Sasha ayuda desde Noáin

A Sasha, que es como llaman a Olexsakdr Smolka (Ichnia, Chernigov, 25-12-2004), la invasión de su país natal a manos del ejército ruso le ha “pillado” viviendo en Noáin y estudiando en Burlada, en la escuela de hostelería. Recaló en septiembre del año pasado en la Navarra que le acogió durante ocho veranos, hasta 2020. Llegó para completar su formación secundaria tras haber terminado la escuela en Ucrania. Deseoso de formarse como pastelero o cocinero, trasladó a la familia Marco Barricart su aspiración y ellos no dudaron en acogerle, inicialmente por dos años, para que cumpliera su sueño en Navarra. Con ellos había pasado siete de esos ocho veranos navarros. En su domicilio de Noáin vive desde entonces y va superando fases del grado de restauración con exámenes orales y pendiente de mejorar su dominio de la escritura en español. Con la esperanza de llegar un día al de cocina. Es aquí, por tanto, donde ha vivido los primeros días de asedios, bombardeos y disparos en diferentes regiones y ciudades de Ucrania. Donde ha conocido historias de personas que buscan lejos de sus hogares un lugar seguro y que se han convertido en refugiados a unos pocos miles de kilómetros de nuestra tierra. Allí sigue su familia de sangre. Huérfano, vive su abuela materna, su madrina, un tío y varias primas que no quisieron primero ni pudieron después salir del país y con los que mantiene contacto vía llamada telefónica diaria. Unos minutos cada noche apenas para confirmar cómo siguen. “Me hago a una idea porque estando allí explotó una mina y el estruendo era terrible. No hay bombardeos pero sí tienen los tanques cerca. Están en una región entre Bielorusia y Rusia. Muchas personas viven en casas con terreno donde pueden acumular comida, pero en las tiendas ya no hay”, detalla parte del horror que viven en su pueblo y en muchas partes de su país. Y se le quiebra la voz al reconocer que personas que ha conocido en su corta vida han fallecido en estas primeras semanas . Lo que escucha a diario y sigue a través de los medios y de internet le ha llevado a intentar poner su grano de arena en la montaña de solidaridad que se ha despertado desde las primeras operaciones del ejército ruso en tierras de Ucrania. Lo cuenta con un español que va mejorando con los meses y desde sus más de dos metros de altura que le ayudan a coger y montar grandes cajas de cartón que junto a otros voluntarios y colaboradores va llenando con las aportaciones que llevan los vecinos. “Ya que no estoy allí para aportar tenía que hacer algo para intentar ayudar y es lo que se me ocurrió. Busqué un local en Noáin donde poder recibir las donaciones. Un punto más de recogida de los que ha organizado Segunda Familia”, relata. Y Carmen, la coordinadora el lunes apostillaba: “Se ha generado una ola increíble en Noáin. Se llenó una furgoneta que salió y volverá con personas refugiadas. Y siguen trayendo bolsas y bolsas”, precisaba. En total han recaudado materiales para llenar nueve camiones, confirmaba el jueves. Parte del material incluido en el listado que preparó Sasha. Y con las bolsas y aportaciones llegan personas conocidas y otras desconocidas, vecinos de Noáin y el Valle de Elorz conmocionados por lo que se va viendo de la invasión y por el panorama que se dibuja. Algunos conscientes de la historia del joven ucraniano. Otros guiados por los carteles que colocó establecimientos y edificios o por la bandera de Ucrania que ondea en los bajos de la parroquia San Miguel. Fue allí donde encontraron cobijo para recoger el material solidario. Lo hizo Eva, una peluquera que recibía en su local próximo, en la calle San Miguel, por la mañana. Ayer terminó la recogida del material y ahora queda terminar de contarlo y ordenarlo. “Son necesarios productos de higiene y sanitario, comida y ropa para bebés, ropa para adultos porque está nevando y hace mucho frío y humedad”, apunta. Pero su labor no se quedará aquí. Ya tiene pensado el siguiente “papel” : acompañar a los menores refugiados. Niños y niñas que puedan llegar sin dominar el idioma para apaciguar sus nervios y miedos. Sasha habla ucraniano , ruso, inglés y español. Traduce al ucraniano los carteles que voluntarias navarras, como su “mamá de acogida” Maite Barricart, colocan en las cajas para distinguir lo que llevan. “Creo que vendrá bien que tengan a alguien a quién entienden y más los que lleguen solos”, dice recordando imágenes de niños refugiados que han perdido en el camino a sus madres y padres. Maite Barricart asiente orgullosa del papel que ha desempeñado su “pequeñín”, como le llaman en la familia.

Sasha ayuda desde Noáin

Uno de los menores del programa de Segunda Familia que estudia en Burlada ha reunido nueve camiones para Ucrania en su localidad de acogida, Noáin

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