Más de 4.500 navarros de 14 a 17 años presentan conductas adictivas al móvil

Un grupo de amigos sentados en un banco y todos callados, mirando su móvil. ¿Le suena? El móvil es el gran omnipresente de nuestras vidas y quien más quien menos se confiesa enganchado a él. Sin embargo, entre el uso y abuso hay un amplio recorrido. Los expertos reservan el concepto de adicción a quien sufre problemas físicos y psicológicos como ansiedad, palpitaciones y sudores cuando, por ejemplo, olvida el móvil en casa o se queda sin batería. Y en esa afección, los adolescentes son los más frágiles. Un estudio financiado por la Unión Europea, y realizado por la ONG Protégeles, sobre conductas patológicas en Internet señala a España como el país con el porcentaje más alto de jóvenes de entre 14 y 17 años que presenta conductas adictivas y, por tanto, están en claro riesgo de ser adictos. Habla de un 21,3% de los adolescentes que, trasladado a los más de 23.500 navarros de esa franja de edad, arroja que más de 4.500 rozan la adicción en su sentido más extremo. DOS IDEAS CLARAS 1 Síntomas de alarma. Necesita estar conectado más tiempo. Si no, está deprimido, nervioso o incluso violento. Deja de lado sus obligaciones y sus relaciones sociales y miente sobre el tiempo de conexión. 2 Un contrato para prevenir. Con los más pequeños no usar el móvil como ‘niñera’ y con los mayores firmar un contrato con normas y límites. Muy importante que los padres den ejemplo. Si hay síntomas, fijarse una meta de quitarse una o dos aplicaciones y ver qué le lleva a ese abuso. La conducta adictiva, en esencia, se caracteriza y se detecta por la pérdida de control sobre el uso de Internet a través del móvil. Este comportamiento puede conducir al aislamiento y al descuido de las relaciones sociales, de las actividades académicas y recreativas, de la salud e, incluso, de la higiene personal. EL 70% CON MÓVIL CON 12 AÑOS Pero antes de llegar a la adicción, hay una antesala. Los expertos dicen que emplear más de dieciocho horas a la semana jugando con el ordenador, quince horas en redes sociales o tener más de 500 amigos online son hábitos relacionados con la posibilidad de desarrollar una conducta disfuncional en el uso de Internet. No son los únicos datos que invitan a la reflexión. En estos momentos, el 73% de los niños navarros de entre 10 y 15 años ya dispone de un smartphone, pero es que a los 12 ya lo tienen más de un 70% y a los 14 años, el 90%, según la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares correspondiente a 2016 del Instituto Nacional de Estadística. Además, a partir de los 10 años, los jóvenes ya prefieren Internet a la televisión y se declaran “inseparables” de su teléfono móvil. Ante este escenario, son cada vez más las voces que consideran “una necesidad imperiosa” educar en el buen uso del móvil a las nuevas generaciones. Y apuntan la firma de un contrato entre padres e hijos, con normas y límites, así como una educación en valores, como la mejor manera de prevenir la adicción. Es el caso de Lluís Ballester, profesor de Métodos de Investigación Educativa de la Universidad de Islas Baleares y coautor del libro ‘El Mundo en el Bolsillo: pautas prácticas para educar en el buen uso del móvil’. Alerta de que a la consulta de los expertos llegan cada vez niños más pequeños con problemas de dependencia. “Ante la más mínima señal se debe hablar con el menor. Hay que hacer que se dé cuenta de su adicción y de la necesidad de cambiar su relación con el móvil. Si no, no habrá cambio de actitud”. “Hay mucho adolescente encerrado en su habitación, sin círculo de amigos” La psicóloga clínica Lola Rodríguez afirma que los adictos al móvil llegan a su consulta a raíz de un cuadro agudo de ansiedad Nadie va al psicólogo y confiesa que sufre adicción al móvil. Así lo explica la psicóloga clínica Lola Rodríguez Sierra. “Llegan a la consulta con un cuadro de ansiedad. A partir de ahí, descubrimos que su dependencia del móvil es desmesurada”. La experta da por hecho que la nomofobia (el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil) es un fenómeno que va a ir a más. “Los profesionales estamos aprendiendo. Es muy nuevo. A una adicto a la droga le alejas de ella, ¿pero podemos quitar el móvil a una persona cuando la vida de todo el mundo gira hoy en torno a él? La clave es un uso racional”, valora. La personalidad adicta al móvil suele tener una predisposición a otras adicciones. “Son personas dependientes, con baja autoestima, con carencias afectivas. O, incluso, estamos viendo jóvenes con madres supercontroladoras que, al final, hacen hijos indefensos, con poca aguante para la frustración y que ven en el móvil un refugio”. Con más de tres años de ejercicio profesional, Lola Rodríguez subraya que el impacto de la tecnología en las relaciones personales es “tremendo”. “Hoy los adolescentes no se relacionan como antes. Basan su relación con otra persona en el móvil. No quedan. Incluso, tienen sexo a través del móvil”. Asegura que aún es pronto para ver las consecuencias y señala como “principal alarma” el hecho de que el niño pierda su red social, “imprescindible” para desarrollarse como persona. “Hay mucho adolescente encerrado en su habitación, con su móvil, ‘play’ y ordenador y que no tiene círculo de amigos. Son chicos que van al colegio y que aprueban, pero que llega el fin de semana y prácticamente no se relacionan”.

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