La bombona de butano resiste en Navarra con una venta de 625.000 unidades al año

La bombona de butano se ha sumado hace unos días a la escalada de precios de otras la energías, como la luz y el gas natural, lo que supone un nuevo esfuerzo para muchas economías domésticas. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) denuncia que el precio de la bombona “no ha parado de subir desde noviembre y ya acumula un incremento del 33%”. En concreto, el precio de la botella clásica, que está regulado por el Gobierno central, ha pasado de costar 12,09 euros a los actuales 16,12. “Es el precio más alto de los últimos seis años”, según la organización de consumidores. Este precio entró en vigor el 20 de septiembre de 2021 y se mantendrá hasta el tercer martes del mes noviembre 20 ya que el Gobierno lo revisa cada dos meses. “Por primera vez en mucho tiempo, el precio de la bombona no ha bajado en verano. Y el futuro no es en modo alguno halagüeño, ya que noviembre es un mes que se caracteriza por las subidas de precio del butano de cara al invierno”, apunta. En Navarra, al igual que en el resto de España, el popular envase naranja ha perdido terreno en las últimas dos década, sobre todo a raíz de la ‘gasificación’ de la Comunidad foral. A principios del año 2000 el consumo de bombonas de Navarra superaba l el millón de unidades al año, según datos de la Asociación Española de Operadores de Gases Licuados del Petróleo. A diferencia de lo ocurre en otras comunidades autónomas, desde hace unos cuatro años su consumo se mantiene estable en Navarra, en torno a las 600.000 -625.000 bombonas al año, entre las del formato clásico y las de formato ligero (de venta en las gasolineras y con precio liberalizado). Incluso, a raíz de la pandemia, el consumo ha mostrado una tendencia al alza, según explica el responsable de la empresa distribuidora de Repsol para Navarra y La Rioja, Ricardo Galdeano. “En otras comunidades se observa un ligero y paulatino descenso, como en Aragón y en el País Vasco, pero aquí vemos que no solo no cae el consumo, sino que hay un pequeño aumento de casi el 5% anual. Pensamos que se debe a que muchas personas se ha ido a vivir o han pasado más tiempo en sus casas del pueblo, donde tienen una estufa o el agua caliente con butano”, apunta. Galdeano explica que, en este época, el consumo de butano es alto debido a que en muchos pueblos de navarra los vecinos se afanan en preparar conservas de tomate, mermeladas y verduras o en asar pimientos para reponer la despensa de productos de la tierra. “Luego está quienes usan el butano en estufas, que es más económico que el gas y aún queda quienes tienen el agua caliente, pero cada vez menos”, apunta. El directivo explica que el precio sube “en función de con qué se compare”. “En abril de 2008 la bombona costaba 14,10 euros. Trabajamos con comisiones muy ajustadas y el precio de salarios y del combustible del camión de reparto también va para arriba”. Galdeano indica que el Francia y Portugal el precio está más caro que en España. “¿Cuánto cuesta llevar un envase de 25 kilos, 12 y pico de botella y otros 12 de gas hasta un cuarto piso?”, pregunta. “Desde las 8 de la mañana hasta las 7.30 de la tarde vamos a usar hoy 24 bombonas, pero porque es entresemana, pero el sábado y domingo, que se vende más pimiento, podemos llegar a casi 50 bombonas diarias”, cuenta el responsable del puesto de venta de pimientos asados ‘Asador La Lodosana’ que, desde el 1 de septiembre hasta el 15 de noviembre, se ubica en el polígono de Merkatondoa, en Estella. Aunque lo suyo es gas propano, también han notado el aumento del precio. “Creo que ha pasado de unos 12 a unos 14 euros. La factura a la semana está en casi 2.000 euros , unos 300 euros más que antes”, explica Ruiz, quien detalla que la empresa suministradora les hace un precio especial. El responsable añade que a raíz de la subida de la luz y del butano se ha visto abocado a aumentar ligeramente el precio del kilo de pimientos. “El kilo asado y sin pepitas se vendía el año pasado a 1,85 euros, pero hemos subido a 1,95 porque los costes, excepto el pimiento, están subiendo”. Javier Urabayen Gil vivió la llegada de la bombona de butano a los hogares navarros. Aquel envase de metal era un símbolo de modernidad, de progreso. “Fue una auténtica revolución”, cuenta este vecino del pueblo estellés de Luquin. Tiene 78 años y, cuando el gas butano irrumpió en las cocinas a finales de los años 50, Javier era un adolescente. “Se cocinaba siempre con leña, tanto en verano como en invierno. Y no en todas las casas había leña para la cocina. Al principio, se usaban unos hornillos pequeños para cocinar con el butano. Luego, llegaron las cocinas de butano ”, rememora este estellés, viudo y con dos hijas. Estos días es uno de los muchos navarros que se afanan en preparar conservas para todo el año o en asar pimientos. Y para ello utiliza bombonas de butano y de propano. “También compramos botellas para alguna estufa en casa porque a veces nos reunimos la familia en una bajera que no tiene calefacción y ponemos la estufa con butano para calentar la estancia”, explica mientras hace un alto en su labor de asar pimientos para sus dos hijas. “Para asar va mejor la bombona de propano, que es un poco más barato y tiene más fuerza”, añade como consejo. Javier se encarga de recibir al butanero. “El camión llega cada quince días, pero a veces mi hija llama para saber qué día viene. No es como antes que había mucha gente en el pueblo. Hay que estar pendiente para que no se tase aunque yo suele tener y si es necesario dejo a algún vecino”. La última compra -cuatro bombonas- la hizo con la subida de precio ya aplicada. “Hace cuatro meses estaba a 13 euros y ahora está a 16,15. ¿No va a subir? Cuando llega el frío y más se gasta es cuando la suben siempre. Es como la luz que dicen que va a bajar, pero no baja”, afirma. José Álvarez Sánchez fue el fundador de la extinta Factoría de Butano (1958-1976) y puso los cimientos de lo que hoy es Repsol. En una entrevista contaba el origen del color de la bombona: “Fue una decisión del primer director de la factoría, Benito Cid de la Llave. Entonces, en Europa se vendían botellas de butano verdes, azules, rojas y grises. Y como España es el país de las naranjas decidió ese color. Fue muy criticado porque a muchos les parecía muy poco llamativo, pero con el paso del tiempo triunfó. Los modistas de la época lo introdujeron en la moda como el color butano. Incluso había quien lo conocía como el color escombreras”.

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