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Burlada

El lodo que aún sigue dentro de casa

En las calles apenas quedan rastros de la inundación de la madrugada del viernes pero, puertas adentro, sigue el barro y el agua. Y familias obligadas a salir de sus pisos

Ampliar Maite Barbarin Hermoso de Mendoza y Adriano Becerra Gallego miran los enseres amontonados en su piso
Maite Barbarin Hermoso de Mendoza y Adriano Becerra Gallego miran los enseres amontonados en su pisoM.M.
Publicado el 19/12/2021 a las 06:00
En el aparcamiento de la calle El Soto aún están aparcados coches que quedaron bajo el agua. El barro que los cubre les delata, y también las pegatinas que ha colocado en los parabrisas una empresa que se ofrece a comprar “todo tipo de vehículos”. Esos son los únicos restos visibles en la vía pública de la inundación del viernes, una vez que se han limpiado las calles y retirado los contenedores donde los vecinos afectados tiraron los enseres inservibles por el agua.
Pero de puertas para adentro, el lodo no se ha ido. Y la calle el Soto, el portal número 4 de su trasera, es un ejemplo, con las cuatro familias de las viviendas de la planta baja que han tenido que abandonar sus pisos. Como Maite Barbarin Hermoso de Mendoza, Adriano Becerra Gallego y su hija de 4 años. “Estábamos en la cama y nos avisó un vecino por teléfono”, dice ella. Era de madrugada, ni recuerda la hora, sólo que el agua entraba a raudales por la puerta de casa y una ventana. “Sólo nos dio tiempo a coger las escrituras, una medicación y cosas para la cría”.
Desde entonces viven en casa de la madre de Maite y a la vista de cómo está su piso temen que les costará meses volver. El parqué levantado, las paredes de pladur humedecidas, los muebles llenos de agua... “Y desde el Ayuntamiento, lo único que nos ofrecen son dos viviendas para todos, una sin calefacción y ninguna con muebles”. No es la única crítica contra el consistorio. “La mañana del viernes no se arrimó nadie a ver qué tal estábamos. Aquí nos quedamos 20 familias sin luz, ni calefacción, ni agua”, añade su vecino José Ramón Gorritxo Fernández. “La alcaldesa se enteró de nuestra situación el sábado por la mañana por voluntarios de Gora Burlata. Los únicos que nos echaron una mano junto a los concejales de Bildu el sábado por la mañana”, afirma la pareja.
El equipo de gobierno de NA+ les citó para una reunión el domingo. “Nos prometieron alojamiento, que al final son esos dos pisos, y encima le recrimina a una vecina que no le hubiera avisado de lo que nos pasaba”, se queja Maite. “Puedo entender que, tal y como estaba la situación en Navarra, por aquí no pasaran los bomberos porque estaban a mil sitios. ¿Pero nuestra Policía Municipal? Ni una triste zodiac para preguntar a ver cómo estamos”, añade mientras José Ramón asiente.
Y mientras, siguen con bombas achicando el agua que anegó los garajes y todavía remansa en los trasteros que no se pueden abrir. Un estacionamiento subterráneo que comparten con el portal contiguo y en el que quedan coches que el caudal ha arrastrado incluso amontonando uno encima del otro. “Esto es un desastre. Pero al menos se ha demostrado que somos una comunidad de vecinos muy unida. Nos organizamos de madrugada para sacar en cadena los muebles de los de los bajos, a los que también se les dio cobijo”, dice Gorritxo.

Prudencio Abadiano Abadiano, vecino de Burlada: “Me dan igual los muebles y la ropa, pero aquí no puedo vivir”

Prudencio Abadiano Abadiano, en la cocina de su casa, con los mueble amontonados
Prudencio Abadiano Abadiano, en la cocina de su casa, con los mueble amontonadosM.M.
En el número 26 de la calle San Juan, en el pueblo viejo de Burlada y en la zona urbana más cercana al río, Prudencio Abadiano Abadiano, de 90 años, dormía en su habitación de la planta baja, contigua a la cocina. “Y el hijo estaba en el cuarto de arriba. Él fue quien oyó a las cuatro de la madrugada el aviso de Policía Municipal con la sirena puesta del coche patrulla. Bajó corriendo las escaleras e intentamos detener el agua. Era imposible, se nos echó encima. Así que nos fuimos”. Padre e hijo se quedaron en su vehículo, dando vueltas la mayor parte del tiempo, a la espera de regresar a su vivienda, lo que no pudieron hacer hasta las seis de la tarde. “Y aquello era un horror. Todo lleno de barro. El agua, menos mal, se había ido porque dentro de casa tengo una alcantarilla por si acaso pasaba esto. Pero llevo 50 años viviendo aquí y nunca había hecho falta. Como mucho, el río había llegado a la puerta. Me da igual la ropa, los muebles... pero yo aquí no puedo vivir. ¿Ves la humedad en las paredes? ¿Ves que me ha fastidiado el frigorífico y la lavadora? Sólo pido un lugar digno para mudarme, que me cedan algo”, comenta Prudencio en su cocina, aún con charcos y los muebles humedecidos amontonados en un rincón.

Daniel Glaría Seminario, dueño de una bajera en Santa Bárbara: “Yo vivo en Erripagaña y allí no se avisó a nadie ”

Daniel Glaría Seminario señala hasta donde llegó el agua dentro de su bajera
Daniel Glaría Seminario señala hasta donde llegó el agua dentro de su bajeraM.M.
Las catástrofes naturales nadie las puede evitar. “Pero sí paliar. Era fácil de imaginar la recrecida del Arga por lo que estaba lloviendo, con la nevada y el aviso desde el embalse de Eugui de que iban a soltar agua “, critica Daniel Glaría Seminario. Y aún más: “Y encima avisan de madrugada pero sólo a los del casco urbano de Burlada, no a los de Erripagaña. ¿Y qué pasa con los que, como yo, tienen un negocio o una bajera aquí?”. En su caso, la alerta le llegó por un vecino de la calle Santa Bárbara, en cuya trasera está la bajera en la que guarda material de su trabajo como montador en Canalones Iruña. “El agua llegó a más de un metro así que la mayoría se ha echado a perder. Menos mal que pude poner a salvo la furgoneta con la máquina que había dentro”, dice sobre el automóvil aparcado en la explanada contigua cerca del río. “Aquí pusieron brea sobrante de la pavimentación de calles y no la compactaron, además de dejar montones con más brea de otras obras. El agua la ha arrastrado hasta las huertas. Están destrozadas, no creo que puedan volver a plantar nada allí”, comenta. Él es propietario de esta bajera desde hace 4 años. “El anterior dueño llevaba 60 y dice que la vez que más agua le entró no llegó a 30 centímetros”
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