Luis Sabalza padre e hijo forman parte de dos equipos de moda en el palco y en la cancha

Los dos se llaman Luis y se apellidan Sabalza. Se reencuentran a las puertas de Arrosadía con un abrazo y un beso en la mejilla. Los dos forman parte de dos equipos que están viviendo un final de temporada apasionante. Al lugar en el que pasan gran parte de su tiempo les separan doce minutos a pie. Uno es el presidente del subcampeón de la Copa del Rey y el otro forma parte del cuerpo técnico de un equipo que tiene dos partidos por delante para ser de la LEB Oro. Luis Sabalza Iriarte y Luis Sabalza Ortiz-Roldán son padre e hijo. La satisfacción que recorre el cuerpo de un hombre que ha devuelto a una final a un Osasuna contagioso en ilusión contrasta con la felicidad de un hombre cuyo equipo recibe mañana al poderoso C.B. Prat en la ida de la final del playoff de ascenso. Ambos abogados de profesión, centran su día a día en sus dos pasiones, para uno el fútbol y para otro el baloncesto. Aunque no siempre ha sido así. Uno dedicado al fútbol y otro al baloncesto. ¿De dónde viene esta diferencia de cargos? Luis Sabalza Iriarte: Yo empecé siendo entrenador de baloncesto en Sangüesa. Luis era pequeño y nos acompañaba, y creo que ahí le entró la afición. Tras un tiempo, empecé a meterme más en el fútbol. Al principio fui Defensor del Socio en Osasuna y más tarde presidente. Pero nunca he estado en el mundo del fútbol. Creo que Luis tiene más andanzas para contar sobre el baloncesto -ríe-. Luis Sabalza Ortiz-Roldán: Sí, bueno. Como todo niño empecé haciendo las pruebas para jugar a fútbol. Me dijeron que me iban a avisar, pero supongo que perdieron el número de teléfono -bromea-. Me apunté en el colegio a baloncesto y me enganchó. Desde entonces sigo dentro de este deporte y del fútbol soy un mero espectador. ¿Por qué empezó como entrenador en Sangüesa? L.S.I.: En aquel entonces hicieron una campaña de captación, para buscar a alguien que quisiera mover el baloncesto en el pueblo. Me metí, di varios cursillos de entrenador, aprendí en la Federación Navarra de Baloncesto (FNB)… Y así estuve varios años. ¿Fue jugador también? L.S.I.: Sacamos un equipo un año, en el que yo era el entrenador. Pero en los pueblos a veces no hay gente suficiente para jugar y me tocaba hacer de jugador. ¿Usted dónde jugó? L.S.O.: Yo jugué en el Maristas hasta los 23 años. Me lesioné de la rodilla. En ese proceso de recuperación, me di cuenta de que me lo pasaba muy bien de la línea del campo hacia fuera. Me recuperé de la rodilla pero solo me sirvió para jugar con amigos de vez en cuando. Me centré en ser entrenador. He estado en el Maristas, en el Ursulinas, en el Burlada, en el San Cernin y en el Valle de Egüés, además de dos aventuras en Barcelona y Madrid. También colaboro con la FNB en formación, charlas… Me apasiona. Están en los equipos que más alto se encuentran en Navarra en el fútbol y en el baloncesto. ¿Cómo se lleva eso? L.S.I.: Simplemente, yo me presenté a presidente en 2014. Luis en aquel momento entrenaba en el Valle de Egües. Si no me equivoco… L.S.O.: Sí, sí. L.S.I: Tampoco estábamos en nada del otro mundo. Yo cuando me presento, no sé lo que voy a durar. Pero ahí sigo tantos años después. Creo que haciendo una labor muy buena. Del Osasuna que nos encontramos al actual hay un cambio muy grande. Yo he vivido un salto, al igual que Luis desde el Valle de Egüés hasta ser entrenador en la LEB Plata, que ya es semiprofesional. L.S.O.: Pues sí, es la noche y el día. Estaba entrenando a peques, para los que el baloncesto es una mera extraescolar y, de repente, el año pasado me surgió la oportunidad de forma parte del cuerpo técnico del ENERparking. Las circunstancias han hecho