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Así es Oinatz, pelotari por naturaleza

Familares y el entorno del leitzarra le describen la víspera de su adiós

Ampliar PRIMO, BOTILLERO, CONFIDENTE Y AMIGO.  Asier García, a la izquierda, acompaña a Oinatz Bengoetxea a los vestuarios del Labrit después de dar un mal pelotazo
PRIMO, BOTILLERO, CONFIDENTE Y AMIGO. Asier García, a la izquierda, acompaña a Oinatz Bengoetxea a los vestuarios del Labrit después de dar un mal pelotazoJesús Caso
Publicado el 25/02/2022 a las 06:00
Escribir sobre la figura de grandes campeones no es sólo iluminar el innegable y desbordante palmarés, sino reconocer el papel de aquellas personas que, desde la cuna, han ayudado a modelar y perpetuar el aura de pelotaris de leyenda que soñaban con escribir historias de gloria en el olimpo de la pelota profesional. Oinatz Bengoetxea no sólo ha tenido la gran fortuna de formar parte de una de las exquisitas sagas, especialmente a través de sus tíos Juan Mari y Miguel, o de crecer en un entorno genuino para la práctica de la pelota, sino que ha sabido decidir sobre el rumbo de su propio destino confiando en su familia y entorno.
“Desde los 5 años hasta ahora se ha sacrificado por conseguir sus sueños. Es una persona que tiene las ideas muy claras, tiene sus convicciones, y lucha por lo que quiere al máximo”, describe su hermano Arkaitz, el mayor de los de los dos hijos de Joaquín Bengoetxea y Lourdes Berasategi. “Oinatz ha tenido predilección por la pelota desde pequeño, siempre ha tenido un don para este deporte. Muchas veces salía a la mañana a jugar a la plaza y teníamos que ir a buscarle a la hora de comer porque no se quería ir”. El frontón ha sido el gran escenario donde poder dar rienda suelta a un espíritu indomable.
Juntos compartieron horas de entrenamiento en el club Aurrera de Leitza a las órdenes de Julián Iparragirre, monitor de la escuela de pelota durante dieciséis años (1986-2001).
El ahora colaborador en las narraciones pelotazales de Euskadi Irratia asegura que Oinatz era “un crío diferente” al que se le veía una afición desmedida por este deporte. “Oinatz nació pelotari, apenas a cien metros de un frontón, y poco había que enseñarle”, rememora. “Así como Barriola era muy exigente, quería destacar, jugar más que los demás; Oinatz jugaba su partido adelante y después se iba a pelotear con otros chavales en el rebote y no se iba a casa hasta cerrar el frontón”, cuenta.
CONTRA LA MAREA
Oinatz, a lo largo de su trayectoria profesional de la LEP, ha encontrado momentos para reivindicarse frente a los mejores. “Se ha hecho fuerte ante la adversidad”, reconoce su hermano Arkaitz. Una virtud que ha empujado al delantero a consagrarse a gestas imposibles. “Cuando tenía partidos difíciles se crecía y daba la talla”, coincide ‘Iparra’.
Todavía recuerda el partido que enfrentó a Martínez de Irujo-Barriola, entonces vigentes campeones del Parejas, y Bengoetxea VI-Untoria en la última jornada de la liguilla de 2015 que se disputó en Irún. “Irujo-Barriola necesitaban hacer al menos 17 tantos para clasificarse para semifinales y se quedaron en once. Algo impensable”, se ríe todavía incrédulo Julián. Ese día Oinatz firmó una actuación sobresaliente con 19 tantos realizados, cuatro de saque y 15 tantos en juego. La pareja de Aspe vio dilapidadas sus opciones frente a unos rivales que un mes más tarde se proclamarían campeones de esa edición. Un hito cimentado a golpe de esfuerzo y rebeldía.
EL MENTOR, EL AMIGO Y RIVAL. Abel Barriola, Julián Iparragirre y Oinatz Bengoetxea antes de la final
EL MENTOR, EL AMIGO Y RIVAL. Abel Barriola, Julián Iparragirre y Oinatz Bengoetxea antes de la finalArchivo
Hay quienes tampoco olvidan la sorprendente remontada con la que Bengoetxea VI liquidó mano a mano al campeón Olaizola II en 2008. De un 7-0 inicial se dio paso a un 7-15 que finalizó en 12-22. O la victoria de Bengoetxea VI-Larunbe sobre unos Irribarria-Rezusta que acumulaban seis victorias consecutivas en el primer mes del Parejas de 2017. Ambas combinaciones, curiosamente, protagonizaron la final ese año en Bilbao.
Oinatz hacía jugar al compañero, le animaba, le hablaba mucho. Era listo y bueno con quien tenía al lado”, afirma ‘Iparra’. “Creo que con Beloki -con quien debutó en el Parejas en 2005 y llegó a la final- adquirió experiencia y aprendió a hablar con los compañeros y a sumar como pareja”, deduce. Quizás esa camaradería estuvo representada en su máximo esplendor en el otoño de 2020, cuando el leitzarra hizo suyas las consignas con las que buena parte de la plantilla de Baiko se declaró en huelga.
LA SINTONÍA CON SU PRIMO
“Oinatz ha sabido jugar a pelota como es él. Le ha salido natural y siempre se ha sentido cómodo en el frontón”, señala su primo Asier García. El también leitzarra, de 42 años, ha ejercido como botillero y hombre de confianza de Bengoetxea VI durante catorce años, desde 2008, una fecha grabada en la memoria de ambos ya que significó la conquista de su primer título manomanista. “Eso dejó huella”, dice Asier.
“Somos primos, además con una relación bastante especial desde pequeños, pero cuando se tata de trabajar juntos lo hemos abordado desde la perspectiva de alguien que exige y alguien que es exigido. Hemos intentado aplicar el sentido común”, apunta. En este tiempo ha tratado de adoptar un papel activo en la preparación de Bengoetxea VI. “Entendía que para exigirle en el frontón primero tenía que conocer cómo se encontraba y para ello tenía que estar con él los 365 días al año. He podido ser incluso muy pesado”, admite.
Juntos han disfrutado de las cuatro txapelas pero también han tenido que afrontar decisiones difíciles como la renuncia a disputar la final de 2015 a causa de una fractura en el dedo índice de la mano izquierda de Oinatz. “Hemos sabido gestionar situaciones como aquella y la perspectiva del tiempo ha demostrado que fueron acertadas, pero en su día fue muy doloroso”, recuerda, “Entendió que sus seguidores se merecían un respeto”.

