continúan más allá de la película o la exposición en la que se materializan. Uno de esos proyectos es más largo que los demás y, sin embargo, es también más inmediato, porque se basa en los obituarios que publican los periódicos con en el recorrido por la vida de una persona el día después de que fallezca. “Hay en estos textos una compresión del tiempo, de los actos o hechos que ha ido haciendo esa persona a lo largo de su vida”, explica el artista, que expone estos particulares obituarios en la Fundación María Forcada de Tudela hasta el 11 de diciembre. El que dio inicio a la serie no fue de una persona, sino de la MIR, la estación espacial que se iba a desmantelar en 2001 y que fue objeto por ello de un obituario de prensa. Así empezó a trabajar Txuspo Poyo en este proyecto, en el que emplea la propia página de periódico para plasmar la idea que tiene sobre el fallecido. A partir de 2010 se tomó la serie más en serio. En la selección figura gente local, nacional e internacional, provenientes de la cultura, de la política, la economía y otros ámbitos. Desde Juan Huarte y Pedro Manterola, a Paco de Lucía o Montserrat Caballé, junto a Günter Grass o David Bowie. “Lo que me interesa realmente es el legado, cuando alguien se muere lo primero que se piensa es el legado que ha dejado y cómo ha formado parte de nuestros modelos de representación”, explica Poyo. Le interesa, además, cómo todos están de algún modo conectados, no sólo entre ellos, sino con el propio espectador que los mira y al que interpelan desde el periódico.“Con el espectador se genera un tipo de relación muy interesante, cada uno tiene una experiencia con las diferentes personalidades a los que se conecta a través de su propia experiencia”, apunta. No están colocados de manera cronológica sino por azar, y así van generando entre ellos todo tipo de relaciones. Hay muchas capas en este ejercicio. Entra en juego la imagen iconográfica del fallecido, que muchas veces no es la apariencia que tiene cuando fallece, sino la que todo el mundo recuerda en su imaginario. Está también la diferencia de espacio que se le asigna a cada persona. “Al final toda tu vida se reduce a una página si eres una celebrity, pero está esta idea de que también existen muertes de primera y de segunda”, explica. El propio material del periódico habla de lo efímeras y lo fugaces que son las noticias y, para recalcarlo, Poyo los engancha con alfileres, que remiten a la fragilidad. Ha colocado en Tudela 184 obituarios pero tiene hechos unos 400. Y sigue. El último es el del director de cine Jean-Luc Godard. Junto a ellos ha dispuesto tres breves películas. La primera supondría la cara B de la exposición. Está hecha con secuencias de cien personas. La primera es una niña llamada Bárbara que cumple un año, le sigue un niño que sopla dos velas, el siguiente celebra su tercer cumpleaños... y así hasta la celebración de un centenario. Curiosamente, María Forcada, que da nombre a la fundación, no se sentirá representada en ninguno porque ha cumplido 102 años. “Es encantadora, estuvo en la inauguración, es una maravilla estar con ella”, dice Poyo. Los cien aparecen soplando las velas de sus tartas, rodeados por sus familiares, que son los que han hecho cada vídeo. “Es la celebración de la vida frente a lo otro, que es la celebración del legado”, expone el artista. La segunda película se titula 'Ante el ocaso ante el crepúsculo', y está grabado en 2020 el interior del faro de Estaca de Bares, donde se unen el océano Atlántico y el mar Cantábrico. “El acontecimiento que ocurre ahí es el ocaso y el crepúsculo, el momento de anochecer y el de amanecer; las lentes tienen esa especie de cabeza de búho que hacen una especie de iluminación metafórica sobre la idea de la luz, pero también sobre lo sobrenatural que tiene una cierta magia”, explica. 'Un día de labor', por último, está grabado con un móvil en Roma cuando montó una cadena humana en la Academia de España para reconstruir el esqueleto de una ballena (ver despiece). Cuando lo estaba preparando incorporó los nombres de los residentes de la Academia que habían formado esa cadena en pequeños papelitos que las hormigas de Villa Pamphilij, donde van los romanos a hacer deporte, cogen e introducen al interior del hormiguero.

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