No es que fuera una de las estampas más esperadas del verano, hablando en términos medioambientales. Sino que la
limpieza de las pasarelas del río Arga se había convertido en un asunto estancando desde que las aguas anegaran
Magdalena y Rochapea el pasado mes de diciembre. Ocho meses desde que el día 10 la lluvia pusiera dos barrios literalmente patas arriba. Más de 32 semanas aguardando a que la
Confederación Hidrográfica del Ebro y el Ayuntamiento de Pamplona sentenciaran luz verde al procedimiento que ya modifica el paisaje junto al Club Natación.
Con las pasarelas abiertas (aspecto que agradecían aquellos vecinos que requieren de este paso para ‘atajar’ en sus quehaceres diarios), las máquinas trabajaban ayer a destajo para retirar toneladas de piedras, lodos, ramas y demás sedimentos que llevan acumulándose junto a la estructura desde aquel viernes en la que el desbordamiento del Arga destrozó comercios, bajeras, garajes, vehículos, portales... Un auténtico torbellino del que muchos siguen sin pasar página.
Incluida la
importancia de dragar el río. Una tarea que se prevé pueda durar todavía unos días y que el consistorio aclara que aunque el
Ayuntamiento de Pamplona realiza
“limpiezas periódicas” en la zona, hoy se aborda una intervención extraordinaria que se acomete en agosto para
aprovechar que el bajo caudal que presenta el cauce en estiaje facilite las labores y se produzcan
menos afecciones ambientales.
Para entenderlo, se debe tener en cuenta que, además de disminuir la sección hidráulica de las pasarelas, el arrastre de materiales que viene aparejado tras cualquier crecida puede agravar consecuencias de futuras avenidas. Por ello y según explican los técnicos, en este momento, el acúmulo de arrastres, especialmente gravas, aconsejan una intervención de mayor calado que las que se realizan de forma periódica a lo largo del año.
La actuación, por tanto, era más que comentada. “Ya era hora de que metiesen mano a este tema, que siempre es lo mismo. Cierran las pasarelas y, después, cuando las abren, dejan la zona igual que como está”, expresaba Regina Aparicio, una de las muchas vecinas de Pamplona que ayer se encontraba observando el ir y venir de palas y remolques. “Fíjate lo rápido que van, no costaba nada haber empezado antes, que daba pena venir a pasear”, añadía Luisa Fernanda Garciandía, compañera de paseos.
Pero más allá de la crítica, lo cierto es que el sentimiento general de quienes ayer transitaban junto a las pasarelas durante las primeras horas de la mañana era de calado positivo. “Es una buena noticia, llegue cuando llegue”, valoraba Joaquín Zaldúa, residente en Burlada. El paisaje, ya cambiante, ‘promete’ devolver el caudal a su estado original.
La cifra
45.000
Euros Para hacer posible esta operación el pleno municipal aprobó el 2 de junio una modificación presupuestaria.