Javieradas 2023
Una Javierada por la ELA
Ana Irma Porrón fue diagnosticada de ELA en abril de 2021. Este sábado, su cuadrilla quiso mostrarle su apoyo y visibilizar la enfermedad caminando hasta el Castillo de Javier. Ana Irma hizo el último tramo

- Ainhoa Briceño
Nunca antes había hecho la Javierada. Pero este domingo sus seres queridos la acompañaron en el último tramo del camino en apoyo a la enfermedad que sufre. Ana Irma Porrón fue diagnosticada de ELA en abril de 2021. Una marea verde, formada por sus amigos y familiares, recorrió kilómetros y kilómetros para darle visibilidad a una enfermedad que en la actualidad afecta a alrededor de 40 navarros.
Un total de 25 personas iniciaron la etapa desde Lumbier y al grupo se fueron sumando otros amigos en la pausa de Liédena. “Son enfermedades que son visibles, pero en realidad no se hace nada. La Ley de la ELA todavía no se ha hecho efectiva, no hay dotaciones económicas, no está habiendo investigación...”, decía Carmen Alcalá, una de sus amigas.
Además, el grupo denunció que “las ayudas tardan en llegar”, según otro de sus amigos, Jokin Fernández. “Es muy cara de costear porque llegan a ser totalmente dependientes”, determinó Alcalá.
¿NUEVA TRADICIÓN?
Esta iniciativa se dio este año por primera vez y de forma improvisada, entre la gente cercana a Ana Irma Porrón, pero su cuadrilla también quiso poner en valor la labor que realiza por los enfermos la asociación ANELA. “Es el mayor apoyo que tienen. Siempre hace todo tipo de actos para que se visibilice”, indicó Alcalá. “Ojalá empiece una tradición y todos los años enfermos de ELA participen en la Javierada”, deseó Verónica Sarasola, también amiga de toda la vida.
Asimismo, ellos están dispuestos a colaborar si la ayuda es necesaria. “Nos centramos principalmente en nuestra amiga. La acompañamos en los momentos buenos y malos e intentamos estar con ella y ayudarle”, contó Sarasola.
Para hacerse ver, se vistieron con camisetas verdes e hicieron banderines y pegatinas para ir pegándolas durante el camino.
Hacia las 14.30 horas, el grupo llegó a la bajada del atajo y finalmente a ellos se unió Ana Irma Porrón. El esfuerzo, sin duda, mereció la pena. “Si no te toca de cerca, no se oye. Es una enfermedad que es de grupo reducido, no afecta a tanta gente”, expresó Sarasola.