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Ciclismo

Óscar Rodríguez (Movistar): "Pensaba que iba a perder el riñón, he tenido mucha suerte"

La vida de Óscar Rodríguez dio un vuelco el 17 de mayo, undécima etapa del Giro, camino de Tortona. En la bajada del col de Boasi hizo el afilador con otro ciclista y se estampó contra una señal a 70 por hora. Hoy está en Pamplona

Ampliar Óscar Rodríguez
El navarro Óscar Rodríguez, este viernes en su casa de PamplonaJESÚS GARZARON
Publicado el 03/06/2023 a las 06:00
Cuando uno se encuentra con Óscar Rodríguez Garaicoechea (Burlada, 1995) no parece que haya pasado ingresado 12 días en un hospital italiano de Novo Liguria, ni que la viabilidad de uno de sus riñones hubiera estado seriamente comprometida. Rodríguez, ciclista navarro del Movistar, sufrió un accidente muy grave en el Giro de Italia del que ha salido vivo. Ahora mira al futuro.
¿Cómo está?
Ahora muy bien, supercontento, sin dolor, estoy muy bien.
¿Recuerda algo del accidente?
Lo recuerdo todo de este Giro. No perdí el conocimiento en ninguna etapa de lluvia (bromea).
¿Cómo sucedió?
Iba trabajando para intentar coger la fuga. Estaba flojo, porque había pasado un virus estomacal, y el primero en tirar tenía que ser yo. Iba comandando la bajada, y entonces se cayó el líder y varios INEOS. Estaba el suelo mojado, pero no llovía. Paramos, y a aquello había que darle velocidad, y me puse a comandar la bajada. Me vino Jonathan Milan increpándome por no sé qué. Yo giré un par de veces la cabeza porque no le entendía. ¿Qué dirá? Y al segundo gesto me pasó un corredor por el exterior demasiado cerca, sin ninguna necesidad.
¿Quién era?
Otto Vergaerde, que hizo un exterior y se cruzó. Era una curva fácil, que se podía dar a 80 por hora sin frenar. Me pasó muy cerca y yo tenía la vista quitada de la carretera, no pude girar ni evitarle. Le toqué yo la rueda de atrás.
¿Y?
No puede hacer nada. Al tocarle la rueda de atrás partí todos los radios, de destruyeron, y así era imposible dominar la bicicleta. La pena fue no haber caído directamente al asfalto. El caso es que me quedé montado en la bici. Yo veía que la casa se acercaba, se acercaba, se acercaba y no podía parar. La señal no la ví. Es que no tenía opción.
No frenaba.
No, nada. La rueda delantera estaba destrozada y con el freno de atrás no paras la bici.
¿Qué pasó?
Pegué un grito antes de estrellarme. Lo siguiente fueron dos parpadeos y verme tumbado en el suelo con mucho dolor, gritando a ver si venía a ayudarme alguien. Para cuando pararon pasó mucho tiempo.
Usted se tragó literalmente el poste de la señal con la cintura.
Así fue. La señal me paró en seco, y luego di con un murito de la casa. Paró el coche del equipo, la ambulancia no llegaba porque estaba atendiendo la caída anterior. Yo notaba que me costaba respirar y que tenía el fémur roto. Se bajó Muriel (el director), me preguntó a ver si podía seguir y le dije que no, era imposible, no podía respirar.
Y le sacaron de allí.
Sí, llegó la ambulancia y tuve una hora de viaje hasta el hospital. No podía respirar bien, jadeaba. Pensé que tenía las costillas rotas. En Tortona me atendieron muy bien, no esperé ni un segundo. Estaba muy consciente, me hicieron las pruebas con rapidez y vino la doctora. Me dijo que tenía una noticia buena y otra mala. La buena era que no tenía ningún hueso roto. La mala era que el riñón estaba dañado y tenían que mandarme a otro hospital.
¿Qué pensó?
Aquello no me dolía. Ella me miraba con pena. Llegué tarde y me subieron a la planta de urología. Ma atendió el doctor Marco Lorenzo, muy majo, sabía español. Me sondaron, que es muy desagradable, y empezó a sacar jeringuillas con sangre. Una, otra, otra... Se fue y me hizo firmar un montón de papeles y permisos para transfusiones y operaciones. Ahí me preocupé, porque vi lo que había y lo que sacaban. Fue muy desagradable.
