Mikel Pagola, el portero imbatible

Se levanta todos los días a las 5 de la mañana. Le espera una jornada laboral repartiendo productos lácteos. Saluda con una sonrisa en cada establecimiento al que entra. Le gusta transmitir buen rollo, en el trabajo y en la vida. Con sus casi 2 metros (mide 1,94) y complexión atlética, no es difícil intuir que es, o ha sido, deportista. Y así es. Mikel Pagola Biurrun (Villava, 4-3-1982) fue portero de fútbol. Llegó a estar en el póster de Osasuna, como tercero, en la temporada 2002-03, junto a Juan Carlos Unzué y Richard Sanzol. Pero, como él recuerda, quizá la oportunidad en el club rojillo, adonde llegó procedente de Oberena (2001), fue demasiado temprana. Después de una larga trayectoria por más de una decena de clubes de España, la mayoría de Segunda B, Pagola arraigó de nuevo en su tierra. En el Tudelano encontró estabilidad y, sin esperarlo, saltó a la popularidad gracias a un récord que nadie ha logrado batir, a pesar de que el último en intentarlo, el portero del Burgos José Antonio Caro, se ha quedado cerca. El meta burgalés sí superó a Abel Resino (1.275). Ahí siguen, en lo más alto, los 1.344 minutos sin encajar goles que acumuló el navarro en 2016 y que es el mejor registro de la historia del fútbol de categoría nacional. Su increíble hazaña se frenó tras 14 partidos imbatido, al encajar un gol contra el Hércules, en la fase de ascenso a Segunda, un objetivo que se le escapó al conjunto ribero. Churripi se ha quedado ahora en 1.293, aunque lo hizo en dos tandas (928 hasta ser expulsado más 355), por lo que su equipo no contabilizó esa imbatibilidad como sí lo hizo el CD Tudelano de Pagola. LOS RECUERDOS DE MIKEL Ajeno ya a este logro, Mikel, que tiene 40 años y dos hijos pequeños, seguía con su día a día, con su trabajo y con su labor de entrenador de porteros del Beti Onak, el equipo de su Villava natal. Además, durante un mes estuvo en Osasuna Femenino con las guardametas rojillas. Ha sido la amenaza de Caro de arrebatarle el récord la que le ha traído de nuevo aquellos recuerdos. “Cuando parecía que lo iba a batir, me daba un poco de pena, aunque desde el día que lo conseguí hasta ahora no lo había recordado. Pero sí que, cuando vayan creciendo mis hijos, me gustará que sepan lo que hizo su padre y que la camiseta del Tudelano está en el Museo del Deporte. Es muy bonito que tu nombre se pasee por todo el país con el escudo del Tudelano”, recuerda Pagola. Su hijo mayor, Markel, ya sabe que su padre consiguió algo especial. “Cuando superamos el récord de Segunda B, me entrevistó una tele local con mi hijo en brazos y cantó el himno del Tudelano -sonríe-. Ahora no sé si es consciente, aunque le enseñé el artículo del otro día -en referencia al publicado en estas páginas- y estaba contento porque le empieza a gustar mucho el fútbol”. EL TRABAJO, BETI, OSASUNA ¿Qué ha sido de Pagola desde ese 2020 en que se retiró? Ésta es su historia. “No dejé el fútbol, el fútbol me dejó a mí -bromea-. El último año no salió bien, llegó la pandemia, se creaba una nueva categoría, tenía 38 años y no me salió nada en Navarra, así que me busqué la vida. Empecé en el Beti Onak para entrenar a los porteros. Trabajé en el Archivo General. Osasuna me llamó para coger a los porteros del cadete, una experiencia muy bonita. Después me salió trabajo en Postres Lácteos de la Ulzama -donde continúa- y no seguí en Osasuna, pero les dije que cada vez que quisiesen contar conmigo iba a estar ahí. A raíz de eso, me llamó Julen Galdeano -coordinador de porteros del fútbol base de Osasuna-, porque Tommy (Trigo) estaba de baja. Esa