Los principales embalses navarros y sus usos: salvaguarda ante la sequía

"De mayo a septiembre, no he conocido un año tan seco en Eugi. No está entrando nada de lluvia. Y es curioso, porque hemos pasado de sufrir en diciembre la mayor avenida en 50 años, cuyas consecuencias ayudamos a contener, a sufrir casi la mayor sequía veraniega. En el recién terminado año hidrológico 2021-2022 (de octubre a septiembre) han llovido aquí 1.373 litros. Pero de ellos, solo 146 de mayo en adelante”. José Ángel Beaumont Echazarreta, de 53 años, habla asomado sobre la presa del embalse de Eugi, la principal reserva de agua que abastece a Pamplona y su comarca. Es técnico de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) desde hace 14 años y se encarga de gestionar los embalses de Eugi y Mairaga (Zona Media). A sus espaldas, la amplia franja marrón que contornea las aguas evidencia que el nivel de Eugi está bajo. El verano ha sido seco y sus reservas, como las del resto de embalses navarros, se han visto mermadas. “Preocupados hemos estado, claro, pero como todos los veranos, pues no sabemos qué pasará con las lluvias después”, reconoce, añadiendo que “el abastecimiento humano está y ha estado garantizado en todo momento”. Y aporta un dato. “Ahora estamos en Eugi en la cota de llenado 618 (metros sobre el nivel del mar), pero la cota histórica más baja es la 611,69. Se registró el 24 de diciembre de 1985. Eso sí, para enero el embalse estaba otra vez lleno. Esta cuenca es muy potente”, asegura en referencia a la que comprende la cabecera del río Arga, con origen en el boscoso Quinto Real. “Con el volumen de agua que entra de media al año, podemos llenar y vaciar el embalse hasta 6 veces”. El de Eugi es solo un ejemplo de cómo este año especialmente seco, catalogado por la AEMET como el más cálido en España desde que existen registros, ha exigido un esfuerzo a la gestión de los recursos hídricos de los embalses. La fusión de las reservas de nieve se adelantó por el calor de junio a abril, la falta de lluvias desde mediados de la primavera redujo las aportaciones de agua de los ríos, el calor hizo crecer la demanda de abastecimiento de agua en boca y para riego de cultivos en verano, se perdió más agua por la evapotranspiración producida por las altas temperaturas... Y, ante todo ello, hubo que controlar al máximo las entradas y salidas de agua de los embalses, y adoptar algunas restricciones y cambios. Por ejemplo, limitar el riego de cultivos de Bardenas o renunciar, por primera vez en 27 años, al vaciado parcial que cada final del verano se realiza en Eugi para limpiar el fondo. SEIS EMBALSES PRINCIPALES Seis son los embalses de Navarra con una capacidad de más de 5 hectómetros cúbicos que gestiona la CHE: Yesa (447 hm3), Itoiz (417), Alloz (66,4), Eugi (21,4), Irabia (13,8) y Urdalur (5,5). Reservas capaces de albergar 971,1 hm3 de agua en su conjunto que, en estos momentos, apenas suman 243,6, un 25%. Especialmente afectado por la prolongada sequía estival se encuentra el de Yesa, a un 11,3% de llenado y con apenas 50,4 hm3 de agua almacenada, el quinto registro más bajo de su historia. ¿Cuáles son los usos principales de estos embalses? Ante todo, dar estabilidad y seguridad al riego de cultivos, al consumo de agua de boca de unos 400.000 navarros y a la producción de energía hidroeléctrica, además de laminar avenidas o asegurar el caudal ecológico de los ríos. Así ocurre por ejemplo en los dos mayores, Yesa y Itoiz. Según datos de la CHE, este pasado año hidrológico el río Aragón aportó a Yesa 725,5 hm3 de agua (muy inferior a la media de los últimos quince años, que es de 1.162,3) y del embalse salieron 752. De ellos, 159 al río y 593 por el Canal de Bardenas para atender las demandas. Desde Yesa (embalse en obras de recrecimiento) se riegan 85.664 hectáreas entre Navarra y Aragón, y se ofrece agua de boca a más de 700.000 navarros y aragoneses, unos de pueblos próximos al Canal de Bardenas (en suelo foral, de la comarca de Sangüesa y de parte del Valle del Aragón y la Ribera) y otros de Zaragoza y su entorno (parcialmente). En el caso de Itoiz, la aportación al embalse de los ríos Irati y Urrobi fue de 451 hm3 (también por debajo de la media de 540 de los últimos quince años), frente a una salida por el Canal de Navarra de 151, un 10% más que el año pasado, y al río de 309. Aquí, mientras avanzan las obras de ampliación de la primera fase del Canal de Navarra, se riegan ya 28.500 hectáreas de cultivos de la Zona Media. También se abastece de forma continua a unos 5.500 habitantes de municipios del entorno de Itoiz, y puntualmente (en verano) a la comarca de Pamplona (330.000 habitantes) y a parte de las localidades de la Mancomunidad de Mairaga (35.000 