Iglesia
Sin procesiones por las calles, las iglesias celebran un insólito Corpus
Unas 300 personas asistieron en la catedral a misa y a una procesión por el interior del templo. El arzobispo recordó en estos duros momentos a todos los misioneros y, en especial, al fallecido Javier Arizcuren, de Aós
Actualizado el 15/06/2020 a las 06:00
Faltó la lluvia de pétalos que anuncia la salida de la Sagrada Forma de la catedral en su templete plateado. No hubo pendones rojos, amarillos y blancos adornando las farolas ni representantes de los gremios, hermandades y cofradías con sus atuendos típicos. Pero lo más notable fue la ausencia de niños vestidos de Primera Comunión porque, sencillamente, no hubo procesión por las calles de Pamplona tras la misa en la catedral, pero tampoco hubo procesiones en ninguna de las iglesias de la Comunidad foral.
La celebración del Corpus Christi de 2020 quedará para los anales de la historia como el año en el que el coronavirus despojó de toda liturgia una de las festividades religiosas más ancestrales y con mayor arraigo entre los ciudadanos. Para consuelo de los fieles pamploneses, el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, encabezó una pequeña procesión por el interior del templo catedralicio tras la eucaristía.
MEDIDAS DE SEGURIDAD
Cerca de las 12 del mediodía de este último domingo de primavera, el repique de campanas era lo único que delataba en las calles aledañas a la catedral la magna festividad del Corpus. En el interior, bancos marcados con una pegatina verde para indicar dónde sentarse guardando las distancias de seguridad y personas, unidas por una posición de recogimiento espiritual y por el uso de mascarillas protectoras.
Nada que ver con unas naves y unos bancos bulliciosos y rebosantes de creyentes de años anteriores. Incluso el veterano maestro de la Capilla de Música de la Catedral de Pamplona, Aurelio Sagaseta, presidía a un mermado coro, reducido por las circunstancias sanitarias a doce de sus 40 miembros habituales, aunque no faltaba su fiel acompañante, el organista Julián Ayesa.
En la catedral se estima que caben unas 800 personas sentadas en bancos. Ayer, las autoridades religiosas calculaban unos 300 asistentes, tanto sentados como de pie por las naves.
"LA PROCESIÓN, POR DENTRO"
El arzobispo Francisco Pérez presidió la ceremonia religiosa acompañado de tres canónigos (Carlos Ayerra, Ildefonso Adeva y José Antonio Goñi), del religioso Pablo Santa María y del diácono Jorge Tejero, además de varios acólitos. En las primeras filas, el alcalde Maya, junto a cinco concejales de su formación: Carmen Alba, Cristina Martínez, María Chávarri, Fernando Villanueva y Fernando Sesma.
En la homilía, el Arzobispo aplaudió la labor de los sanitarios y de los capellanes y sacerdotes que han estado con los enfermos. Instó por cuidar la salud pero sin olvidar “la salud espiritual”, porque consideró que debemos caminar a una “nueva normalidad pero con espíritu nuevo”. “No podemos sacar al Santísimo por la calle pero lo llevamos dentro. La procesión, como se dice, la llevamos por dentro”, agregó Francisco Pérez, que quiso recordar a todos los casi 800 misioneros navarros que hay por todos los rincones del mundo, en donde también se sufre el coronavirus. Tuvo una mención especial para el misionero Javier Arizcuren, natural de Aós de Lónguida, fallecido por el virus en Costa de Marfil.
