Elena Erroba Esquíroz (Pamplona, 1975) tuvo desde muy pequeña ‘hambre’ de ciencia e investigación. Hija de enfermera y médico traumatólogo, el paciente, la enfermedad, el ayudar y el sanar han formado parte desde siempre de su día a día. Su infancia fue la de una niña feliz a la que le gustaba analizar en profundidad el mundo que le rodeaba. Cuenta que cuando llegó a la universidad no sabía si estudiar ciencias biológicas, investigación biomédica, o periodismo: “Llegar a la información o llevar el dato hasta su último resquicio es otra manera de investigar”, explica. Se terminó decantando por las ciencias. En los 15 años de trayectoria profesional que atesora su ritmo ha sido frenético y con un elevado nivel de responsabilidad. Inició su carrera en el ámbito de la investigación biomédica, “conociendo la esencia de cómo somos, funcionamos y los orígenes de la enfermedad”. Pero algo le decía que “no era una persona de laboratorio”. Mirando al futuro, imaginaba un día a día profesional más cercano a las personas y a la sociedad y decidió aprovechar sus conocimientos en biomedicina para aplicarlos al mundo empresarial aunque, reconoce, términos como EBITDA, ROI o KPIs y hasta el de cuenta de resultados eran entonces “auténtica ciencia ficción”. Tras cursar un MBA en Madrid trabajó en el ámbito de la consultoría estratégica en Biotecnología y fue directora de proyectos en la Asociación Española de Bioempresas (Asebio). Regresó a su tierra en 2011 para incorporarse al equipo de la biofarmacéutica 3P y acaba de recibir el premio a la directiva del año de la Asociación de Empresarias y Directivas de Navarra (Amedna).
Lo primero enhorabuena. Lo segundo, ¿cómo se encaja un reconocimiento así?
Sinceramente no me lo creía. No pensaba que con mi edad, tengo 40 años, se considerara mi candidatura. Muchas veces parece que la edad es un factor limitante, pero es cierto que en los 15 años de experiencia profesional que tengo el ritmo ha sido frenético y con un nivel de responsabilidad alto que creo que es lo que se ha valorado a la hora de concederme el premio.
¿Y sus padres? ¿Qué le dijeron?
Siendo los dos navarros, que reciba este premio como mujer directiva navarra ha sido para ellos un impacto y una alegría tremenda.
¿Sigue siendo necesario que existan reconocimientos para las mujeres?
Hemos avanzado mucho, pero creo que sí. Me he criado en una familia en la que he visto a la mujer, mi madre, trabajar desde el principio, desde que nos tuvo. Que yo haya heredado esa naturaleza hacia el trabajo es innato, pero creo que necesitamos reconocimiento para la mujer y, sobre todo, en puestos de responsabilidad o directivos. Seguimos siendo pocas las que nos metemos en esta aventura y podemos mantener el ritmo en este tipo de posiciones.
¿Por qué? ¿Falta de confianza?
Quizá haya parte de que nos falta creérnoslo y quizá haga falta, todavía, empujar a la mujer hacia ello en todas las facetas: en la profesional y en la personal. Vamos avanzando, pero nos lo tenemos que creer todos y todas un poquito más.
¿Se ha sentido discriminada en algún momento de su trayectoria?
Nunca. Diría que al contrario. En el mundo empresarial, la experiencia más intensa ha sido en estos últimos 10 años en 3P y ahí he tenido el apoyo claro y evidente de la dirección general. El equipo directivo que tenemos es de una calidad humana extraordinaria. Nunca me he sentido minusvalorada o menospreciada por ellos. Tampoco en los momentos complejos, problemas internos, de captación y retención de talento, que me han hecho dudar de mi valía y de mi capacidad para aguantar ciertos tirones.
¿Cuándo le empezó a interesar la biotecnología?
¡Creo que desde siempre! Desde muy pequeñita siempre he sido muy inquieta, muy analítica, muy científica de mentalidad y muy investigadora. Hubo un momento crucial, aunque pueda parecer antagónico, cuando llegué a la universidad: no sabía si hacer ciencias biológicas, investigación biomédica, o periodismo, que es otra manera de investigar. Llegar a la información, llevar el dato hasta su último resquicio. Dudé mucho. No tiene nada que ver una cosa con la otra pero al final me decanté por las ciencias. El hambre de ciencia e investigación siempre lo he tenido.
