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El verano de los frontones pequeños

La mano profesional está viviendo en 2020 el verano más atípico de su historia. La covid-19 ha liquidado a las grandes ferias, y a las empresas no les ha quedado otra que buscarse la vida en pueblos y frontones pequeños. La lucha es quincenal

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El verano de los frontones pequeños
Actualizado el 13/08/2020 a las 06:00
La mano profesional no es igual hoy que hace cuatro meses, ni lo será en el futuro. Domingo, 9 de agosto. Frontón Bi Aizpe de Irurtzun. Como en todos los festivales que organiza Aspe, dos empleados de la promotora armera esperan en la entrada a que llegue el público. Uno te toma la temperatura con una pistola-termómetro. El otro, previo al chequeo de la entrada digital, ofrece gel hidrológico para limpiar las manos. Antes de entrar hay una alfombrilla con producto desinfectante. Y además se recuerda que en el interior es obligatorio el uso de la mascarilla. Mientras, en la cancha, desde un par de horas antes del inicio del programa, Inaxio Errandonea, el responsable comercial de Aspe, y Jon Apezetxea, intendente, se han encargado junto con el canchero de cada frontón de supervisar las instalaciones. Junto con la taquillera Olaia Gallastegui separan y señalizan con un folio que incluye la señal de prohibido las localidades en las que el público puede sentarse o no, de acuerdo con el aforo que tenga cada recinto, que varía según cada comunidad autónoma.

Es el pan nuestro de cada fin de semana y de cada día que las empresas Aspe y Baiko programan este verano. La gran diferencia respecto a campañas estivales precedentes es que se está programando en pueblos pequeños. La desaparición de las grandes ferias y de parte de las plazas habituales, les ha obligado a las empresas a buscarse la vida en pueblos y frontones más pequeños.

“Es un panorama totalmente diferente al de otros años. No están las ferias, y luego los pueblos que solían incluir pelota en sus programas de fiestas actúan de dos maneras. Los hay que no quieren saber nada y no hay pelota. Y los hay que quieren mantener algún evento especial, como son los partidos, pero fuera de las fechas de las fiestas. O el fin de semana antes, o en días posteriores”, decía Iñaxio Errandonea.

MENOS QUE EN S.FERMÍN

Tradicionalmente el verano manista profesional tiene como motores nueve ferias, con dos principales: San Fermín y San Mateo. De ellas cuelgan la Blanca, San Sebastián, Bilbao, Lekeitio... más los festivales de los pueblos.

En 2020 las ferias, como las fiestas de las grandes capitales, han desaparecido. La falta de los pilares del calendario lleva implícito menos público, menos ingresos. Las empresas han montado para el verano 2020 un torneo de parejas mixto de 18 semanas, que se está celebrando en frontones pequeños, poco habituales en los programas.

Hasta la fecha se han disputado siete jornadas y media, 30 festivales que han reunido -de acuerdo con las asistencias facilitadas por las empresas- a más de 6600 aficionados desde finales de junio hasta hoy. Números que contrastan con los más de 10.000 aficionados que han copado el Labrit a lo largo de la última década durante cada feria de San Fermín.

Bien es cierto que la respuesta del público en 2020 está muy condicionada por dos aspectos. El más evidente, el temor real al contagio. La gente tiene aún reparos a asistir a espectáculos deportivos y culturales. La pelota es uno de ellos.

Dos, las limitaciones de aforos. Las empresas programan en frontones más pequeños, y además lo hacen con limitación de asistencia. 66% de capacidad en Navarra, 60% en la Comunidad Autónoma Vasca, 75% en La Rioja.

“Estamos limitados por los aforos. Y luego hay otra realidad indudable, y es que los frontones industriales como Pamplona, Bilbao o Tolosa no terminan de funcionar a estas alturas de verano, porque están fuera de temporada”, dicen desde la LEP.

La sensación en la LEP es que el público, de inicio, ha respondido en menor medida a las estimaciones que habían hecho en un primer momento. Aunque todavía queda la parte final del verano, y en Logroño se espera programar unos cuantos días.

BATALLA QUINCEAÑAL Y OTOÑO

Lo atípico del verano 2020 ha tenido como consecuencia para las empresas que sus programaciones se hacen de quince en quince días. Cada dos semanas hay que buscarse la vida para ‘colocar’ el Masters.

Pero las empresas miran más allá. Si la respuesta del público en la teórica temporada alta (verano) ha sido discreta, ¿qué pasará en otoño y en invierno sin pueblos? ¿Se animará el público a asistir a los frontones industriales con el estado de alarma sanitaria? Esa es la gran cuestión.

“No está siendo fácil. Pero tenemos muy claro que una vez que hemos arrancado, no vamos a parar”, dice Errandonea.
EL DATO

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ESPECTADORES de promedio en los festivales del Master.
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