Homenaje
La viuda del cabo Beiro en el 20 aniversario de su asesinato: “Nuestro dolor va a seguir, pero recordar gratifica”
María José Rama recuerda al Gobierno el “deber moral” de no aceptar el apoyo de quienes no condenan a ETA

Actualizado el 25/09/2022 a las 09:25
“Este día es duro, muy duro y venir aquí nos cuesta, pero es nuestro deber. Nuestro sufrimiento va a seguir existiendo pero las autoridades pueden hacer algo por nosotros. Tienen al menos tres deberes morales que cumplir: el primero recordar a las víctimas porque, aunque duele, gratifica. El segundo, poner todos los medios para esclarecer los crímenes que aún no lo están y, el tercero, no considerar nunca el apoyo preferente o ayuda de quienes no han condenado a ETA. Eso agrava nuestro dolor”. Una emocionada María José Rama admitía esta sábado en Leitza que no podrá cerrar ese capítulo de su vida hasta que los asesinos de su marido paguen por lo que hicieron. “Es difícil no tener ilusión. Las investigaciones siguen y quizá algún día pueda celebrarse ese juicio”.
El marido de María José, el cabo asturiano Juan Carlos Beiro llevaba poco más de tres meses destinado en Leitza cuando una bomba-trampa oculta tras una pancarta colocada junto a la calzada en la carretera NA-1320, en el puerto de Urto, que tenía un anagrama de ETA y la frase en euskera «Guardia Civil muere aquí» sesgó su vida. Tenía 32 años y era padre de dos mellizos de 6 años. El sábado, coincidiendo con el veinte aniversario de su asesinato, María José viajó desde Gijón, como viene haciendo desde hace cuatro lustros, hasta aquel fatídico recodo de la carretera que une Leitza con la localidad guipuzcona de Berastegui del brazo de su hija Cristina -motivos de índole laboral impidieron que su hijo Carlos asistiera al homenaje-. Lleva 20 años pidiendo justicia y lo seguirá haciendo. "Soy la viuda de Juan Carlos y nunca quise serlo. Como yo hay centenares de viudas. Miles de familias rotas, las familias de casi mil personas, primero acosadas, después asustadas y perseguidas, más tarde asesinadas, después calumniadas, con los años olvidadas y actualmente para el sentir de muchas de ellas, hoy en día traicionadas por algunos".
Junto a María José y Cristina, vecinos de Leitza, familiares de víctimas de ETA y autoridades volvieron a juntarse en el lugar en el que fue asesinado Juan Carlos y en el que volvió a colocarse la placa en su memoria, con su imagen y la silueta de la Virgen del Pilar, y que cada año se retira tras el acto para su protección, y en la que se puede leer que ETA le quitó la vida «por defender la paz y la libertad».
“Es necesario que la sociedad entienda los sentimientos de las personas que sufrimos el asesinato de un ser querido, que nos escuchen, entiendan y empaticen con nosotros”, enfatizó la viuda de Beiro antes de recordar a “quienes dirigen el país” el deber moral que tienen de “no pactar nunca con quienes no han condenado aquella barbarie” y tampoco considerar nunca, en una velada alusión al Gobierno de María Chivite, representado en el homenaje por Blanca Burusco, de la Dirección de Paz y Convivencia, “el apoyo preferente o ayuda de quienes no han condenado a ETA. Al ver las actuaciones de algunos políticos nos preguntamos: ¿Por qué y por quién murieron nuestros seres queridos?”. Rama tuvo palabras de agradecimiento hacia la Guardia Civil y quienes han permitido que la investigación por el asesinato de su marido siga adelante y no prescriba. También, para los amigos de Leitza o que vienen a la localidad cada año “para recordar a Juan Carlos y recordarnos que gente humilde y amenazada puede dar lecciones de memoria, dignidad y justicia a muchos grandes dirigentes”.
En una desapacible mañana en la que la lluvia hizo acto de presencia con el acto ya inciado y fue ganando en intensidad, las palabras de Rama fueron escuchadas por una treintena de personas y, entre ellos, familiares de víctimas de ETA como Reyes Zubeldia, que también en Leitza, vio con horror desde el balcón de su casa cómo moría su marido, José Javier Múgica, vecino del pueblo, concejal de UPN, al estallar la bomba que los terroristas habían colocado en su coche. Acudió al homenaje junto a sus tres hijos. También estuvieron presentes la familia Ulayar y Paz Prieto, además de Guardia Civil, Policía Nacional, Ejército de Tierra y Policía Foral y también dirigentes de NA+, desde parlamentarios como Juan Luis Sánchez de Muniáin a concejales, como María Caballero o Silvestre Zubitur, quien agradeció a Rama su presencia y el “impulso” que representa en la conservación de la memoria de Beiro. “Si este milagro de seguir manteniendo este homenaje es posible, se debe casi exclusivamente a ella. Cuando acudimos años tras año a este lugar a recordar a Juan Carlos, el dolor y el recuerdo es igual al que sentimos aquel 24 de septiembre de 2002. Aquí, unas alimañas llenas de odio mataron a un hombre bueno que quiso hacer del servicio a los demás su profesión y su razón de vida". Hizo hincapié en que aunque ETA ya no está "no abandonó por cambiar de opinión, por un motivo ético, por sentir vergüenza del horror que causaron" sino "porque ya no podía mantener su actividad terrorista. No tenían asesinos dispuestos a seguir, ni dinero con el que financiarse, ni un apoyo suficiente en el pueblo y porque quienes se enfrentaban a ellos los tenían acorralados". Lamentó que hoy "parte de los que sufrieron el terror de ETA pactan con aquellos que no han condenado sus acciones. Basta ya. Con ellos, no", clamó recordando que muchos de los asesinatos cometidos siguen sin resolver y que "hubiera prescrito el crimen por la muerte de Juan Carlos Beiro si la Guardia Civil de Navarra no hubiera conseguido con sus investigaciones detener la prescripción".
“Compañerismo y amistad” frente a la rabia y el odio
“Si hace 20 años sentíamos rabia y hasta odio, ahora tenemos la amistad y el compañerismo de las personas que comparten el recuerdo de Juan Carlos”. La última vez que Germán Martínez Laparra participó en el homenaje al cabo asturiano asesinado por ETA fue en el año 2008 como seglar. Ayer volvió a Leitza, ya como sacerdote, para oficiar la misa en la iglesia de San Miguel. En su homilía incidió en la importancia de mantener viva la memoria, de no olvidar. El Policía Foral Mario Zunzarren, fallecido en accidente de tráfico, estuvo muy presente durante todo el homenaje. “El gran amigo que nos acompañó aquel fatídico día y que tantas veces miró debajo de nuestros coches”, recordó con la voz entrecortada Silvestre Zubitur.
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