Copa del Rey
Así vivieron la final los corazones de Brasanac, Fran Canal, Mai Garde y Puñal
La CUN monitorizó a Brasanac, Fran Canal, Mai Garde y Puñal el sábado en La Cartuja. Tuvieron picos de pulso parecidos en los mismos momentos

Actualizado el 11/05/2023 a las 07:31
Una final de Copa, como la vivida el sábado, es un momento histórico, también una cita de grandes emociones. Y la emoción, una reacción psicofisiológica que tenemos todos y que cada uno experimentamos de una manera, tiene una de sus manifestaciones en algo tan perceptible como el pulso, en cómo late el corazón. El doctor Manuel Sáenz de Viteri Vázquez, médico de la Clínica Universidad de Navarra y uno de los doctores del centro de trabaja con Osasuna, monitorizó a cuatro personas del club el sábado en La Cartuja: Darko Brasanac, jugador de la primera plantilla que está lesionado; Fran Canal, director general de la entidad; Mai Garde, excapitana de Osasuna femenino y Patxi Puñal, ex futbolista rojillo. A todos ellos les puso un monitor Holter, un dispositivo portátil que, a través de electrodos, registra -entre otras funciones- el ritmo cardiaco. Los monitorizó desde las cinco de la tarde -cinco horas antes del inicio del partido-, hasta prácticamente una hora después de acabada y perdida la final.

EL PATRÓN COMÚN
Cuatro perfiles personales distintos, cuatros respuestas de sus corazones similares en los momentos decisivos. Pero cada uno con sus particularidades.
“En todos los casos se aprecia un incremento de las pulsaciones justo en el momento en el que van a entrar en el estadio. En los que son jugadores, Darko, Mai y Patxi, se nota también la tensión del inicio del partido, lo notan más que Fran, lo viven con una intensidad importante”, comenta el doctor Saénz de Viteri.
Tres de los cuatro corazones responden a un patrón de respuesta ante las emociones similar. Incremento de pulsaciones cuando llegan a La Cartuja y se topan con el escenario de la final -los 25.500 rojillos animando-, una respuesta regular durante el partido, con los picos puntuales de los goles. Y la reacción más alta, la explosión del sentimiento de emoción al término de la final, cuando todo Osasuna va a agradecer a los aficionados su apoyo en la grada.

A veces la respuesta ante las emociones depende de algo tan cambiante como el escenario y las circunstancias personales. Darko Brasanac, que se lesionó de la rodilla en el partido contra el Elche hace un mes, viajó a la final de Sevilla como el resto de sus compañeros. Vio la final acompañado por su familia en un palco de La Cartuja. Y de los cuatro fue el que alcanzó un pico de pulsaciones más alto, 162 pp.
“Darko vivió el partido con más intensidad que ninguno. Estaba en un palco sí, no estaba con el resto de jugadores en el césped, pero vivió aquello como un jugador, como equipo, sabía lo que tenía delante y lo que estaban viviendo sus compañeros”, apunta el médico de Osasuna.
A diferencia del resto, a Mai Garde se le colocó el Hotler poco antes de entrar el estadio. La excapitana de Osasuna femenino vivió la final en la grada sur, mezclada con todos los aficionados, y de los cuatro lo hizo con una mayor intensidad media. 88 pulsos medios. No paró de saltar y de animar, de vivirlo; su corazón lo sintió y el registro lo detectó; tiene el promedio más alto.

“De los cuatro es la que lo vive con una mayor intensidad durante todo el partido, de forma constante, solo tiene una bajada en el descanso. Se nota que estuvo en la grada sin parar”, dice el médico de Osasuna y de la CUN. “De hecho ella nos dijo al término del partido que había animado a tope durante toda la final, lo dio todo sin parar. En el fondo sur no había nadie sentado, y se notaba”.
El caso de Patxi Puñal es llamativo. A sus 47 años sigue teniendo valores de deportista de elite. A pesar de que vio la final en la grada sur, entre un montón de gente como Mai Garde, su corazón se alteró ‘poco’. Tuvo un pico mínimo de 50 pulsaciones, unas máximas de 100 y su media fue 71.
“Es que Patxi está muy en forma, su nivel de pulsaciones es muy bajo, estaba supertranquilo. Son valores llamativos. Pero cuando Osasuna marcó el gol, se emocionó como todos en ese momento, ahí sus pulsaciones subieron. Estaba en la grada sur y ese momento se vivió con mucha iontensidad. Y también subieron al final porque fue un momento muy muy emotivo”, apunta Sáenz de Viteri.
EL PALCO, EL FINAL
De los cuatro perfiles, el más institucional era el de Fran Canal. El director general del club, el que también tiene un perfil menos deportivo, fue quizá quien vivió el partido en un entorno de emoción mucho más contenida que en la grada.
“Para mí la diferencia es que está en el palco. Estar en la grada hace que la emoción se contagie, se transmita. En el palco hay que guardar las formas, uno no puede ser todo lo efusivo que quisiera ser”, apunta Sáenz de Viteri. “Su nivel de pulsaciones es el normal para una persona que normalmente no hace mucho deporte. No registró grandes variaciones”.

En los cuatro casos, sus corazones alcanzan su techo de pulsaciones cuando, una vez terminado el partido, acudieron en grupo a agradecer a los 25.500 rojillos su apoyo desde la grada. De las 100 pulsaciones de Puñal, a las 162 de Brasanac.
“Es el momento en el que todos se vienen arriba en su nivel de pulsaciones, sobre todo en el caso de Brasanac. Su momento más emocionante fue cuando sintió el cariño de la afición, también hay que tener en cuenta que se movía por el campo con muletas, que todavía tenía las grapas en la rodilla”, argumenta el médico de Osasuna.
¿Y cómo un corazón puede alcanzar esos picos de pulsaciones a causa de ningún esfuerzo físico sino por una situación emocional? “Los aumentos de frecuencia cardiaca responden a dos motivos. Una demanda muscular, se necesita más oxígeno y se bombea más. O la liberación de adrenalina a causa de un estímulo emocional”, apunta Sáenz de Viteri. “Y aquí vemos los dos tipos. Brasanac tuvo un momento emocional muy potente, y Mai no paró de animar en ningún momento”.
¿Y qué desgaste lleva implícito ver una final de Copa con la intensidad que se vivió en La Cartuja? Pues salvo que se sufra una patología previa no tiene por qué ser algo peligroso. El gasto que llevan esos 90 minutos de pura pasión futbolística puede asemejarse a un paseo largo caminando a buen ritmo, o unos cinco kilómetros de carrera contínua, con ligeros picos por algún cambio de ritmo.