La aventura australiana de Iru, un ingeniero baztanés en Melbourne

Tenía la vida más o menos encauzada con un empleo en Nordex Spain-Energy Acciona Windpower, en la planta de Barásoain, con el que estaba contento porque trabajaba en aquello para lo que se había formado como ingeniero, en el departamento de calidad para uno de los mayores fabricantes de aerogeneradores del mundo. Pero esto no lo era todo. Una inquietud le empujaba desde dentro a buscar algo diferente. Así que hace cuatro años decidió irse a Australia, emulando a los baztaneses que en los siglos XIX y XX emigraron a América en pos de un futuro mejor. El elizondarra Xabier Iruretagoyena Irazoki, Xabi como le llaman en casa o Iru, para los amigos, marchó rumbo a la aventura a las antípodas, al mayor país de Oceanía. Con dificultades en el idioma y en busca de un trabajo que le satisficiera y sin doblar la rodilla, no tuvo inconveniente en emplearse como ayudante de cocina en un restaurante, almacenero en un centro de paquetería, recolector de fresas, manzanas, uvas y pimientos en granjas y tampoco dudó en dedicarse a trabajos de construcción (demolición, carpintería, pintura, obra civil, etc) o, incluso, montar paneles prefabricados para simuladores de zonas de combate para la ADF (Fuerza de Defensa de Australia por sus siglas en inglés). Desde hace un par de años trabaja para la empresa Hansen Yuncken como coordinador de proyectos. Es una de las 10 constructoras más grandes del país, fundada en 1918 y especializada en todo tipo de edificaciones: sedes administrativas, templos religiosos, culturales, educativos, logísticos (terminales de puertos, aeropuertos) y, también, viviendas. “Uno de sus proyectos insignia ha sido el museo Mona de Hobart (Tasmania)”, recuerda al paso de los años refiriéndose a la instalación promovida por el excéntrico David Walsh. La aventura de Iru, que hoy tiene 29 años, se inició a finales de 2018, al escuchar a su amigo, el lesakarra Javier Echeveste Zayas, su intención de viajar a Australia. “Como el que no arriesga no gana, me lancé a ello”, recuerda con lo que implicaba renunciar a su trabajo como ingeniero. “Era la apuesta menos arriesgada el hecho de ir con alguien y podría ver si lo de vivir en el extranjero era para mí o no”. Ambos compartieron casi seis meses de experiencia, aunque luego Echeveste marchó a Sidney e Iru eligió Melbourne. El de Elizondo recuerda que cuando ingresó en el mercado laboral, después de terminar la carrera, se dio cuenta de que el nivel intermedio de inglés no era suficiente para su futuro profesional. “Tuve un golpe de realidad, me di cuenta de que sin un buen inglés no conseguiría ir muy lejos. Ahí -añade- se planteó la idea de irme al extranjero”. A principios de 2019 Iru cambió su empleo en la zona media de Navarra y su Elizondo natal por Melbourne para buscar fortuna. “Me costó lo mío, pero encontré trabajo en un restaurante italiano. A medida que me sentía más seguro con el inglés y me afiancé en la ciudad, conseguí un empleo mejor como almacenero. Sin darme cuenta, se pasó el año y me tocaba regresar”. La vuelta fue en enero de 2020, esta vez con la visa work and holiday y dispuesto a retomar su carrera profesional como ingeniero. Pero se encontró con un mercado laboral saturado, las limitaciones de su visado y la llegada de la covid-19. “Decidí irme a un lugar con menos competencia (la isla de Tasmania) y con el poco dinero que me quedaba, y tras comprarme un coche de segunda mano, no tuve otra opción que trabajar en las granjas”. La pandemia cerró el país y durante un año y medio la situación no mejoró, algo que tampoco asustó a Iru, que no dejaba de enviar currículos mientras él seguía en faenas de recolector y en obras de construcción. Por fin llegó una entrevista de trabajo, en junio de 2021, en Rockhampton (Queensland) que supuso para el joven navarro “un soplo de aire fresco” después de tantas dificultades. Iruretagoyena fue contratado para la ADF, el equivalente al Ministerio de Defensa en Australia. “Tuvimos que fabricar 1.400 paneles prefabricados blindados para una simulación de un campo de combate”. Cuando estaba a punto de finalizar este proyecto el país decidió, por fin, abrir las fronteras y con ello llegaron muchas ofertas de empleo y así Iru pudo sacarse la espina y regresar a Melbourne, donde consiguió finalmente un trabajo para Hansen Yuncken, como coordinador de proyectos. “El puesto vendría a ser como un asesor para el jefe de obras, la aportación del punto de vista del ingeniero en diversos temas. Un coordinador tiene que asegurarse de que se cumplen las normativas y de que, tanto el diseño como la ejecución, se llevan a cabo correctamente y reciben el visto bueno de todas las partes comprometidas en el proceso: el cliente, el arquitecto, los ingenieros, las subcontratas, etc. Como en cualquier otro proyecto -añade Iruretagoyena- los límites se marcan por el tiempo, el presupuesto y los recursos. Lo