semana iba a estar con los niños y cuando me lo dijo ni le tomé en cuenta, pero a las dos horas, dije: ‘Por muy mal que no lo haga no lo voy a empeorar -ríe-’. Y me parecía una oportunidad muy bonita. Ha sido una gozada. Lo que más me ha sorprendido ha sido las tres porteras, maravillosas en todos los sentidos. Trabajadoras, preparadas, competitivas, técnicamente muy buenas...”, dice en referencia a Maitane Zalba, Silvia Pérez y Jaione Larraiotz. Su cabeza sigue maquinando. “Estoy pensando montar algo para porteros con un amigo. Es una pena que en edades donde tienen que tener una formación para competir, los clubes no disponen de esa persona. Es complicado porque hay que conseguir campos, pero nos gustaría coger niños para que cuando lleguen a juveniles vayan medianamente formados y no se note tanto el salto. Cada vez hay menos porteros y puedo entenderlo. El niño quiere divertirse y estar con los amigos. Bastante soledad vivimos en los partidos como para estar solos en el día a día. El portero es el jugador más importante, sin portero no se puede jugar un partido -ríe-”. Por si fuera poco, este hombre inquieto se ha reciclado en el verde y mata el gusanillo cada domingo en el Beti de Boscos, ahora como delantero. “Soy el pichichi del equipo -ríe-. Ya no soy portero, el suelo está muy lejos”. Mikel Pagola insiste en esta conversación en el mérito grupal del Tudelano, el equipo donde más a gusto ha estado. “Sé que tiene más repercusión lo que hizo Abel en Primera, pero yo estoy muy orgulloso de lo que conseguimos. Es importante es ensalzar la figura del portero, pero hay que ser justo y el galardón es de aquel Tudelano. Hay que educar a los niños en que el fútbol es un deporte colectivo, no de premios individuales sin ningún sentido”, reflexiona. “Aquel año fue muy bueno para mí y para el equipo. Todos hicimos el récord y nos metimos en el playoff de ascenso a Segunda División, algo histórico”, rememora el navarro. Todo un trotamundos, se asentó en Tudela. “En estas categorías, durar en un equipo no es fácil. Si te va bien te vas, si no, no te quieren. En Tudela se unieron varias cosas. Estaba en casa, con la familia, quería estabilidad y en ese momento era lo mejor. Tras el récord tuve ofertas mejores, pero me reuní con el presi, me dio estabilidad con años y era lo que buscaba. Tuve un trato maravilloso, es donde más contento he estado y más he aportado”. Y el récord fue trabajo de un equipo. “Estábamos todos con la flecha para arriba, tanto ofensiva como defensivamente. Recuerdo cómo Jesús Lalaguna, en Santander, ante el líder, en el último minuto, nos tiraron tres córners, se acercó y me dijo: ‘Me da igual, no nos van a meter’. Así de alta era nuestra confianza y seguridad”. También quedan recuerdos de su etapa en Osasuna. “No estaba preparado para un salto tan grande, sobre todo mentalmente. Después, muchas noches soñé con volver a entrenar en Tajonar, porque no aproveché todo lo que tenía haberlo hecho. Fue muy bonito, conocí otros sitios, pero si me pilla con la experiencia de tres años fuera de casa lo habría aprovechado más”, afirma. Pero lo que no le quita nadie es ser el tercer portero del primer equipo. “Todavía guardo las postales de ese año. Mi hijo mayor es muy aficionado de Osasuna, hemos ido dos veces a El Sadar y cada vez le gusta más”.

Mikel Pagola, el portero imbatible

Fue portero de Osasuna, pero toda su carrera estuvo con las maletas preparadas, hasta que hizo historia en el Tudelano. Han amenazado su récord de imbatibilidad, pero no han podido con el villavés

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