Una pamplonesa, entre jóvenes en una ONG de Finlandia

Finlandia está considerado el país más feliz del mundo, pero no todo es perfecto. Personas que no llegan a fin de mes, soledad, jóvenes a los que les cuesta socializar... Y el que da recibe el doble. Eso ha experimentado la joven pamplonesa Leyre Fernández González, que vive en Helsinki y trabaja en una ONG. 'Viviendo para otros' es su lema. Cuando Leyre Fernández terminó el grado de Diseño en la Universidad de Navarra, tenía previsto buscar trabajo en Madrid, pero una oferta de trabajo se le cruzó en el camino. International Youth Cooperation, ONG creada hace 30 años en Madrid, necesitaba una persona para su delegación en Finlandia. “Hice la entrevista y me pareció que podía ser una gran oportunidad. El trabajo en sí no era como diseñadora, pero podía aplicar muchas cosas aprendidas en la universidad en el diseño de servicios. Además, siempre he tenido interés por el voluntariado”, explica. Fernández fue voluntaria en la residencia Siervas de María de Burlada durante 2 años. También ha ayudado en el colegio especial El Molino y pasó un verano en el Líbano. Leyre Fernández ha sido contratada en el marco del proyecto europeo European Solidarity Corps, para promover los valores de solidaridad y respeto a los derechos humanos entre la juventud. En un primer momento, esta joven pamplonesa se planteó qué podía aportar a Finlandia, considerado el país más feliz del mundo y con unos niveles envidiables de bienestar. “Pero aquí descubres que hay muchas personas que se sienten solas y que aunque tengan muchas cosas materiales, necesitan también sentirse útiles y tener vínculos sociales. Es importante acompañar, escuchar, compartir el tiempo, ese bien tan preciado”, relata. Leyre llegó en agosto a Helsinki. “Me sorprendió el buen tiempo. Al parecer la ola de calor también les afectó”, comenta. Vive en Silta Klubi, una residencia de estudiantes. ”Me pareció que era mejor para conocer a gente nueva y hacer planes”. En la ONG trabajan tres personas. Desarrollan proyectos en colaboración con universidades y colegios. “Hemos organizado recogidas de alimentos para entregar a familias desfavorecidas. Muchos estudiantes de intercambio se han implicado organizando los productos y llevándolos a los domicilios. También hemos puesto en práctica un proyecto de música para ayudar a la juventud a expresarse, con talleres de composición y conciertos, por ejemplo, en residencias de mayores”, señala. En verano YIC llevó a cabo una recogida de fondos para ayudar a las víctimas del conflicto en Ucrania y ahora preparan otra colecta para las víctimas del terremoto de Turquía. “Hace dos semanas se nos averió el coche que utilizamos para el reparto de alimentos y otras actividades. Es un imprevisto que nos ha afectado mucho ya que la mayoría de voluntarios son estudiantes sin coche. Estamos recaudando donativos para poder comprar otro vehículo. Todo aquel que lo desee, en nuestra web tenemos las diferentes opciones para hacer un ingreso”, añade. Esta pamplonesa está contenta con la experiencia. “Enriquece mucho el contraste de culturas. En la ONG hay otra española, de Andalucía, que le ha costado un poco más acostumbrarse al clima. En invierno cada dos o tres días nieva. Pero nos dicen que este invierno está siendo más suave. Por las mañanas hay siete grados bajo, cuando lo normal es -15”. Finlandia tiene mucha naturaleza y cada cambio de estación es espectacular, expresa. Desde finales de octubre hasta diciembre se vive casi a oscuras. A las tres es noche cerrada. “Ya me avisaron que estos días grises afectan al estado de ánimo, que hay que ahorrar fuerzas para no llegar agotada al final de la jornada. En invierno es distinto. Es como redescubrir una ciudad nueva. Hay mucha luz con todos los paisajes nevados”. Buena parte de la gente se mueve con esquís y los lagos se convierten en pistas naturales de patinaje. “Yo todavía no me he animado. Es mi asignatura pendiente”, comenta. Debido al clima, la vida en Helsinki se hace en interiores. Hay muchas actividades culturales, museos, exposiciones… Leyre y sus amigos suelen ir con frecuencia a un pintoresco café en el parque Sibelius, el Regatta, junto al mar. “Es una cabaña de madera, con una hoguera en el exterior para calentarse. Se puede degustar el mokkapalat, un bollo típico, con chocolate caliente”, relata. También está disfrutando mucho del diseño de estilo nórdico. “Su arquitectura, el interiorismo, la moda y referentes internacionales como Alvar Aalto”, cita.

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