Centenario empresarial
Tiruña: "Todo empezó con un pequeño taller hace 100 años"
Después de cuatro generaciones de la familia Guibert, el Grupo Talleres Iruña (TGI) pasará en 2022 a manos del grupo italiano Fosber, propiedad del chino Dongfang

Actualizado el 22/11/2021 a las 12:14
Veinte años no eran nada para Gardel, según cantó en su tango “Volver”. Pero, a buen seguro, no diría lo mismo de los 100 que acaba de cumplir Tiruña, hoy englobada en el grupo Tiruña Grupo Industrial (TGI). Acaba de celebrar este 2021 su centenario una de las empresas navarras más longevas de la comunidad foral y lo hace a punto de que la propiedad pase en su totalidad al grupo italiano Fosber. Han sido cuatro generaciones de la familia Guibert las que han llevado a la empresa a lo que es hoy en día.
Todo empezó en 1921 , cuando Nicasio Guibert Aramburu compró Talleres Iruña a los pocos meses de que un indiano de Elizondo la constituyera en el pamplonés Rincón de la Aduana. Por aquel entonces, Nicasio Guibert tenía una empresa de Fuelles Industriales en Zumárraga y se trasladó a Pamplona para adquirir la empresa, motivado por el hecho de que sus tres hermanos mayores ya estaban establecidos en esta ciudad. En sus inicios, la empresa se dedicó a la fabricación y reparación de piezas metálicas para diferentes industrias, fundamentalmente para la automoción.

Entre los años 1924 y 1925, la empresa vivió momentos difíciles por lo que, a pesar de su juventud, debieron incorporarse al negocio familiar todos sus hijos, fruto de su matrimonio con Candelaria Olaizola Segurola y, con ellos, la segunda generación de la familia. Víctor Guibert Olaizola entró como jefe de taller y tornero; José dejó de estudiar en Burdeos y se incorporó a tareas comerciales; Cirilo, a las tareas administrativas y, poco después, Agustín empezó a trabajar como tornero.
La empresa fue pilotada con el tiempo por José Guibert Olaizola, casado con María Camino Azpíroz, con quien tuvo ocho hijos (siete hijas y un hijo). El acceso de la tercera generación estuvo representado por Miguel Guibert Azcue quien, aunque compartía apellido, no era familiar directo sino yerno de José Guibert, al estar casado con Carmen Guibert. Junto a él, dirigió la empresa su primo Agustín Guibert Vacas, hijo de Agustín Guibert Olaiozola.

Con José Miguel Guibert Guibert se incorporó la cuarta y última generación familiar. Hoy es consejero delegado de TGI y director general de las otras dos empresas que forman el grupo.
Mientras tanto, la actividad del negocio fue evolucionando hacia las piezas de recambio de automoción y, posteriormente, a los rodillos corrugadores para máquinas onduladoras de cartón, actividad introducida por Miguel Guibert, al comienzo con una licencia alemana. Con este producto se ha convertido en referencia mundial al ser el único fabricante en España, uno de los dos que existen en Europa y uno de los tres de EEUU.
Junto esta evolución, la empresa ha pasado por diferentes ubicaciones. Desde el Rincón de la Aduana al barrio de San Juan y a Padre Moret, para pasar después a la Avenida de Baja Navarra (denominada durante la etapa de la república como Avenida de Gabriel y Galán). En 1940 se trasladó a la calle Leyre, donde residía la familia. Al mismo tiempo, Victor Guibert tenía el Garaje Iruña entre la Padre Calatayud y Leyre. Al morir prematuramente, este negocio con sus representaciones se trasladó a la calle Gorriti y lo asumió José Ignacio Guibert, quien luego lo convertiría en Irusa. En 1966 Talleres Iruña pasó a Santa Engracia para trasladarse al polígono Agustinos en 2003.
En cuanto a la propiedad, fue en 2019 cuando entró en el capital de la compañía el grupo italiano Fosber, con sede en Lucca, donde fue fundada en 1978, y que a su vez es cliente de Tiruña. Fosber está dedicada al diseño, construcción e instalación de líneas completas para producción de embalajes de cartón corrugado y es propiedad del grupo chino Dongfang. Cuenta con más de 400 trabajadores y con una facturación de más de 200 millones de euros. Fosber mantiene el 70% del capital de TGI y el resto todavía está en manos de la familia Guibert. El cambio definitivo se producirá a principios del año que viene, cuando el grupo italiano se haga con la totalidad de la propiedad, tal como estaba previsto en los acuerdos firmados. Después de cien años, la empresa cambiará de manos y comenzará una nueva etapa marcada por el reto de sobrevivir otros cien.
Testigos de la evolución

José María Aguerri Lizoain (Pamplona, 5-4-1961) y Álvaro Sexmilo (Pamplona, 27-12-1959) son algunos de los 125 trabajadores que más tiempo llevan trabajando en Tiruña en Pamplona. El primero entró con 20 años, la mili hecha ya en Burgos y los estudios terminados en la escuela profesional de Virgen del Camino, donde estudió maestría industrial en calderería en chapa, “lo que había entonces”, recuerda. Ni en paro estuvo. Una entrevista de la que le avisaron en el centro de formación, seis meses a prueba y hasta hoy. 40 años han pasado desde que entró en la calle Santa Engracia. “He trabajado en la producción como operario soldando y a los cinco años pasé a jefe de grupo de calderería, con nueve personas bajo su mando”. La plantilla no ha aumentado tanto, ya que cuando entró la empresa contaba con 80 trabajadores, “pero el cambio de la empresa ha sido del 800%”. Ha asistido a la evolución de la empresa de los últimos años ha sido de testigo de su conversión en una “compañía del siglo XXI”.
Álvaro Sexmilo Ayesa recuerda exactamente el día que entró en la empresa hace 33 años, el 1 de septiembre de 1988, después de haber trabajado en varias sucursales durante tres años en Caja Navarra. Desde entonces, desde su trabajo en el departamento de contabilidad y financiero, ha visto cómo la empresa ha pasado del manos del abuelo a su nieto. “Lo más llamativo de la empresa es su solidez y sus reservas económicas, lo que le ha permitido en épocas de crisis seguir invirtiendo y salir más fuerte. El centenario es motivo de orgullo. No hay muchas empresas con 100 años de historia y con un producto tan especial como el nuestro”, explica.
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