¡Y sin científicos en la familia!
Científicos como tal no, pero sí trabajadores del mundo de la salud. Mi padre es médico y mi madre es enfermera. Vengo del mundo de la salud. Desde la infancia tuve muy presente el paciente, la enfermedad, el ayudar, el sanar… Siempre han estado en mi día a día.
¿Logró saciar esa ‘hambre’ de investigación?
Sí. Primero estudiando Bioquímica en la Universidad de Navarra y luego haciendo un doctorado en el CIMA en la unidad de patología y terapia génica. Entonces vi que el mundo de la ciencia y la investigación había llegado a su fin.
¿Cómo supo que necesitaba un cambio?
Aunque ese mundo me apasionaba algo me decía que no era una persona de laboratorio ni me visualizaba inmersa en una historia de amor eterno entre células y PCRs.
Tenía ganas de entrar en contacto con el mundo real.
Eso es. El mundo empresarial siempre me había interesado. Decidí cortar con la trayectoria profesional investigadora y empecé a trabajar en el CIMA en gestión de proyectos. Ahí empecé a tocar la ciencia desde otro punto de vista. Enseguida ví que necesitaba formarme. En las facultades técnico científicas no nos enseñan habilidades de gestión, temas económico financieros, temas de marketing y comunicación…
¿Y qué hizo?
Decidí irme a Madrid y ahí cursé un MBA que me aportó un conocimiento muy importante para lo que soy hoy como profesional.
Allí trabajó en consultoría.
Sí. Fue un aprendizaje buenísimo. El mundo de la consultoría te permite ver el mundo de la empresa biofarmacéutica desde otro prisma. Compañías que te contactan porque necesitan un plan de negocio, un prototipado de un producto o que están buscando un nicho de trabajo determinado. Todo ese trabajo de investigación lo hacíamos en consultoría y me abrió mucho la mente. Mi momento álgido en Madrid estuvo en Asebio, la asociación de empresas biotech, donde fui directora de proyectos. La asociación aglutina a todo el sector biotecnológico nacional y ahí la perspectiva y la visión que tenía del sector era completa. Aprendí mucho de problemáticas de empresas, de tipologías de compañías, de necesidades de interlocución con la administración… Fue sin la mejor experiencia profesional que tuve en Madrid.
¿Cómo llega a 3P Biopharmaceuticals?
El CEO Dámaso Molero me llamó para hablarme de un proyecto recién gestado y único en España que buscaba ofrecer soluciones relacionadas con la fabricación de medicamentos biotecnológicos para todo el mundo.
¡Y todo desde Navarra!
Siendo navarra como soy qué mayor lujo para mi que poder volver a casa en una compañía que entonces ya era puntera.
¿Cómo fue su aterrizaje?
Cuando entré, en 2011, Dámaso buscaba definir el modelo de negocio de la compañía, un posicionamiento potente en el mercado internacional y buscar clientes. La visión de consultoría que traía más la experiencia en Asebio fue una catapulta clara para poder entender qué es 3P y cómo dar un diferencial.
¿Cuál fue su primera responsabilidad?
Llegué como técnico de desarrollo de negocio. Mis funciones eran ir a ferias, congresos, eventos, dar a conocer 3P y captar clientes. Enseguida vi que la compañía necesitaba definirse de alguna manera, definir su modelo de negocio y ahí fue donde pusimos el esfuerzo inicial. Sin modelo de negocio no hay concepto de compañía. Ese era el reto.
En 3P fabrican una nueva tipología de medicamentos, los biológicos. ¿Significa eso que no hay moléculas químicas en sus procesos?
La farmacia y la terapéutica tradicionalmente vienen de las moléculas de síntesis química cuya fabricación es más sencilla pero cuyos efectos terapéuticos son matizables. En la nueva tendencia en medicamentos, los biológicos, hablamos de proteínas, anticuerpos… Moléculas muy complejas que no se pueden fabricar por síntesis química, juntando átomos. Lo que hacemos es diseñar procesos de producción para esas nuevas moléculas, primero a muy pequeña escala y luego a escala industrial, con el propósito de mejorar la vida de miles de pacientes.
¿Qué tipo de patologías tratan?
