CINE
Una película recaba los testimonios de los contrabandistas en el Pirineo
‘Contrabando y evasión en el Pirineo Navarro’, del documentalista aragonés Eugenio Monesma, se proyecta este jueves en la FIlmoteca de Navarra

Publicado el 15/12/2022 a las 06:00
Los mojones y las señales que partieron en dos el Pirineo en 1856, cuando se firmó en Bayona un tratado que delimitaba qué era Francia y qué España, no acabaron con la comunicación secular entre ambos lados, que compartían pastos, relaciones sociales y comerciales también. El documentalista aragonés Eugenio Monesma Moliner lo muestra en la película 'Contrabando y evasión en el Pirineo Navarro', que se proyecta este jueves a las 19.30 en la Filmoteca de Navarra. El documental de 73 minutos recoge el testimonio de ocho personas que se dedicaron a esa actividad. Está producida por Pyrene, en colaboración con el Museo Etnológico de Navarra Julio Caro Baroja.
Una de estas personas, Martín Landa, puso al equipo sobre la pista de estas historias. Grabaron con él la película 'Barranqueadores y cablistas' así como 'Los tejados de tablillas', y fueron surgiendo las conversaciones sobre la época del contrabando y acabaron buscando a los protagonistas que cuentan ante la cámara de Monesma sus historias y cómo transportaban la mercancía .Se pasaba de todo, desde ruedas de coche, incluso un motor de camión partido en piezas, caballerías -muy difícil de pasar- bujías de coche, seda, puntillas o pequeños productos que tenían su enlace para llevarlos a Barcelona. Algunos lo dejaron un tiempo después y se fueron de pastores a América.
Monesme hizo otro documental en el Pirineo Aragonés hace treinta años y se trataba de lo mismo, de burlar a las autoridades y pasar los productos por pasos que en muchas ocasiones eran estrechos y peligrosos. En ambos casos, por ejemplo, se encontró con prácticas idénticas, como cuando lanzaban las ruedas desde lo alto para que rodaran ladera abajo y ahorrarse así la bajada. No siempre salía bien. “Javier Goicoa me contó que tiró las ruedas y no le apareció ninguna, una le apareció después de muchos días colgada encima de un árbol... perdió todo el dinero”, relata Monesma.
A los gendarmes franceses no les importaba demasiado, era producto que salía de Francia. “En el Pirineo Navarro por ejemplo se producía mucho queso y los pagaban muy mal, a nada que los pagaran un poquito más en Francia valía la pena hacer el viaje y llevar unos cuántos quesos”, explica el director. “Con ese dinero luego compraban productos allí y volvían, era como una especie de intercambio”, añade.
La Guardia Civil tampoco era percibida como un enemigo. “Eran familias con seis u ocho hijos, que no tenían más que un sueldo y que no era muy abundante y tenían que estar a bien con la gente del pueblo, muchas veces hacían la vista gorda”, añade. A veces les cogían y caían multas -de hasta un millón de pesetas en algún caso- o pasaban situaciones como que los guardias civiles les pasaron por encima porque estaban ocultos por la noche. Era una convivencia. “Esta gente trataban de vivir, simplemente”, resume.
La película también tiene la palabra evasión en el título, y no es casual. Hace referencia al trapicheo con los nazis, fotos de los alemanes con las autoridades españolas visitando Roncesvalles o comiendo tranquilamente mientras a tres kilómetros contenían la respiración. “En la casa Txiki-Polit de Burguete se refugió una familia judía y mientras la frontera estaba totalmente vigilada por las fuerzas españolas y los nazis, se dedicaron a tallar una serie de cajas muy bonitas con unos relieves de la vida diaria de las gentes de Burguete”, apunta Monesma.
El documental recrea cómo se hacían los paquetes o cómo se pasaban las caballerías a Francia. “La falta de medios desarrolla la imaginación”, concluye el director, que pasó recientemente el documental en Burguete.