Análisis
Siguen vestidos de rojo
Hace siete años, justo ahora, Osasuna anunciaba la venta de su último producto más cotizado

Actualizado el 01/02/2023 a las 15:27
Hace siete años, justo ahora, Osasuna anunciaba la venta de su último producto más cotizado. Mikel Merino fichaba por el Dortmund en una operación que le mantendría de rojo hasta junio y que reportaba de inmediato una inyección necesaria de 2 millones. Otros 1,7 se ingresarían al final de temporada. Hasta llegar a un total de 5, se irían cobrando variables (con el tiempo se cumplieron). Puede resultar poco dinero cuando su valor de mercado ronda hoy los 50 millones. Eran otras circunstancias, como pasaba años antes cuando se había vendido a Javi Martínez, Raúl García, César Azpilicueta y Nacho Monreal por un global de 30. También se disparó la cotización de estos cuatro grandes. Como caso más reciente en 2017, Berenguer se iba por 5,5.
A lo largo de su historia, Osasuna no ha podido evitar ser un club vendedor. Sus circunstancias respecto a sus rivales le han marcado el camino. Ciudad pequeña, menos socios y patrocinadores, y carencia del músculo económico de inversores al ser un club deportivo, que dicho sea de paso es el latido de su corazón al ser propiedad de los socios con ese sentimiento de pertenencia aparejado.
Los aficionados siempre se han sentido orgullosos de su equipo sea la etapa que sea. Pero siempre ha quedado la espinita clavada de no haber visto más años a esos activos de mayor proyección con la camiseta rojilla.
Este martes se cerraba una nueva ventana de incorporaciones y salidas sin sobresaltos. Otro mercado en el que Osasuna ha conseguido que ninguno de sus futbolistas más cotizados se haya visto tentado para cambiar de colores. Un ejemplo llamativo es el de David García. En otros tiempos hubiera volado. Un buen contrato y el aliciente de un proyecto ilusionante quita el mareo de lo que venga de fuera. El club sigue pidiendo la cláusula de rescisión.
Ocurrió con Moncayola, otro bien blindado como lo está Aimar Oroz. Nadie se marcha de Osasuna. Tampoco los que no son de la casa y teniendo oportunidades jugosas, tipo Lucas Torró, han preferido quedarse. Funciona esta política. Es cuestión de darle valor a que los cimientos no se agrieten. Solo queda disfrutar de todos ellos.