Imárcoain
"Cada tormenta fuerte me llena de goteras el restaurante"
Mohammed Talhaoui, autónomo de 40 años, regente el local del área de servicio de Imárcoain, muy afectado por las inundaciones del pasado miércoles

Publicado el 02/06/2023 a las 06:00
A Mohammed Talhaoui se le notaba este jueves muy enfadado. Mientras realizaba labores de reparación y limpieza en los establecimientos del área de servicio de la Ciudad del Transporte, en Imárcoain, lamentaba los múltiples desperfectos que le había dejado el episodio en el local, con la rabia además de que eran recurrentes. “Cada vez que hay una tormenta fuerte se me llena esto de goteras”, se quejaba, en referencia al local restaurante, sobre todo la ubicada en sentido sur (hacia Tafalla), que no iba a poder abrir en unos días. “Igual 3 días tengo que estar cerrado. El agua me ha tirado techo y mojado cableado, afectado a pladur, etc”, indicaba este hombre de 40 años, que lleva 15 trabajando en el lugar, los últimos 3 como autónomo. “Hace cosa como de año y medio, con otra tormenta fuerte, me pasó lo mismo, cayendo regueros de agua por el techo, y el local otra vez inundado”.

En su recuerdo hay al menos tres episodios similares, denunciaba, y además no le ve una solución sencilla porque, explica, los propietarios no acometen la reforma necesaria que evite que las instalaciones se llenen de pequeños arroyos cuando se producen precipitaciones intensas. “Es mucha faena porque habría que cambiar aislamientos y reforzar el techo pero aquí se pasan la pelota de Audenasa a Cepsa y de Cepsa a Audenasa y al final no se hace nada. Hasta la próxima”, señalaba Mohammed, que regenta los locales en condición de alquilado. “Está deteriorado porque lleva construido como 40 años y no se ha hecho nada nunca para mejorarlo”. Además del enfado por los daños, Talhaoui también dedicó este jueves un buen rato a rememorar los momentos de tensión vividos en la tarde noche del miércoles, cuando la tromba caída en el lugar anegó el aparcamiento de camiones y pilló in situ a algunos conductores, clientes del restaurante. “En el área norte había camareras que se fueron poniendo muy nerviosas según subía el agua, que lo rodeó todo. Me llamaban para ver qué hacer, con el comedor en momento de cenas, sin que supieran si iban a poder salir o qué iba a pasar”, indicaba, pidiendo por favor una solución para evitar que, en caso de otra tormenta, se repita una situación parecida.