Cáseda, sol y silencio

Víspera de las Santas Reliquias y en la plaza del Mercado, donde el Ayuntamiento mira cara a cara a la Casa de Cultura, lucía el sol a las doce del mediodía. Había en los soportales del edificio labrado en piedra, llamado a ser dinamizador de la vida cultural en el pueblo, cuatro jóvenes contados nostálgicos de una celebración popular que no arrancó ni arrancará. Quedará ahogada por las restricciones que son obligadas de cumplir para espantar lamentos como los que en marzo y abril mantuvo a Cáseda sumida en la tristeza por la pérdida más de una decena de vecinos. “No se sabe si fue por la pandemia”, asegura el alcalde, Jesús Esparza Iriarte (Agrupación San Zoilo), pero lo cierto es que fueron momentos difíciles de digerir y angustiosos. Este martes, el trastoque de planes, que ha provocado el coronavirus, extendió un manto de silencio en la misma plaza donde doce meses atrás hubo júbilo. El regocijo acompasó el estallido del cohete, amplificado por la música de sus protagonistas como difusores y escrutadores de los secretos del pentagrama. A aquellos que aleccionan a las nuevas generaciones en la lectura de las notas correspondió encender la mecha de la alegría. Sus discípulos compartieron honor. Resignados a pasar estos días en el silencio de la prudencia y prevención, acento este último remarcado ayer por el alcalde como el mejor deseo de las no fiestas para sus vecinos, un ramillete de nostálgicos no pudo resistir la tentación de lucir prendas en rojo y blanco en un día señalado. Al alcalde, la misma fecha o cercana, que otros años le hubiese cogido asomado al balcón, le obligó a participar de una videoconferencia como miembro de la ejecutiva de la Federación de Municipios y Concejos de Navarra. Todo al revés de las previsiones barajadas a principios de año, cuando en Cáseda se esperaban las fiestas de guardar en son de armonía y buen apetito. Al menos, en el repaso a los meses de inquietud, el primer edil se felicitó por que ninguno de los internos en la residencia de la Tercera Edad hubiese acabado afectado por el virus, en buena parte por el buen hacer de sus gestores y personal. Ahora que la normalidad impera, sin fiestas, un día como el de ayer era de escuela para los 55 alumnos y 11 profesores adscritos al centro de enseñanza local. Tiempo habrá de celebración y quien sabe si en las fiestas pequeñas de Santa Águeda son grandes con la esperada y previsible llegada de dos nuevos miembros en la Comparsa de Gigantes, que ayer no pudieron estar allá donde el Ayuntamiento se mira en el espejo de la Casa de Cultura. La receta del pentagrama Cuando Arturo Aznárez Barrio animaba los Sanfermines y otras fiestas de guardar en su Pamplona natal como trompista de la célebre Pamplonesa, el azar salió a su encuentro en forma de comentario de un compañero suyo de formación musical. “En el pueblo de su mujer había quedado vacante la oficina de farmacia”, atendió por información. En ese momento, licenciado de Farmacia amén de haber completado estudios en el conservatorio, barruntaba definir su futuro sin renegar al lenguaje alambicado ni olvidar los entresijos de botica. Entonces, hace 38 años, “había que hacer méritos” para acceder a la titularidad de las llamadas oficinas de farmacia. En pugna reñida con un catalán de apellido Lluch - “como el que fue ministro”-, salió airoso por un estrecho margen en la comparación de logros contraídos. “Gané por una décima”, rememora desde la farmacia de Cáseda . El rumbo que cobró su vida abrió una rendija a su afición más que cultivada de la música. No hay secreto en los pueblos que quede oculto. Se llegó a saber que el farmacéutico, además de ser solícito en la expedición de recetas y la respuesta a cualquier duda sobre la salud, gozaba de virtuosismo de interpretación musical. Fue así cómo comenzó a impartir clases de lenguaje musical, “lo que popularmente se conoce como solfeo”. La curiosidad por desentrañar el enigma del pentagrama