que se produzca esta coincidencia. Pero no es algo que estuviera para nada previsto. ¿Hasta qué punto les ayuda en su relación formar parte del mundo del deporte? ¿Les hace comprender mejor al otro en una mala racha? L.S.I.: Yo creo que siempre nos hemos entendido. De hecho, hemos compartido despacho. Siempre ha habido una buena relación padre-hijo. O eso creo yo. Él tendrá que decir si ha habido buena relación hijo-padre -bromea-. L.S.O.: Sí, claro. Bueno, también hemos discutido. Y lo seguiremos haciendo en cosas en las que pensamos diferente. Eso forma parte también de una buena relación. Tener puntos de vista distintos y ser capaces de debatirlos. Yo estoy encantado de ser hijo de mi padre. El deporte nos ayuda a entendernos, sí. Nos ayuda a ver que los malos momentos son normales. Que hay días mejores y días peores. Y que estos dependen muchas veces del azar, de que la pelotita entre por la portería. L.S.I.: O por la canasta, ¿no? ¿Le ha tocado ejercer de hijo en algún momento amargo de su padre? L.S.O.: Sí, sobre todo en los primeros años que estuvo en Osasuna. Aunque en casa no hablásemos demasiado de fútbol o de baloncesto, sus primeros años fueron duros. Debido a la situación en la que estaba el club. Sin quererlo, hablábamos de esos temas. ¿Y al revés? L.S.I.: La misión del padre con respecto al hijo es que este sepa que ahí tiene a su padre dispuesto a ayudarle. Pero tampoco hay que inmiscuirse. Yo cuando era entrenador, ni existía la línea de 6,25 metros. Ha llovido mucho. Bueno, ha llovido fuera. Cuando yo entrenaba no jugábamos ni en pabellones, jugábamos al aire libre, en el patio del colegio. Ha cambiado todo mucho y por eso creo que no puedo darle muchos consejos en lo deportivo. Simplemente, el padre tiene que ser un hombro en el que un hijo se puede apoyar. ¿Suelen ir a ver a sus equipos? L.S.I.: Ahora menos. Desde que está en la LEB Plata es difícil compaginar, porque solemos coincidir. Su ritmo ahora es más exigente y apenas puede venir a ver a Osasuna. Y yo a él tampoco voy a verle mucho. No quiero ponerle más nervioso de lo que puede ponerle un partido de por sí. Él tiene que actuar, yo solo lo veo. Le suelo invitar a veces, aunque es socio de Osasuna. Pero va cuando quiere. Perdón, cuando puede. L.S.O.: Eso es, cuando puedo. Casi siempre nos coinciden los partidos. Igual ellos juegan en El Sadar a las 21 o a las 18 y nosotros en Arrosadía a las 20. No es compatible. El final de temporada de Osasuna y del Basket Navarra está siendo similar. ¿Le ve feliz a su hijo? L.S.I.: Sí. Le veo feliz porque la idea del Basket Navarra es subir a la LEB Oro y lo tiene realmente cerca. Era su principal objetivo. Ahora solo le puedo dar ánimos para lo que tienen a partir de mañana. De la misma forma que él me decía que podíamos ganar al Real Madrid, yo le digo esto ahora a él. Al igual que se lo dije a mis jugadores antes de la final, ahora se lo digo a él: todo es posible. ¿Y usted ve feliz a su padre tras la final de la Copa del Rey? L.S.O.: Sí, mucho. Pero no solo por la Copa, también por todo lo que viene de antes. La consolidación del equipo en Primera División, la mejoría económica, la felicidad y la tranquilidad que te da hacer las cosas bien... Es un trabajo en el que mi padre y el resto de la junta directiva cree. Y cuando un club como Osasuna tiene tranquilidad en la parte institucional, creo que es más fácil jugar después. La fiebre rojilla está recorriendo Navarra estos días. Pero en Arrosadía también ha crecido mucho la grada en los últimos partidos, sobre todo a raíz del ‘playoff’. ¿Qué importancia le dan a la afición? L.S.I.: No dejan de ser dos deportes que tienen una gran diferencia de seguimiento. E influye que nosotros