Sobre calles, un poeta y un despropósito

Hay anécdotas que son símbolos de algo mucho más relevante. Por ejemplo, la polémica abierta por el informe de un experto para el ayuntamiento de Sabadell que abogaba por retirar el nombre del poeta Antonio Machado a una plaza de la localidad por “antinacionalista”. Ha provocado tal oleada de estupefacción e indignación que el alcalde se ha apresurado a señalar que no piensa hacerle caso. Pero hay mucha historia detrás. Machado y Cataluña Según detallaba el periódico La Vanguardia, el autor del informe encargado por el ayuntamiento de Sabadell incluye al poeta en el apartado dedicado a “Personajes hostiles a la lengua, cultura y nación catalana”. Ahí es nada. Y no se corta a la hora de adjetivar a Machado. Lo llama “anticatalanista” y “antinacionalista” y sostiene que su obra “es una exaltación de Castilla como núcleo y esencia del Estado español, la cual cosa incluye una idea excluyente de la diversidad y que se visualiza de forma inequívoca en sus artículos”. Vaya, que escribir “Campos de Castilla” es poco menos que un delito en la Cataluña de las CUP. Por si fuera poco, el censor-historiador apuntilla que Machado tiene una visión “demasiado anclada en los tópicos del jacobinismo hispánico”. El Joan Manuel Serrat que puso música al “Caminante no hay camino” de Machado debe estar todavía frotándose los ojos. Y es que el despropósito de estas afirmaciones solo encaja en una sociedad empeñada en el revisionismo inquisitorial de su pasado. Ese es un peligro muy extendido cuando hablamos del nombre de las calles. Pero existen otros. También convendría percatarse de lo mal que envejecen las denominaciones que rozan la vida pública o política. Y es que darles vueltas a los nombres es una manía generalizada. También nuestra. De la Plaza del Castillo a la Baja Navarra Hoy parece imposible pensar en la Plaza del Castillo de Pamplona, “alma y núcleo de la vida de la ciudad” como la describe Juan José Martinena y pensar en otra denominación para ella. Pero las ha tenido. A comienzos del siglo XIX fue la Plaza de la Constitución. De 1820 a 1823 y desde 1836 en adelante explica con detalle José Joaquín Arazuri en “Pamplona, calles y barrios” . En los años en que España abolió la monarquía fue también la plaza de la República, en 1873 y de 1931 a 1936. Por no hablar de la avenida de la Baja Navarra, que debe tener un récord de cambios, fruto de los avatares políticos y de la historia. Cinco en poco más de cincuenta años. Arazuri rememora que fue la avenida de Francia en 1923, pasó a ser avenida de Alfonso XII en 1927, avenida de Galán y García Hernández en 1931 (dos republicanos levantados en Jaca el año anterior), avenida del General Franco en 1936 y avenida de la Baja Navarra desde 1979. Si tenía todo el sentido limpiar el callejero de las exaltaciones del franquismo con la llegada de la democracia, suena más extraño que todavía estemos con ello más de 40 años después. Hay ejemplos radicales para evitar este mal envejecer de algunas calles. El ejemplo más universal es el de Manhattan, en Nueva York, que bautiza la mayoría de sus calles con números. Las avenidas van de la 1 a la 12 y las calles de la 1 a la 212. Y todos tan contentos. Resulta, eso sí, excesivamente frío y racionalista para el gusto hispano. De los Fueros a Induráin En Navarra, lo que nos va la historia propia, la geografía y los personajes locales. Normal. Ahí está la Plaza de los Fueros presente en media Navarra. Los nombres de las calles sirven para aprender y fijar en la memoria historia, personajes y lugares. Aunque a muchos nos suene más el nombre de la calle que los méritos del titular. El barrio de San Juan en Pamplona se construyó recogiendo las vírgenes y los monasterios de Navarra, en el de Iturrama se colocó en el callejero a los pintores, en San Jorge a los doctores más ilustres, mientras para buscar los ríos uno tienen que ubicarse en la Milagrosa. Somos muy localistas. No encontraremos a gentes de la cultura española o internacional en Pamplona salvo un par de músicos en la Milagrosa. Así que a Machado a nadie se le ocurrirá quitarle la calle porque no la tiene. Sí le recuerdan en otros 740 municipios españoles, incluidos varios navarros como Rifaborada, San Adrián o Fitero por citar algunos. Menos mal que los demás no siguen la misma política. Y que las docenas de calles dedicadas al pentaganador del Tour, Miguel Induráin, siguen vivas en media España.

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