Opinión
Aquello sí eran promesas electorales

Publicado el 26/05/2023 a las 06:00
Ya solo faltan unas horas para que caiga el telón de la campaña y apague los ecos de las últimas promesas electorales. Una magnífica noticia para todos. Una suerte de liberación colectiva, incluso para los propios candidatos, que a estas alturas ya no se deben aguantar ni a sí mismos por el hastío de oírse una y otra vez repitiendo los mismos discursos de manual en platós y debates.
A lo mejor es que nos hemos hecho tan mayores que ya no nos creemos nada que venga envuelto en promesas y el menú de las encuestas -hasta el hombre del tiempo maneja las suyas propias- se nos indigesta de tanta cocina. Sin embargo, hubo una época de campañas coloridas y sonoras en la que los partidos llenaban los barrios de furgonetas con altavoces y uno reconocía desde el pupitre de la escuela las melodías de unos y otros y podía terminar la jornada con un botín de bolígrafos, mecheros y chapas.
Hubo, también, una época en la que en la política existían los versos libres. No todo lo controlaban los equipos de campaña y sus cohortes de asesores. Y, así, te podía sorprender un señor socialista llamado Paco Calvo que te pedía el voto para la alcaldía de Pamplona y a cambio te hacía una fantástica propuesta para convertir en navegable el río Sadar. Y te explicaba con todo lujo de detalles como se acometería la faraónica obra gracias a un ‘by pass’ desde el río Arga. Uno podía creerse o no la viabilidad de aquellas propuestas, como la del tranvía por el centro de Pamplona que sugirió luego un candidato de la extinta Convergencia de Demócratas, pero eso era lo de menos. Leer el periódico te alegraba mucho el desayuno.
Como cuando Representación Cannabica trajo bajo el brazo la inaudita propuesta de cultivar cannabis en el Sadar para así pagar la deuda de Osasuna y financiar el Deporte Base. ¿Y cómo olvidarse de la promesa de un ferrocarril que iba a unir la capital de la Alta Navarra, Pamplona, con Baigorri, en la Baja Navarra? La valentía de incluir ese tren cremallera transpirenaico vino de Libertad Navarra, un partido nacido para recuperar la forja de un reino. Una época dorada que se desvaneció con la última clase de yoga de Maite Esporrin en la Ciudadela. Sí, aquello eran campañas y promesas. No esto. Así que caiga ya el telón. Rapidito, por favor.