fue sumando adeptos. A medida que fue pasando el tiempo y la lectura de las notas dejó de ser atolladero, llegaron a Cáseda profesores de instrumento para compartir con los jóvenes aprendices sus conocimientos, destreza y pasión. El resultado de aquel ímprobo esfuerzo acabó cuajando en la composición de una banda de música, de la que Arturo Aznárez sigue siendo su director. Tuvo que hacerlo bien en su etapa docente que algunos de los que fueron alumnos, entre ellos sus propios hijos, Ana y Adrián, acabaron contagiándose de su entusiasmo y emulando sus avances y logros musicales. A sus 61 años de edad, su mente privilegiada de buen boticario no olvida a profesionales de la música que siguieron sus pasos y hoy, además de forjarse su futuro en la interpretación, contribuyen a alargar la cadena del aprendizaje como profesores. “Iñigo Morea, Maite Baztan, Iñaki Moriones, Aitor Ruiz”, además de sus hijos, conforman esa generación que hacen las veces de mediadores entre la suya y los jóvenes aprendices de solfeo e instrumento. El año pasado, profesorado y alumnado tuvieron por estas fechas el privilegio de anunciar las fiestas. Fue un cohete sonado en sentido metafórico. Lógicamente, el cuidado de una escuela de música en una localidad aporta el nutriente básico de formaciones. Sin alcanzar el millar de habitantes, Cáseda cuenta con banda de música y charanga, de nombre Txurrumuski. La música encandila al farmacéutico con tal poder de seducción y ánimo que además de portar la batuta en la banda le empuja a acompañar a los gigantes desde su condición de gaitero. “Aprendí a tocar la gaita con los hermanos Fraile, en Pamplona; en concreto, con José Luis. Luego también enseñé en Cáseda a tocar la gaita”, apunta. Siempre que hay ambiente musical su nombre aparece. Como gaitero anda a la sombra de los gigantes, que más que probable incorporará una nueva pareja en los próximos meses. Si no hubiese contratiempo con la inquietud instalada por la amenaza del coronavirus, podrían ser presentadas en sociedad las dos nuevas figuras estilizadas en febrero, en las fiestas pequeñas en honor a Santa Águeda, como dejaba entrever ayer el alcalde. Su hija, Ana, le acompaña con repiques de tambor en pasacalles y paradas de los grandes llamados a entretener a los pequeños con sus giros de altura. La biografía de Arturo Aznánez no deja de ser una caja de sorpresas porque antes de recalar en Cáseda despuntó también en el frontón. Como pelotari del Club Oberena fue “semiprofesional con pala larga, corta y paleta”, rememora. ESCUELA DE PELOTA Tanta actividad, entre estudios de farmacia, conservatorio y frontón, invita a preguntarse por la capacidad de organización en los años de juventud. Es mérito también por su parte haber compartido sus conocimientos y aficiones, porque además de entusiasmar a generaciones posteriores a la música logró también en Cáseda fomentar la práctica de pelota. Los aires de dominador que tuvo con la pala acabaron rebotando en las paredes del frontón hasta arrastrar a otros aficionados y aprendices a iniciarse y perfeccionar técnica y práctica. Como dinamizador que fue, en la vertiente deportiva, participó en la creación de una escuela de pelota en la localidad. “Funcionó unos diez años”, según recuerda. Fue así cómo su labor callada entretuvo a generaciones en las modalidades del frontón. Ahora, como farmacéutico y persona, está preocupado por la actual situación sanitaria, a la espera de que se espante cuanto antes la amenaza que atenaza al mundo entero y pueda atisbarse un rayo de luz. Será así cómo vuelva a escucharse las melodías de la banda de música y de la charanga Txurrumuski, que nacieron alentadas por la ilusión de un hombre polifacético, no dado a quedarse para sí lo que aprendió en su juventud y fue madurando a lo largo de su vida. De momento, conviene ser cauto en Cáseda y en todas partes. Siempre quedará la receta del pentagrama. “El Ayuntamiento tiene un potencial de