¿Qué hizo?
Llamé a la familia porque aquello era grave. Vinieron mi madre y mi novia, Idoia. A las 12 de la mañana del día siguiente ya estaban allí. Los médicos me dijeron que tenía un trauma muy importante en el riñón fruto del golpe, y que había que esperar a ver cómo evolucionaba para ver si había que quitármelo o no. El problema era si horas o días después el riñón seguía sangrando, o no. A las cinco de la mañana me hacían analíticas a ver cómo estaban los valores. Los primeros días con la medicación iba bien, pero luego lo pasé mal.
¿Y la familia?
Solo tenían permiso para verme 40 minutos por la mañana y 40 por la tarde. Me pasaba solo la mayor parte del día. Los doctores y las enfermeras eran muy atentos, pero comunicaban poco. Yo me asusté el día de la caída, cuando me sacaron la sangre con la jeringuilla. A partir de ahí ha sido todo mejorar. Con incertidumbre, pero siempre a mejor.
¿Cómo evolucionó?
Cada día iba mejor. En cuanto vieron que no me tenían que operar, comencé a comer con normalidad. Las enfermeras me cogieron mucho cariño, como era el único joven me cuidaron mucho.
¿Cómo estaba de ánimo?
El ánimo era bueno, pero me aburría mucho. Los días se hacían eternos, tenía tantos mensajes en el teléfono que no tenía ni ganas de contestarlos. Deseaba que llegara la visita de la familia y la hora de la comida.
Y así 12 días.
Iba cada día mejor, pero la mejoría de verdad fue cuando empecé a moverme. Primero me senté, luego de pie, un pequeño paseo... y cuando forcé ya me sentí muy bien. Al final ya paseaba, hacía alguna sentadilla. Pedí el alta un día antes de lo previsto.
¿Y la pierna derecha?
Tengo un destrozo muscular importante, del golpe que me di contra la casa. Tengo un hematoma, una rotura muscular y una distensión. Pero voy forzando, y me encuentro cada vez mejor.
Cuando se tiene un golpe así, qué se siente y qué se piensa.
Cuando firmé todos los papeles, pensaba que iba a perder el riñón. Me lo habían puesto todo muy mal. Todos me decían que con un riñón se podía vivir; el médico del equipo me dijo que se podía ser ciclista profesional con un riñón... y yo pensaba: si con dos no gano, voy a ganar con uno. Pensaba ya en la invalidez. No, sí que piensas. Creo que, a pesar de todo, he tenido muchísima suerte. Si en vez de darme ahí me doy más arriba, se me parten las costillas, perforan el pulmón, y adiós. Me doy en el estómago, en el intestino, en el hígado... Es que íbamos muy deprisa.
Y ahora, ¿qué?
Yo me encuentro muy bien, y en el equipo me están parando, me dicen que tenga tranquilidad. Yo tengo todo el ánimo del mundo. El urólogo me ha dicho que todo está bien. Yo tengo todas las ganas del mundo de volver a salir a la carretera. Pienso en estar bien en las últimas carreras del año.
¿Sí?
Sí, sí. Pienso en estar compitiendo agosto, septiembre y las carreras de fin de temporada. Voy a estar un mes parado, es como empezar otra temporada nueva.
¿Y cómo se va a reconstruir?
Va a ser costoso psicológicamente, partes de cero. Soy un profesional, es mi trabajo y estoy en un año decisivo. Voy a empezar a hacer rodillo, me costará más salir a la carretera. Y luego sé que tendré que hacer un mes largo y duro en Navacerrada. Eso y cuidar mucho alimentación. Hay carreras de aquí a final de temporada, y trataré de aprovechar las oportunidades que tenga. Soy alguien positivo, mi alternativa es pelear y entrenar. Creo que de cosas así se sale más fuerte. Nunca había vivido cosas así, y aquí estoy con 28 años.
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