
Olaizola II e Irujo, el último clásico
Olaizola II e Irujo protagonizaron una de las rivalidades más apasionadas del siglo XXI, enfrentándose en cinco finales
28/05/2022
¡Aimar! ¡Irujo! ¡Aimar! ¡Irujo! Son los ecos de la última gran banda sonora que dividió a la afición pelotazale y entusiasmó hasta la médula a toda una generación de pelotazales. Un duelo que pasará a la historia, que fortaleció a la mano profesional y que marcó toda una época dorada que todavía resuena mágicamente mientras una nueva hornada de manistas se abre paso.
Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo lo compartieron casi todo siendo los dos grandes polos opuestos del siglo XXI. Juntos coincidieron hasta en cinco finales del Manomanista que auparon al delantero de Goizueta hasta el número uno en tres ocasiones (2005, 2012 y 2013) por dos del de Ibero (2006 y 2009).

Protagonizaron un total de ocho enfrentamientos a todo frontón, empezando por aquel inimaginable 1-22 con el que Irujo certificó el pase a su primera final del mano a mano al derrotar al entonces subcampeón de la distancia. “Creo que no he jugado un partido así en mi vida”, declaró un joven pelotari, de 22 años, que todavía no había cumplido su primer año como profesional.
De esta forma, el de Ibero sorprendió a la cátedra calándose su primera txapela al vencer a Xala por 22-12 una semana más tarde de lo previsto debido a la gastroenteritis que padeció el galo. Sólo hubo que esperar al año siguiente para que los dos capos navarros pugnaran por un entorchado que Diario de Navarra se encargó de titular, de manera casi premonitoria, como “El bautismo de una época”.

EL CAMBIO OBLIGADO
Olaizola II destronó al campeón, consiguiendo la primera de sus cuatro txapelas individuales. El goizuetarra se retiró de la carrera profesional siendo el segundo pelotari con más finales manomanistas disputadas, un total de 10, sólo superado por Julián Retegui, con 14 finales.
En 2006, Juan Martínez de Irujo se tomó la revancha consagrándose ya como el gran revolucionado de la especialidad. Destacó por una dinámica más explosiva, donde primaba un brillante juego de aire que obligó a sus rivales a adaptarse a esa nueva forma de jugar y de entender el propio juego, entre ellos al propio Olaizola II. El de Ibero volvió a ganar la partida en 2009, pero fue Aimar quien le obligó a rendir cuentas en las finales de 2012 y 2013 con un idéntico marcador (22-7) en el Bizkaia.
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