que lo hace difícil son los continuos cambios de planes y coordinar a la cantidad de personal que participa en la ejecución. Tengo bajo mi supervisión subcontratas para los acabados y detalles finales como revestimientos, terminaciones de baños, suelos, rodapiés, marcos de puertas y ventanas, encimeras y, por último, los pintores.” A LOS CUERVOS NO LES GUSTAN LOS DRONES La construcción de la North Melbourne Primary School centra el trabajo de Iruretagoyena, una instalación destinada a niños de 5 a 8 años, dentro del programa de renovación de dotaciones escolares en el estado de Victoria, el segundo del país por población. Su jornada se inicia a las 7 de la mañana ante los obreros a quienes detalla los planes del día y a los que recuerda las medidas de seguridad y de salud. Así, hasta las cinco de la tarde cuando toca hacer la supervisión in situ, contestar correos, reunirse con miembros del equipo así como con clientes y subcontratas, solucionando todo tipo de imprevistos, algunos tan peculiares como los ataques de los cuervos al dron que dirige para la revisión de trabajos. La escuela se ajustará a modernos estándares de seguridad infantil y contará con 80 árboles y más de 3.000 plantas. “Aquí se hace mucho hincapié en las medidas contra incendios y la incorporación de elementos vegetales en los edificios. En España se da más relevancia a la eficiencia energética y al aislamiento. En Australia no se usa tanto el ladrillo y su empleo es en paneles prefabricados y modulares, que se montan como legos y te permite construir muy rápido y barato”. MADURAR Y APRENDER DE LA VIDA El sueño de Iru se ha ido cumpliendo después de cuatro años, con mucho esfuerzo, la ayuda del crossfit, la música y con algunas bellas puestas de un sol rojizo en zonas llanas del país. Prueba de ello es que el ingeniero navarro ha conseguido el visado permanente. Vive en un piso céntrico de Melbourne, cerca del Albert Park -escenario del circuito de fórmula 1-, con su novia Wendy Henry, de 30 años, procedente de Malasia, ingeniera de caminos y también coordinadora de proyectos para Hansen Yuncken. “Desde luego ha sido una gran aventura. Yo vine para madurar y aprender de la vida porque la universidad no te prepara para eso. Lo hice como una inversión a futuro, para estar más preparado ante lo que me podía venir encima. Y también para ver otras perspectivas de culturas y costumbres. He hecho lo que he querido, acarreado las consecuencias y aprendido de ello. Pero, sobre todo, me ha servido para entenderme más a mí mismo y demostrarme que puedor los retos que me surjan y eso me motiva a plantearme otros”. Tiene en mente la vuelta. No en vano, echa en falta las fiestas -"las del pueblo son inigualables"-, la gente y el estilo de vida de Navarra. Además, Wendy está aprendiendo español con rapidez. Y aunque no tiene claro si terminará instalándose en España, quiere acercarse más a la familia. Eso sí, tendrá que avisar de su llegada la próxima vez para no repetir el susto que dio a sus padres cuando Wendy y él se presentaron sin decir nada en Elizondo después de tres años de ausencia para celebrar las Navidades. Australia es un país muy restrictivo con la política migratoria y dispone de numerosos tipos de visado. Cada uno de ellos tiene sus limitaciones y plantea condiciones de estancia muy específicas. Los más comunes son los de estudiante, el de turista y el denominado work and holiday (trabajo y vacaciones). Xabier Iruretagoyena se acogió a la de estudiante en su primer año, lo que le obligaba a acudir a clase y le limitaba a no trabajar más de 20 horas semanales, amén de las limitaciones de movilidad en el país. El siguiente visado al que se acogió, la work and holiday, consentía los desplazamientos y no tenía restricciones laborales. El periodo de un año, en este documento, puede prorrogarse mediante el trabajo en granjas. En la actualidad, el ingeniero navarro dispone del visado permanente por un periodo de 5 años, para lo cual es preciso, entre otros requisitos, tener un buen nivel de inglés, menos de 45 años, trabajo y experiencia laboral contrastada y contar con un pasaporte válido. El siguiente peldaño, el de la nacionalidad, precisa de una prueba o examen de ciudadanía. “El sistema para atraer inmigrantes favorece a los candidatos más cualificados, con mejor inglés y más jóvenes, que son mucho más productivos para la economía del país”, reconoce el ingeniero navarro.

La aventura australiana de Iru, un ingeniero baztanés en Melbourne

Xabier Iruretagoyena Irazoki, elizondarra de 29 años, lleva desde 2019 en Australia y ha trabajado en todo tipo de oficios hasta llegar a coordinador de proyectos para la constructora Hansen Yuncken

Arrasate: "Paso a paso también se consiguen los objetivos"

Mendilibar: "Creo que hemos podido ganar"

Osasuna necesita comprar un arcoíris

Fotos del Osasuna - Sevilla de la jornada 6

Mara Mariño: "Puedes ser feminista, tener novio y maquillarte"