Cáseda afianza su futuro

El goteo es constante. Y a la baja. Cáseda, como casi todos los municipios de su entorno, lleva décadas perdiendo población, concretamente 127 habitantes en el último cuarto de siglo (hoy son 951 los empadronados). Pero sus vecinos no han bajado los brazos y se empeñan cada día en dotar de vida a la localidad, en sacarla adelante y otorgarle un futuro prometedor. Por eso, ‘pequeñas’ historias como el auge de la matriculación en el colegio de este curso, el afianzamiento de la única farmacia de la localidad o la apertura a partir de ahora de un tercer bar todo el año, unido en este caso a la inminente puesta en marcha de un gimnasio municipal, cobran especial importancia en esta villa apostada a los pies del río Aragón. “Es una muy buena noticia para el pueblo que haya más niños y que con ello se mantenga la escuela e incluso mejore sus servicios”. Así lo cree Bruno Jiménez Jiménez, de 48 años, docente y director del colegio público Francisco Javier Sáenz de Oiza de Cáseda. En el presente curso, iniciado esta misma semana, ha crecido el alumnado de 55 a 64 plazas. “Hace unos años hubo un descenso notable, bajando incluso a 40, pero ahora estamos en el punto contrario. Está habiendo más nacimientos, este año serán entre 6 y 8, y tenemos además gente que ha venido a trabajar al pueblo con toda su familia y ha matriculado a sus hijos. Y todo eso asegura el futuro del centro”, apostilla. Además, destaca que, “al haber más alumnado, se conceden más recursos desde Educación”. “Este año se ha creado una nueva aula y pasamos a tener 6 unidades, 2 en Infantil y 4 en Primaria. Otros años tuvimos apenas 4”, repasa. Dispondrán también de “más profesorado y recursos materiales”. Y como novedad, “dentro de las posibilidades que da la nueva ley educativa LOMLOE, que persigue el aprendizaje por competencias, hemos habilitado con ayuda de Educación y del Ayuntamiento un aula específica donde trabajaremos la competencia lingüística a través de una radio escolar, y la matemática a través de una tienda”, indica Jiménez. SERVICIOS No muy lejos del colegio, en pleno centro del pueblo, se vivió meses atrás un relevo que hizo respirar aliviados a los casedanos. Ante la anunciada jubilación del que fue el farmacéutico durante casi 40 años, Arturo Aznárez, un joven recién graduado en Farmacia con raíces en la localidad optó por tomar el relevo. Y así, con un traspaso de licencia, Cáseda conservó su única farmacia. Un servicio básico y de especial importancia en una localidad bastante envejecida. Javier Larriba Alastuey, de 25 años y nacido en Zaragoza, es el nuevo farmacéutico. “Empecé el 2 de noviembre en el local anterior y desde el 10 de mayo estoy ya en la nueva farmacia que he habilitado en la planta baja de la que fue la casa familiar de mi abuela materna, junto al consistorio”, explica. “La experiencia está siendo buena. Tenía ilusión y ganas, aunque el cambio ha sido grande. Hice las prácticas en Zaragoza, y aquí se trabaja a otro ritmo y con un trato mucho más personal”, valora. La Farmacia Larraz (apellido de su abuela) abre de lunes a sábado y él vive en el piso de encima. “La gente me ha recibido bien y ha agradecido el mantenimiento de la farmacia. Se valora además el que esté más céntrica que antes, evitando tener que subir tanta cuesta”. Otro sector que ahora se verá reforzado en Cáseda es el hostelero. De forma vinculada a la próxima apertura del gimnasio municipal en el complejo deportivo, el conocido como Bar de Las Piscinas pasará a estar abierto todo el año, y no solo en verano. Es el acuerdo al que llegó el consistorio con la nueva gestora desde este año, Ximena Castillo Calva, ecuatoriana de 42 años que lleva 22 viviendo en Sangüesa. “Lo cogí sabiendo que habría esa continuidad. Con el gimnasio, que es la novedad y sobre el que pregunta mucha gente, espero que la cosa se mueva”, dice. Este es uno de los tres bares del pueblo, y el único ubicado en la parte baja. Afirma que “en verano ha habido mucho trabajo”, y que el local “seguirá abierto mañanas y tardes”. Lo gestiona junto con su marido, y también dan cenas, que “funcionan muy bien”. Jesús