Un año de Gobierno Pokémon en Navarra

El Gobierno de Navarra que preside Uxue Barkos ya ha soplado sobre la tarta de su primer cumpleaños. Lo hizo cargado de pasión, bonitas palabras y excelentes deseos en un acto publicitario en el Museo de Navarra para celebrar un año de “Gobierno del cambio”. Un acto que evidencia la honda grieta que separa la realidad de las declaraciones de este Ejecutivo Pokémon. Es decir, de un Gobierno que parece no distinguir entre el mundo real y el virtual, el plano de las preocupaciones de la mayoría de la sociedad y las imaginadas por sus deseos. Da la impresión de que el liderazgo político se ejerciera practicando este juego de masas, el fenómeno del verano, en el que la realidad y el mundo virtual se fusionan hasta parecer una misma cosa a través de la pantalla del móvil. Pero claro, la mezcla, la confusión, resulta divertida y muy adictiva cuando hablamos de ocio, pero resulta letal en el mundo político. Gobernar es resolver problemas y no ver monstruos, para dedicarse a cazarlos, donde en realidad no los hay. Sobre todo porque supone gastar las energías en balde. PULSIÓN IDENTITARIA Sólo así se entiende el auto complaciente balance del Gobierno. La pulsión identitaria se ha adueñado en este año de la agenda del Gobierno sobrepasando por goleada a la agenda social. El alma nacionalista del Ejecutivo es la que ha convertido el PAI, el modelo de enseñanza en inglés, en un enorme problema donde no lo había y ha provocado la airada reacción social. Igual que el torpe intento de hacer que el 71% de las plazas ofertadas para maestros en Educación fueran en euskera. O la machacona insistencia en llevar la ikurriña al balcón de las instituciones. Y es que el “cambio” parecía que lo iba a resolver todo. Pero hemos descubierto que este Ejecutivo es tan mortal como sus predecesores. Es decir, que se le abren crisis de gestión (Bomberos); que los funcionarios se quejan igual que antes porque no terminan de cobrar la extra; que los colectivos sociales exigen más recursos; que los problemas de la Sanidad, con sus interminables listas de espera, siguen ahí. Los retos de siempre. Igual que, en lo positivo, cuando se reduce la pobreza en Navarra, tampoco conviene patrimonializarlo en primera persona, como acostumbra la presidenta Barkos. El proceso se inició ya en 2014, antes de atisbarse el cambio de Gobierno. La disminución de la pobreza es una gran noticia que se debe, sobre todo, a la mejora de la economía y el empleo, que es la mejor política social, además de que también, seguro, tiene que ver con la mejora de la renta básica que, esa sí, es responsabilidad del Ejecutivo. PREOCUPANTE ECONOMÍA Como todo Gobierno, el del cuatripartito se ha acostumbrado ya a leer en positivo todo lo que toque a Navarra y su economía. Donde antes iba todo fatal, porque gobernaban otros, ahora va fenomenal porque lo hacemos nosotros. Pero el mundo no funciona así. La economía se mueve con ciclos que superan, con mucho, la voluntad o el deseo de los gobiernos. Navarra crece, por supuesto, como toda la economía española, que se encuentra en una fase de mejoría tras la crisis. Faltaría más. El debate no es ese. El meollo del asunto es saber si Navarra se encuentra ahora en el pelotón de cabeza, como hasta ahora y como durante muchos años, o si ya no es así. Y a la hora de leer los datos, hay síntomas muy preocupantes que apuntan a la segunda opción. Las cifras reflejan una economía navarra que pierde fuelle dentro de la tendencia general de recuperación del resto del país. Si el número de parados ha caído un 9% en el conjunto de España en un año, en Navarra ha bajado un 6,4%. Si los trabajadores afiliados a la Seguridad Social han crecido en España un 3% en el último año, en Navarra lo han hecho un 2,5%. Por no hablar de los datos de la EPA, que entonces sí es para echarse a temblar porque señalan que la nuestra es la única comunidad donde no se ha creado empleo en todo un año, aunque es verdad que se contradicen con otras cifras. En cualquier caso, la velocidad de crucero de la recuperación va mucho más lenta en Navarra que en el conjunto del país. Esa es la preocupante realidad que debería hacer reflexionar seriamente al Ejecutivo al hacer el balance de su primer año. Porque, en este terreno, la iniciativa política más relevante del Gobierno ha sido la subida de impuestos, del IRPF, Sociedades y Patrimonio, mientras en el resto de España bajaban. Un doble movimiento que ha convertido a Navarra en un territorio con algunos de los tipos impositivos más altos de España. Una realidad especialmente visible para el patrimonio de los pequeños empresarios, esos que crean el empleo por el que todos apostamos. Que Volkswagen Navarra decida una inversión millonaria para un segundo modelo en Landaben es una excelente noticia culminada bajo este Gobierno, cierto, tras varios años de trabajo que vienen de atrás. Pero eso no basta. Generar un clima propicio para el empleo exige , como mínimo, no fustigar fiscalmente a las pequeñas empresas familiares que son las que crean el 80% de los puestos de trabajo. Y vamos justo por el camino opuesto.

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