Rincones olvidados
El señorío a las puertas de Pamplona en el que Felipe II pasó dos noches
El "rey Prudente" visitó Navarra en el año 1592, acompañado por su hijo y heredero -el futuro Felipe III-, y durmió durante dos noches en un palacio en el señorío de Oriz

Actualizado el 28/03/2023 a las 21:30
En el valle de Elorz, a la vera de la Autopista de Navarra y justo después de pasar Imarcoáin si se circula desde Pamplona en dirección sur, quedan a mano izquierda un polígono industrial, una hilera de casas bajas y dos edificios de piedra. Uno es una iglesia; el otro, una casa-palacio muy reformada, pero que esconde una gran historia entre sus muros.
En origen, el solar perteneció a una familia de servidores de los reyes de Navarra Sancho VI el Sabio y Sancho VII el Fuerte. Se conoce el nombre de algunos de sus dueños, como Iñigo de Oriz y su esposa Inés; el hijo de ambos, García, y su nieto, Iñigo. Éste último vendió el lugar a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén por 60.000 sueldos.
Las pestes del siglo XIV y luego un ataque de tropas castellanas, en 1378, diezmaron la población de la zona. No obstante, el palacio del señorío era utilizado recurrentemente como escala por los monarcas navarros y, en el siglo XVI, pasó al importante linaje de los Cruzat.
A finales de esa centuria, el rey Felipe II y su heredero, el por entonces príncipe Felipe, visitaron Navarra. Entraron por Viana el 13 de noviembre y se dirigieron hacia Pamplona tras ser agasajados con un gran recibimiento en Estella. Las condiciones meteorológicas eran difíciles, con nieve a lo largo del camino. El día 19, la comitiva llegó a Oriz, procedente de Puente la Reina, y se detuvo para pectonar allí.
Como el edificio no era lo suficientemente grande para acoger a todo el séquito, los gentilhombres y caballeros tuvieron que buscar alojamiento en las aldeas circundantes. El palacio fue custodiado por una compañía de infantería enviada por el virrey. Debido al temporal, muchos carros quedaron rezagados y atascados a la intemperie.
Al día siguiente, Felipe II entró en Pamplona, donde fue aclamado igual que en Estella. Hubo un gran desfile en su honor, con miles de soldados, y el rey pudo visitar las obras de la Ciudadela, que justo entonces se estaba edificando. El día 22 partió rumbo sur, hacia Tarazona, de modo que el 23, lunes, volvió a hacer noche en el señorío de Oriz.
Con su señorío anejo, aparece como de cabo de armería en la nómina oficial del Reino. Por aquella época, el palacio pertenecía a Juan Cruz, ya que así está acreditado por un escrito de 1593. Sin embargo, en 1723, según la Cámara de Comptos, el dueño era el marqués de Góngora.
El palacio fue perdiendo progresivamente su antiguo esplendor, si bien a mediados del siglo XIX debía conservar todavía cuatro pequeñas torres defensivas (garitones) que ya han desaparecido, igual que el blasón familiar. Por suerte, en el Museo de Navarra se custodian varios paneles de grisallas (pinturas que simular el efecto de una escultura) que pertenecieron a esta casa señorial y que se consideran "uno de los conjuntos más excepcionales de la pintura civil del tercer cuarto de siglo XVI en España, con temas tan poco frecuentes como los del Antiguo Testamento y de historia contemporánea", según la Gran Enciclopedia de Navarra.
En la actualidad se hace difícil adivinar que allí pernoctaran Felipe II y el futuro Felipe III, pero si nos acercamos al lugar quizá la imaginación pueda trasportarnos hasta el siglo XVI.