estamos ahora en Primera y ellos están en la tercera categoría. Pero de base, el fútbol tiene más tirón. Cuando yo venía aquí de entrenador del Cantolagua, el presidente de la FNB en aquel entonces me decía: “Tenemos el problema de que en Navarra hay que competir con el fútbol”. Aquí casi todos los niños quieren jugar a fútbol. Pero el Basket Navarra está creciendo. Nos tenemos que fijar en sitios como Vitoria, donde el baloncesto y el fútbol están a la par. Pero se necesita tiempo para ello. L.S.O.: Sobre la fiebre, yo no pude estar en Sevilla porque jugamos ante Zornotza ese día. Pero la cantidad de personas que había tiñendo la ciudad de rojo, la cantidad de gente que tiene una camiseta de Osasuna, ¿eh? -mira de reojo a su padre, quien sonríe-. Por la parte que nos toca, tenemos la suerte de que llenamos la grada de Arrosadía. La gente se lo pasa bien al vernos. Si con eso podemos robarle unos pocos niños al fútbol, ni tan mal -le toca con el codo a su padre-. L.S.I.: No se trata de robar, sino de que los niños tengan la oportunidad de elegir. Yo reconozco que el baloncesto es más difícil de practicar, porque los que somos pequeños no tenemos nada que hacer -bromea-. L.S.O.: Cuantas más opciones tengan los niños para elegir, mejor. Creo que, aparentemente, resulta más sencillo jugar a fútbol. Parece más fácil darle con el pie a una portería de varios metros, que meter el balón en un aro que está a tres metros del suelo. L.S.I.: Eso es difícil, pero ten en cuenta que en la portería hay portero. L.S.O.: Dice eso porque tiene a Sergio Herrera -ríen ambos-. ¿Cómo definiría a su padre como presidente? L.S.O.: Lo que más destacaría es que cuando veo a mi padre en la prensa o en la televisión le veo a él como es. No es nada impostado. Y creo que le ha dado a Osasuna tranquilidad en un momento convulso. Le ha dado serenidad para que ciertas circunstancias del pasado no se vuelvan a repetir. Y también le ha dado una línea de trabajo para el futuro, en la medida de las posibilidades que tiene Osasuna. Ojalá que el club siempre esté siempre en las primeras posiciones, pero quizás no es posible. Aunque estar en la zona media de la tabla, como ahora, sí. ¿Y usted a su hijo como técnico? L.S.I.: Mi hijo y yo somos de la misma pasta. No somos de ir a medio gas. Somos de ir con todo. Si soy presidente, tengo que ejercer de ello. Trabajar, buscar colaboradores… Yo me vuelco. Y creo que Luis hace lo mismo como entrenador en el Basket Navarra. No sé si estará un año o treinta, pero mientras esté, estará. Nos entregamos a aquello a lo que nos dedicamos. ¿Un último consejo que quieran darse el uno al otro? L.S.I.: Yo le diría lo que acabo de decir. No seas entrenador por cumplir, entrégate de verdad. Pero sé que lo va a hacer, porque nos han enseñado a ser así, desde siempre. L.S.O.: Sí, eso es verdad. Y yo le diría lo mismo. Que mientras sea presidente de Osasuna, lo sea con todo. Y una vez deje de serlo, que se dedique a algo porque quiere hacerlo. El técnico del Basket Navarra destaca una costumbre que tiene junto a su padre: “Respecto al apoyo de mi padre, hay una cosa que hago siempre, porque la hice una vez que estaba nervioso y ahora la hago siempre. Soy abogado igual que él. Cada vez que voy a entrar a un juicio, le llamó. Supongo que para tranquilizarme. Necesito saber que mi padre está ahí para ayudarme. Eso que decía él de que un padre tiene que estar encima de su hijo, a mí me pasa cuando me coge el teléfono. Que me diga que no me preocupe, que lo tengo preparado y que tire para adelante. Luego el juicio irá más o menos bien, pero al menos tengo la tranquilidad de haberle escuchado antes de entrar”.

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