inversión” ¿Cuántos años acumula como alcalde? Llevo 21 años, sexta legislatura ¿Piensa repetir? Quedan aún tres años. No lo tengo pensado. ¿Qué tiene entre manos el Ayuntamiento hoy día? Estamos con inversiones como si fuese la primera vez. Hoy día Cáseda dispone de más fondos propios para inversiones que hace 20 años. A veces pienso que tiene más mérito ser alcalde de Gallipienzo que de Cáseda, entre comillas. ¿Entonces, tendrá más mérito ser alcalde de Cáseda que de Pamplona? Es diferente, Pamplona tiene sus grandes problemas. Aquí no tenemos problemas de gestión de personal. El otro día en el periódico salía que teníamos deuda. Es de 180.000 euros, pero es ‘voluntaria’. Este año estamos haciendo inversiones por 500.000. Si nos las haríamos, tampoco tendríamos el préstamo. Como Ayuntamiento nos proponemos ofrecer buenos servicios para que la población se asiente. Estamos haciendo un gimnasio y una sala multiusos por valor de 350.000 euros en el mismo edificio. Se acabará la obra en noviembre. La otra inversión que tenemos es la rehabilitación de las casas medievales en San Zoilo por 150.000 euros. Todo con fondos propios. Es un Ayuntamiento con un potencial de inversión. ¿Qué servicios ofrece Cáseda? Al estar trabajando en Viscofán, hemos perdido cantidad de autónomos en carpintería, fontanería, electricidad. Pero hay dos bares, uno de ellos restaurante, un taller mecánico, una carnicería y, como gran servicio, la residencia con 46 plazas. El año pasado invertimos en ella 350.000 euros. Y, ¿qué necesidades advierte? Cáseda necesita dotaciones para que la gente se quede. Para el año 2021 tenemos previsto hacer una pista polideportiva cubierta nueva, con ayuda del CSD de 180.000 euros. ¿Cómo pasaron los meses de reclusión y desescalada? En marzo y abril hubo una incidencia fuerte. Aunque no estuviesen todos ellos relacionados con la pandemia, hubo esos meses 12 o 15 fallecimientos. Dentro de todo, lo bueno es que no ha habido afectados en la residencia. ¿Destinó el Ayuntamiento dinero para hacer frente a necesidades especiales? Sí, para desinfección de calles, dotación de mascarillas en la residencia, compra de maquinaria para desinfectar.... Un día como hoy (por ayer) y el alcalde, a las doce del mediodía, no sale al balcón y en cambio se une a una videoconferencia. Se anularon las fiestas como todos los pueblos. Estamos en un momento de prevención, volcados con el colegio, que en un día como hoy (por ayer) no está cerrado en Cáseda. Alcalde: Jesús Esparza Iriarte (Agrupación San Zoilo). Habitantes: 960. Afiliados a la Seguridad Social: Antes de la declaración del estado de alarma, en el mes de febrero, había un total de 71 afiliados a la Seguridad Social, 8 personas adscritas al Seguro de Hogar y 45 eran autónomos. En junio, los afiliados en la primera columna pasaron a ser 76. Extensión: 85,6 Kilómetros cuadrados. Limita con Aibar y Sangüesa al norte, Peña y Sos del Rey Católico al este, Carcastillo por el sur y Gallipienzo por el oeste. Principales cultivos: Trigo y cebada. También colza y algo de alfalfa. Agricultura: Diez personas encuentran en el sector su principal fuente de sustento. Número de viviendas: 350 aproximadamente. Industria: La empresa Viscofán emplea a 600 personas. Escuela: 55 escolares atienden las indicaciones de 11 educadores. Centro médico: Consultorio. Otros servicios: Supermercado, dos bancos, carnicería, dos bares, uno de ellos con restaurante, taller mecánico y residencia con 46 plazas, que ocupa además a 25 personas. Presupuesto 2020: Sobre los dos millones de euros. Fiestas patronales: En torno al 9 de septiembre, las Santas Reliquias.

Cáseda, sol y silencio

Sin fiestas, una mezcla de nostalgia y respeto recorrió este martes las calles angostas de la localidad en la víspera del teórico Día Grande. Tiempo habrá para presentar en sociedad a dos nuevos gigantes. Eso será cuando la amenaza del virus escampe

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