Trabajamos para combatir el cáncer, las enfermedades hepáticas, cardiovasculares, enfermedades raras, enfermedades autoinmunes... El año que viene empezaremos a suministrar al mercado nuestro primer tratamiento oncológico directo para linfoma. Son palabras mayores. Poder contribuir a curar enfermedades es un aliciente muy potente para levantarse cada mañana.
Entonces, los medicamentos de 3P ya han llegado a la cama del hospital.
Históricamente 3P había captado clientes que estaban en una fase temprana de desarrollo de medicamento pero ahora tiene clientes que han superado toda esa fase preclínica y clínica en ensayos y ya están en el mercado suministrado medicamentos al paciente.
El crecimiento en personal en estos años ha sido exponencial.
¡Es que hemos multiplicado por cinco la plantilla! Éramos menos de 60 y ya somos 300.
Siguen en Noáin, ¿es el tamaño de la compañía un freno para seguir creciendo?
Tenemos que ir pensando en nuevas plantas, no sólo aquí que por supuesto sino fuera de España. 3P necesita ganar tamaño para competir codo con codo con las grandes. Ya competimos pero el factor tamaño nos limita un poco. Si conseguimos ganar tamaño orgánicamente aquí en 3P ampliando nuestras capacidades o, por qué no, adquiriendo otras compañías en España o fuera de España el valor añadido va a crecer exponencialmente. Estamos en ello.
¿La meta es llegar a Estados Unidos?
La meta es ganar tamaño y consolidarnos en el mercado europeo. Luego, a medio plazo, no sólo poner los ojos en EEUU sino hacer actividad proactiva allí. Es el número 1 mundial.
¿De qué se siente más orgullosa?
De haber puesto el nombre de 3P en el mapa internacional. Estamos en Noáin, en el polígono de Mocholí, y que hables con un inglés, un nórdico o un alemán y conozcan lo que es 3P vale mucho.
¿Dónde le haría especial ilusión poner la banderita en un futuro?
Que 3P llegue a estar en Boston con sede física será el siguiente nivel de sueño hecho realidad.
“La inteligencia emocional es clave para dirigir”
¿Cómo es la directiva del año?
Soy una persona inquieta por naturaleza, muy observadora, con mucha capacidad de trabajo, muy emocional, muy dedicada y comprometida con lo que hago y siempre preocupada por mi gente, por mis colaboradores… Por crecer yo y porque crezca mi equipo.
¿Qué es lo más importante a la hora de dirigir?
Creo que hay que tener conocimiento técnico y una experiencia trabajando en el día a día que te permita tomar la perspectiva de la dirección para poder mentorizar, apoyar y ayudar a tu equipo. La experiencia previa es importante y se necesita mucha mano izquierda. También, inteligencia emocional, algo fundamental para dirigir y no tiene porque ser femenina. La capacidad para gestionar personas, para motivar, para sacar lo mejor de ellas, para resolver conflictos basados en la empatía y el win win. Todo eso es inteligencia emocional.
El humanismo del que a veces nos olvidamos.
Efectivamente. Y el liderazgo basado en servicio. Parece que el líder es aquel que tiene que estar en un púlpito, pero todo lo contrario. Está para servir a su equipo.
Y sobre todo en los momentos difíciles.
Sin duda. El modelo de dirección que tenemos en 3P donde tenemos al menos 15 nacionalidades es muy cercano al colaborador. Estamos todos los días trabajando con conversaciones profesionales y personales de todo tipo para ayudar a la persona en su desarrollo completo, atendiendo sus necesidades personales y buscando siempre el mejor encaje. Es la única manera de sumar.
¿Ha llegado el momento de la biotecnología a Navarra?
Está llegando. Seguimos teniendo dificultad para captar talento, pero el Gobierno es conocedor de esta necesidad y nos ha escuchado con buen talante.
DNI
Elena Erroba Esquíroz nacida en Pamplona hace 40 años y con raíces obanesas es hija de la enfermera Merche Esquíroz Jauregui y el médico traumatólogo José María Erroba Larraya, recién jubilados. Tiene un hermano dos años más pequeño, José María Erroba Esquíroz, químico en Replasa y está casada con el exjugador de balonmano profesional Pablo Gamboa Gambra dedicado ahora a temas de logística en Nordex. Se considera “muy navarra y de su familia” y profesa especial amor por Obanos. “Todos los Esquíroz Jauregui son de allí”.