Marín: “No conozco a nadie con más seguidores de Oinatz Bengoetxea”

Mario Marín bien podría considerarse el presidente de un hipotético club de fans de Bengoetxea VI. Este donostiarra, de 58 años, ha ocupado siempre un lugar preferente en las primeras filas de cualquier frontón donde estuviese programado el delantero de Leitza. “El primer partido que recuerdo de Oinatz en el frontón fue en 2007. Irujo-Goñi III jugaban contra Oinatz y Patxi Ruiz en Bergara, partido oficial del Parejas. Oinatz iba perdiendo 21-16, creo, y terminaron ganando 21-22. Me encantó el final de partido que hizo, su manera de ser y su nervio”, rememora.
A partir de ese momento, Marín y su compañera Itziar Aguilar dieron rienda suelta a su idilio deportivo luciendo camisetas serigrafiadas con el lema ‘Ni beti Oinatzen alde’ en apoyo al leitzarra, indumentaria que más tarde acabó siendo reemplazada por las elásticas azules y coloradas de Asegarce. “La vida me ha regalado muchos momentos muy bonitos junto a Oinatz, ha hecho cosas que no ha hecho ningún pelotari, por ejemplo hubo un verano en el que nos regaló todos los trofeos que conseguía en ferias”, destaca Marín, a quien una vez le reconocieron en un recóndito y casi deshabitado pueblo de la sierra de Cameros al grito de “¡Tú eres el amigo de Bengoetxea!”.
FIN DE CICLO
“Los genes de pelotari los lleva en la sangre del apellido pero la casta le viene por parte materna. Siempre he admirado la fortaleza mental de Oinatz y cómo se ha revuelto ante algunas injusticias de su propia empresa”, subraya, “Es una persona que cae bien a todo el mundo. No conozco a nadie que tenga más amigos que Oinatz”.
Este fiel seguidor de Bengoetxea VI, que ha optado por asistir únicamente a la despedida de este sábado en el Labrit, reconoce que la retirada de su ídolo supone para él mismo el final de una etapa vital de quince años. Acudirá a algunos de los festivales que ha amarrado Oinatz hasta el próximo 5 de octubre y no descarta que acuda esporádicamente a partidos de Altuna III o Laso. “Esto es una vez en la vida, han sido años muy bonitos en los que he conocido a gente muy maja. Cuando Oinatz se retire definitivamente en Leitza me centraré en el tango”, se ha propuesto Marín.
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