Isabel Azcona: “La vuelta de los adoptados a las instituciones se vive con culpa”

Del regreso al sistema de protección de niños adoptados y acogidos apenas se habla. Parecería que no existiera. Pero sí, existe. Por eso, la próxima asamblea de CORA (Coordinadora de Asociaciones de Adopción y Acogimiento) abordará en una mesa redonda el tema “Retorno a los diferentes sistemas de protección de personas adoptadas y acogidas. Repercusiones para ellas y sus familias”. Isabel Azcona Ema (Pamplona, 8 de marzo de 1969), orientadora familiar y madre adoptiva, será una de las participantes. Azcona es trabajadora y educadora social, y trabaja en Batia, centro de orientación familiar, especializado desde 2010 en acogimiento, adopción y adolescencia. Participa en grupos de apoyo y en formación a familias y a profesionales en estos temas. ¿Qué situaciones tienen que producirse para que el niño adoptado o/y acogido vuelva al sistema de protección? Cada situación es diferente porque cada familia es distinta. Pero generalizando, hay un primer grupo formado por las familias que tiran la toalla con un hijo después de una situación dura, por falta de vínculo, por comportamientos complicados de abordar, por situaciones de violencia física o verbal... Y, por otro lado, están las familias que, sin tirar la toalla, ya no pueden sostener la convivencia y ven que la única medida para solucionarlo es la separación. En el primer caso, la familia se desvincula del niño totalmente, renuncia a seguir ejerciendo esa relación de paternidad. En el segundo caso, la familia continúa involucrada, quiere continuar la relación filial pero no puede hacerlo sola, necesita ayuda profesional. Se mantiene la relación porque el objetivo es que la separación sea temporal y que vuelva la convivencia. Suele producirse en los primeros años desde la llegada, pero afortunadamente son pocos casos. ¿Tiene que ver la edad? Suele ocurrir en adopciones tardías, cuando los niños tienen cierta edad y las dificultades derivadas de su historia resultan para la familia adoptiva o de acogida difíciles de manejar. ¿Con qué frecuencia se producen? No es sencillo saberlo porque las Administraciones no facilitan datos. Pero algunas investigaciones hablan de un 2,5% sobre el total de adopciones en España. Son investigaciones que buscan solo saber cuántas adopciones se han trucado, es decir, conocer las que llegan a una ruptura total y definitiva. Cuando se mantiene el vínculo no tiene por qué ser truncada, tanto si vuelve el niño a la familia como si sigue en el sistema de protección. Cuando se trunca definitivamente esa relación, ¿se puede renunciar a la paternidad? No. Ocurre lo mismo que en una paternidad biológica. No se puede dejar de ser padre. Diferente es la situación de acogimiento porque aquí la filiación con la familia de origen se mantiene y es el Gobierno de Navarra el que tiene la tutela y quien la cede a los padres de acogida. ¿Es un fracaso de la adopción y/o acogimiento? Creo que no se puede hablar de fracaso. Hay fracasos en niños que no vuelven al sistema y casos en los que regresan y no lo son. Solo por el hecho de que el niño vuelva al sistema de protección no puede considerarse un fracaso. ¿Se llega a esta situación con sentimientos de culpabilidad? Sí, sí, sin duda. ¿Por parte de las familias o de los adoptados? De todos. Muchos de estos regresos se producen durante la adolescencia y el sentimiento de culpa está presente tanto en la familia como en el niño adoptado. ¿Es fácil, después, regresar a la convivencia con la familia? Fácil, no. Porque supone un camino difícil para todos. La separación en sí misma ya es dura y no siempre soluciona el problema. Permite trabajar aspectos que sería imposible hacerlo si se mantuviera la convivencia. ¿La desvinculación la solicitan los hijos, además de los padres? Sí. También pasa. Por ejemplo, si en un acogimiento el niño no se adapta o tiene dificultad para crear vínculo, puede estar más cómodo bajo el sistema de protección institucional. En las adopciones, si el hijo ve que la situación es insostenible por el dolor que se genera, puede solicitar salir del domicilio familiar. Siempre habrá dolor. Muchísimo dolor. ¿Cómo se aborda? Intentando desculpabilizar. Porque la ayuda no contribuye ni a la familia ni al adoptado. Y las partes necesitan tener una explicación de lo ocurrido. Aquí tiene que ver lo vivido antes de la adopción/acogimiento, qué pasó, cuándo, cómo, durante cuánto tiempo... Tiene que ver también con la capacidad del niño por integrar todo eso en su vida y vivir con ello. Y con los recursos del entorno al que llega: la familia, su formación, su saber acompañar cuando surge el dolor derivado de la vida anterior del niño, que haya profesionales formados que reconozcan las secuelas de la adversidad temprana... Los padres quieren adoptar y acoger. Pero, ¿cómo prevenir estas situaciones? Parto de esa premisa, de que la familia que acoge lo hace con voluntad y generosidad. En la adopción lo que hay es la voluntad de querer ser padres, no tiene que ver con la generosidad ni con una motivación solidaria, como sí las hay en el acogimiento. En ambos casos, ayuda la formación previa y continua de las familias. En la adopción y acogimiento no podemos olvidar que se parte de una situación de adversidad, con secuelas derivadas. Las expectativas no pueden ser las mismas que en una paternidad biológica porque esa situación de adversidad tiene que estar muy presente para poder adoptar. Se tiene que conocer qué secuelas pueden derivarse de su historia. ¿El retorno de menores es un tema poco conocido? Sí. Es un tema pendiente, en primer lugar, para las Administraciones, porque no ofrecen datos. También ocurre que es un tema que se vive con mucha culpa por parte de las familias. Hay que hablar de ello. No porque sean situaciones mayoritarias, pero sí son frecuentes, especialmente, en la adolescencia. Pero los niños que retornan pueden volver a convivir con las familias o mantener vínculos con ellas. La Coordinadora de Asociaciones de Adopción y Acogimiento (CORA), que agrupa a 21 asociaciones en España y a cerca de 2.000 familias, celebra su próxima asamblea en Pamplona. Lo hará en el edificio del Civivox Condestable durante los próximos viernes 13 y sábado 14 de mayo. CORA, de la que forma parte la Asociación de Familias Adoptivas de Navarra (Afadena), que agrupa a 130 familias, celebra dos veces al año su asamblea en lugares diferentes que van rotando. Y, en esta ocasión, ha elegido, Navarra como sede. Con motivo de esta asamblea, el viernes está organizada una mesa redonda, a las seis de la tarde y con entrada libre (no hace falta ser asociado y se difundirá también en ‘streaming’), centrada en el tema del ‘Retorno a los diferentes sistemas de protección de personas adoptadas y acogidas. Repercusiones para ellas y sus familias’. Intervendrán Cristina Cortés, psicóloga del gabinete Vitaliza; Isabel Azcona, orientadora educativa familiar y formadora; Ana Etxamendi, jefa de sección de Gestión de la Guarda de la Subdirección de Familia y Menores del Gobierno de Navarra; Clara Madoz Gúrpide, psiquiatra y directora del Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil ‘Natividad Zubieta’, del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea. La mesa estará moderada por Marta Fernández, madre adoptiva. Al día siguiente, la asamblea será inaugurada a las 9:30 h. por la consejera de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra, María Carmen Maeztu. La asamblea se desarrollará posteriormente y esta sí que es cerrada para los asociados.

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