Adrián Méndez, un ejemplo de superación

Adrián Méndez habla poco. Pero sus ojos, la única parte de su rostro que deja ver la mascarilla durante la charla, reflejan su “tranquilidad y buen ánimo” y las sonrisas con las que recibe las preguntas y los comentarios. Todo ello denota un carácter afable del que también hablan las personas que se han ido encontrando con él en su vida. Nacido hace 22 años, vecino de Mendillorri desde entonces y el mediano de tres hermanos, pronto su pediatra, con formación en neuropediatría, advirtió a sus padres de la necesidad de evaluarle. Los test confirmaron la discapacidad intelectual, que en la actualidad es del 50%, según explica su progenitora, Anabel Gudillo, presente en la entrevista. Pero su disciplina, perseverancia y buena actitud en las diferentes etapas, desde los estudios adaptados, al deporte, el teatro y, ahora, en su estreno en el mundo laboral, le han convertido en una persona “autónoma y autosuficiente”. Consciente de que no podrá hacer algunas cosas y reacia a otras, como la idea de conducir y enfrentarse a situaciones estresantes. Primero en el colegio El Lago de Mendillorri, donde recibió estudios de Primaria, y después en Salesianos, donde estudió ESO adaptada y un grado de FP Especial de la rama de Artes Gráficas, sus experiencias han sido “positivas”. “Estuvo bien en el colegio y con su carácter ayudaba a personas que veía más débiles, como me contó un profesor de Educación Física para explicar el notable que le había puesto por ayudar a un compañero. Y cuando optamos porque fuera a Salesianos para la secundaria, al mes y medio, me dijo: mamá, has tomado la mejor decisión. He encontrado mi sitio”. Adrián Méndez asiente y recuerda que iba al centro, primero en la calle Aralar de Pamplona, andando, en bicicleta o autobús. Acabó en Sarriguren, cuando ya cursaba la primera promoción de FP Especial de Artes Gráficas. Encontró “buen ambiente, buenos profesores y compañeros y clases más reducidas”, apostilla su madre. Una relación que perdura y que, un año después de salir, se alimenta con sus visitas semanales, los miércoles, a sus profesores y con ensayos en un grupo de teatro los viernes. Al teatro llegó un tiempo después, cuando venció sus propias reticencias para salir al escenario y pensó que le ayudaría a acabar con su timidez para hablar en público. “Lo he hecho. Me he apuntado”, dijo un día en su casa. Ahora ha vuelto al recuperarse el taller. También en Salesianos se introdujo en el mundo del deporte. Tras una “gran experiencia” en un equipo de balonmano de Huarte, lo dejó al comprobar la dificultad de seguir en un deporte de equipo tan competitivo. Y descubrió el tiro con arco que practicaban en el centro, donde el encargado de mantenimiento, José Gabriel Miguel, es técnico profesional de esta disciplina que le embaucó. “Nos unimos los tres. Padre, madre e hijo. Y todavía seguimos Adrián y yo”, se une a la charla Fran Méndez, su padre. Allí es donde Adrián es más rotundo a la hora de explicarse. “Me ayuda a ganar en concentración y a relajarme”, asevera. Recibe clases los lunes y jueves y algún otro día se acerca a las instalaciones a mejorar su técnica. “Es buena persona y buen arquero. Hace lo que le planteas en cada entrenamiento y con esa actitud se puede llegar a cualquier sitio en la vida”, dice el técnico. Lamenta también que el tiro con arco adaptado no esté muy avanzado en Navarra. “Tiene que competir en categorías superiores a la suya y se defiende. Pero si compitiera en la suya y confirmaran sus certificados como deportista paraolímpico, podría estar entre los cinco primeros de España”, sorprende a sus padres. Desde junio pasado forma parte de la nómina y trabajadores afiliados a la Seguridad Social de Gureak, una empresa que emplea en gran parte a personas con discapacidad. Allí hizo prácticas, “más mecánicas en Orkoien, y clasificando correos en Noáin”. Y allí confiaron en él para su primer contrato de trabajo que ahora aguarda a renovarse en junio. “Siempre tenemos la incertidumbre cuando termina una etapa de qué será de él, pero va superando pasos. Y siempre con su sonrisa y agradecido. No le importa que termine el fin de semana y volver a trabajar, de 7 a 15 horas”. Y Adrián asiente con la sonrisa reflejada en sus ojos que ni el “madrugón” apaga.

Adrián Méndez, un ejemplo de superación

Tras completar su formación adaptada, encontró trabajo donde hizo las prácticas. Con el tiro con arco mejora en concentración y hace teatro para combatir su timidez

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