‘No las alimentes, cuida tu salud’. ‘Las sobras, sobran. Recógelas’. Fueron dos de los mensajes que lanzaron con fuerza a principios de verano desde e
l Ayuntamiento de Pamplona para que el problema de plaga de palomas no fuera a mayores en la capital. Con el paso del tiempo, el asunto parece que podría ir minimizándose aunque sigue siendo invierno y el buen tiempo parece que va en sintonía con estas aves. Sea como sea, la realidad es que el cambio de hábitos en estos animales resulta realmente complicado.
Con una población que se cifró en unos 8.000 ejemplares, bien es cierto que más allá de los problemas de suciedad que conllevan, también hay que tener en cuenta la cantidad de parásitos que portan. Por eso, las demandas lanzadas por vecinos de la calle Miguel Astráin, en Pamplona, quizá deban ser tenidas en cuenta. “Las ventanas de mi casa dan a la avenida de Zaragoza y estoy cansada de tener que espantar a las palomas constantemente del alféizar”, explica una de las afectadas. “Es una invasión”, añade.
Pero no es la única. En paralelo, los residentes hablan de una considerable cantidad de excrementos. “Y si limpiamos, parte de ellos se cae hacia los pisos inferiores o a la calle, con lo que tampoco es la solución más apropiada”, determinan.
SENTIDO COMÚN
De ahí que quienes sufren de este problema “desde hace bastante tiempo” tengan dos peticiones: por un lado, recordar al resto de residentes en los edificios aledaños que no alimenten a las palomas. “Vemos cómo hay personas que dejan pan o similares en las ventanas y, claro, así no terminamos nunca”, se quejan.
Y, en segundo lugar, la solicitud la enfocan hacia el Ayuntamiento de Pamplona. “Pensamos que los responsables municipales pueden y deben hacer algo, capturas o lo que se estime oportuno”, indican. “El problema es real y eso que el mal tiempo juega casi en nuestro favor”, se plantean los vecinos de esta calle.
CLAVES
Problemas. Según los expertos, las palomas urbanas son portadoras de alrededor de medio centenar de parásitos como garrapatas, piojos o sarna. Al problema de salud, hay que añadir el impacto sobre el patrimonio arquitectónico.
Desde el consistorio se pide no alimentar a estos animales.