Esparza Iriarte, a sus 60 años, lleva desde 1999 al frente del Ayuntamiento de Cáseda. Una entidad local que ha centrado buena parte de las recientes inversiones en materia deportiva. ¿Cómo ha vivido Cáseda este segundo verano en pandemia? Con más tranquilidad que el de 2020, pues la mayoría de la población tenía ya la segunda dosis de la vacuna puesta y ya se conoce mejor cómo convivir con el virus y qué medidas de protección seguir. Ha sido además un verano más activo a nivel cultural y deportivo, y en las piscinas, con 716 socios, se ha dado la cifra más alta de los 28 años que llevan abiertas. ¿Se han organizado más actividades culturales? Así se previó y se hizo hasta finales de julio (cine, mariachis...), pero como después tuvimos un goteo constante de casos de covid tomamos la dura decisión de suspender el resto de actividades para evitar aglomeraciones y contagios. Días atrás hubo un brote importante en la residencia. ¿Cómo ha evolucionado? Siguen saliendo casos. Primero fueron 15 usuarios y 3 trabajadoras, y anteayer se confirmaron 12 residentes más y 1 empleada con test de antígenos. Ayer se realizó un nuevo cribado con PCR y no se descartan más casos. Por suerte, y gracias a la vacuna, la mayoría asintomáticos o de poca gravedad. Se seguirá controlando. ¿Se han resentido las arcas municipales por la pandemia? No. Nuestros principales ingresos vienen por Viscofan, arrendamiento de tierras y corralizas, el coto de caza, la venta de chopos... y todo se ha mantenido. Sí que ha habido algún gasto extra, pero asumible, como 4.000 euros para dotar de mascarillas, guantes y batas a la residencia, donde también hubo apoyo de Viscofan. ¿En qué proyectos trabaja el consistorio? Estamos terminando una inversión de 400.000 euros en las instalaciones deportivas, que se ampliaron con un nuevo edificio que tiene una sala polivalente y donde, desde el 1 de octubre, abriremos además un gimnasio. Una nueva instalación demandada que estará dotada de 10 máquinas de cardio (cintas, bicis de spinning...) y 10 de fuerza (pesas, balanceo, remo...). En breve se abrirá el periodo para captar socios y haremos bonos de prueba de 1 y 3 meses para ajustarnos de cara a futuro. Lo ha montado el Ayuntamiento con colaboración del gimnasio Onfitness de La Morea, y vendrá un monitor a asesorar. ¿Quedan inversiones pendientes en la zona deportiva? También se hizo meses atrás una reurbanización del entorno por 35.000 euros, y en noviembre adjudicaremos las obras, por 300.000 euros, para crear una pista polideportiva nueva y cubierta para la que tenemos concedida una ayuda estatal. Allí habrá también un espacio anexo para guardar los gigantes y poder usar la pista para ensayos. Luego, de cara al final de la legislatura, prevemos completar esta zona deportiva, donde también están las piscinas, con dos pistas de paddle cubiertas. Hemos realizado una fuerte apuesta por afianzar el ocio como forma para atraer gente joven y evitar la despoblación. Está en marcha una importante reforma de la ermita de San Zoilo. La sufraga Príncipe de Viana, muy centrada en la cubierta, y nos ha sorprendido gratamente. El consistorio colaborará adquiriendo bancos y adecentando la urbanización exterior (30.000 euros). Asimismo, queremos optar con Cederna a la nueva convocatoria del PDR para acometer el 50% restante de la reforma de las casas medievales anexas a San Zoilo. ¿Cuál es la principal necesidad de Cáseda en estos momentos? La vivienda. Falta para alquiler sobre todo. Las promotoras ya no se acercan a los pueblos, como sí sucedía hace 15 o 20 años. Consideramos que el Gobierno debe impulsar el desarrollo de vivienda pública y de alquiler. Al ayuntamiento nos llegan constantemente peticiones de gente que quiere venir a vivir, sobre todo por trabajo, y no podemos darles una respuesta.

Cáseda afianza su futuro

El auge de la matrícula en el colegio, la consolidación de la única farmacia o la apertura todo el año de un tercer bar vinculada a un nuevo gimnasio son noticias positivas que cobran especial importancia al darse en un pueblo en caída poblacional

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