Un regalo de Felipe VI para una colaboradora de la Policía Nacional en Pamplona

Mónica Yu, secretaria de la asociación de chinos residentes en Navarra, llegó ayer tan tranquila a mediodía a la comisaría de Policía Nacional en Chinchilla (Pamplona). Como otras veces, la habían llamado desde este cuerpo, con el que colabora desde hace años, tanto en labores de traducción, como ejerciendo de enlace con los 2.000 chinos que residen actualmente en la Comunidad foral. Se identificó en la entrada y pulsó el botón del ascensor hasta la tercera planta, donde la recibió el jefe superior, José María Borja. Su presencia, con un sobre envuelto en la mano, llamó la atención de la mujer, pero lo especial de la cita quedó confirmada definitivamente cuando, desde la habitación anexa, apareció un fotógrafo que inmortalizó la entrega del paquete. “¿Un regalo de Reyes?”, preguntó, emocionada. En realidad, a pesar de estar en mayo, se trataba justamente de eso. Por mediación del responsable de protocolo de la Policía Nacional en Navarra y, en agradecimiento a la ayuda prestada por Yu, desde Casa Real le habían enviado una carta y una fotografía del rey Felipe VI, una figura que Mónica Yu admira con devoción. “Me encanta. Vine a España por él”. Emocionada, relata su historia mientras lee las líneas de agradecimiento enviadas desde Zarzuela y el retrato firmado por el monarca. “Con afecto”, rubrica. Abrazada al detalle, expresa que “la palabra contenta no es suficiente” y relata su fervor por Felipe de Borbón. ABANDERADO EN 1992 “Yo soy de Taiwán. Nací allí en 1980 y tenía 12 años cuando estaba viendo por televisión las Olimpiadas de Barcelona 1992. Entonces apareció él, el abanderado de España”. Le pareció “muy guapo”, indica, sin ambages, y comenzó a querer saber más de aquel joven y su país. “Me encantó la fiesta, la inauguración y todo lo que suponía de que en Europa existían príncipes como los de los cuentos, así que me dije, quiero conocer España”. Y desde ese momento, comenzó un periplo que le ha llevado hasta no solo conocer, sino dominar el idioma y quedarse a vivir en él, donde ha formado una familia. “Empecé a estudiar idiomas en Taiwán, hice intercambios de verano para venir a España y finalmente, gracias a un convenio de mi universidad, pude hacer Psicopedagogfía en la Universidad de Navarra. Después, he realizado también un posgrado de traducción e interpretación en Barcelona y, a la vez, conocí a mi propio príncipe azul, un PTV (pamplonés de toda la vida)”, define. En la capital navarra tiene ahora su vida, con su academia de chino, sus clases en la UPNA y su implicación, tanto en la asociación como en la colaboración con entidades como la Policía Nacional o los Juzgados, donde también ejerce como intérprete. “En esa faceta de ayudar así no me ha tocado participar demasiado porque los chinos afortunadamente son bastante tranquilos y no cometen muchos delitos”, indica, aunque sí que, cuando se ha dado el caso, ha procurado jugar ese papel bisagra entre ambas formas de entender la vida. “Me tocó traducir a unas personas por un caso de malos tratos y yo les explicaba que, para que respondieran, a veces no había que ser tan directo en las preguntas, sino mostrar algo más de empatía, estaban asustados. Intenté ser de ayuda en un momento tan delicado”, recuerda. AYUDA EN PANDEMIA Desde hace más de un año, la irrupción del covid ha multiplicado sus contactos. Primero, cuando comenzaban a llegar las primeras noticias sobre los contagios que asolaban Wuham, zona cero, organizando una recogida de fondos entre la comunidad china asentada en Pamplona con la intención de prestar apoyo a los residentes en esta ciudad china. Después, con la pandemia desbocada a este lado del planeta, gestionando la entrega de material sanitario como mascarillas o geles a los agentes de la Policía Nacional, sobre todo en momentos en los que el suministro era más complicado. “Se ha portado muy bien con nosotros y, como sabíamos de su historia y su admiración por el Rey, nos pusimos en contacto con la Casa Real para ver qué se podía hacer”, cuentan desde la Policía. Los tiempos son los que son, añaden, y una audiencia en persona, el gran sueño de esta mujer, es ahora una quimera. “Queda pendiente”. Si lo tuviera delante, Mónica Yu tiene claro qué le diría y cómo iba a reaccionar. “Sé que sería saltarme todos los protocolos pero me gustaría darle un abrazo y contarle que fue el motivo de que me cruzara el mundo hasta llegar aquí, donde se vive muy bien, así que le daría las gracias por eso”.

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