vecinos). Eugi, que como se ha dicho abastece a principalmente a la comarca de Pamplona (14,9 hm3 el pasado año hidrológico, superior al anterior), y Alloz, con un uso eminentemente hidroeléctrico, sí han tenido en cambio aportaciones de los ríos algo superiores a la media de los últimos quince años. Fueron 115,1 hm3 en Eugi y 123,8 en Alloz sobre medias, respectivamente, de 109,5 y 115. El embalse de Irabia también se destina a generación de energía mientras que el de Urdalur da agua a parte de los pueblos de Sakana. En este segundo, donde se han ejecutado obras, se ha mantenido el abastecimiento sin restricciones, empleándose 2,5 hm3 en ello (el embalse tuvo aportaciones del río Alzania de 23,2 hm3, en la media de los últimos quince años). UN 25% MENOS DE APORTACIONES “La sequía ha afectado a Navarra. Ha habido un 25% menos de aportaciones de agua de los ríos a los embalses en el año hidrológico 2021-22 que la media de los últimos”. Así lo confirma Teresa Cavero, responsable de explotación de la CHE para Navarra. “Pero en términos de escasez, solo la ha sufrido la cuenca del Aragón y el Arba, mientras que las de los ríos Irati y Arga están en situación de normalidad”. Esa primera cuenca, con el embalse de Yesa como referencia central, ha estado en el foco todo el verano tras decretarse el nivel de Emergencia del Plan Especial de Sequía de la CHE. En estos momentos, aún con las reservas en caída, continua acercándose al nivel más bajo de toda su historia, en la sequía de 1995. “El 31 de octubre de ese año se bajó a un volumen de 40,9 hm3", repasa Cavero. Hoy ronda los 50,4. “Hemos vivido el verano con las menores aportaciones al embalse de Yesa de toda la serie histórica desde 1960”, añade. Es por eso que la zona regable del Canal de Bardenas, vinculada a Yesa, ha sido una de las grandes afectadas por la sequía de este año (el abastecimiento de agua en boca sí ha estado asegurado). Los regantes han visto cómo se realizaban ajustes semanales en el reparto de agua, y se decidió adelantar dos semanas, al 30 de septiembre, el final de la campaña de riegos para tratar de recuperar las reservas. “Ha sido un año hidrológico muy complicado y extremadamente seco, si bien aquí sufrimos ya una sequía estructural, pues el sistema es deficitario”. Así lo apunta Francisco Sagaste Pueyo, jefe de explotación de la Comunidad General de Regantes del Canal de Bardenas, que suma 9 comunidades de Navarra y 14 de Aragón. Trabajan con dos patrones de cultivo (invierno y verano), pero “como el agua no es suficiente, toca elegir uno u otro”. “Se pone más cultivo de invierno, como pueden ser cereales, y en verano hablamos de alfalfas, hierbas forrajeras, maíz u hortícolas. Pero no podemos regar si el volumen del embalse no está al menos en 75 hm3”, añade. Ante las restricciones al riego, se han generado “pérdidas de cosecha” e “incertidumbre de cara a las siembras de otoño”, y por eso la Comunidad de Regantes de Bardenas fía su futuro a terminar la obra de recrecimiento de Yesa (pasará a ser un embalse de 1.079 hm3) y a la modernización de regadíos. La escasez de agua de este verano se ha notado también en el balance de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, donde se ha requerido un consumo de agua de apoyo de cifras récord desde Itoiz (agua del Canal de Navarra potabilizada en Tiebas). Frente a una media de consumo aquí de 3,29 hectómetros cúbicos, este verano han sido 4,95. Nunca antes había sido necesaria tanta para complementar el agua de las fuentes tradicionales: embalse de Eugi y manantial de Arteta. Los embalses han sido pieza clave para asegurar el consumo en un año tan seco, una salvaguarda para evitar la carencia del abastecimiento humano. Navarra, no obstante, sigue con la mirada fija en el cielo, aguardando unas lluvias generosas (que se están haciendo esperar) que ayuden a afianzar las reservas de agua. Son términos distintos, que no significan lo mismo, pero lo cierto es que el empleo de la palabra “pantano” para referirse a un “embalse” está más que extendido. Y nada que ver. Mientras que un pantano es, según la Real Academia Española (RAE) de la lengua, un “terreno hundido de fondo más o menos cenagoso y abundante vegetación, donde las aguas se estancan de forma natural”, un embalse es una obra humana, un “gran depósito que se forma artificialmente, por lo común cerrando la boca de un valle mediante un dique o presa, y en el que se almacenan las aguas de un río”.

Los principales embalses navarros y sus usos: salvaguarda ante la sequía

Unos 400.000 navarros beben agua procedente de estas reservas hídricas, pieza clave que asegura el abastecimiento especialmente en años de escasas precipitaciones como este

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