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OPINIÓN

Lecciones detrás del éxito eólico en Navarra

EL sector eólico navarro vivió esta semana una jornada organizada por Enercluster dedicada a mirarse a los ojos y analizar los retos que le esperan. Una jornada con un protagonista muy especial, el pionero de la eólica en Navarra, Esteban Morrás Sesma, creador de la empresa EHN, que volvió a la escena pública con una “clase magistral”. El cálido aplauso con que fue acogido en Baluarte revelaba ya que su alejamiento voluntario de los focos no le ha hecho perder un ápice de su liderazgo y que sigue siendo la referencia viva del sector. Así que el hombre que vislumbró el futuro de la energía eólica antes que nadie se dispuso a sintetizar como Navarra ha sido capaz de crear un sector productivo nuevo y puntero en su economía en el último cuarto de siglo. Un sector que ha partido de cero y que hoy sin embargo, alberga a empresas líderes en el mundo (Siemens-Gamesa, Acciona, Nordex-Acciona, Ingeteam), a múltiples proveedores,y un centro de investigación (CENER) capaces de exportar tecnología y productos a cualquier continente. De Australia a Emiratos Árabes Unidos pasando por EEUU o México.

¿Como se construye una historia de éxito así? Esteban Morrás ofreció las pistas. La primera, apostar en serio y de forma sostenida. Sólo la perseverancia es capaz de lograr el éxito en un proyecto de esta magnitud . Y en la Comunidad foral el despegue eólico se acompañó del desarrollo de un sector industrial capaz de sostenerlo, que es lo que nos ha quedado y hoy permite vivir directamente a la friolera de unos 13.000 trabajadores. Porque cuando Navarra dejó de instalar parques en su territorio hace mucho tiempo (hoy se ha vuelto a reabrir), la industria se esforzó en buscar nuevos mercados en el resto de España. Y cuando fue España la que cerró en seco su mercado a causa de la crisis y el cerrojazo regulatorio, la industria eólica aprendió a sobrevivir buscando mercados en todo el mundo. Hasta hoy.

Otra de las claves del éxito eólico expuesta en Baluarte habla de la necesidad de ambición. Morrás señaló como se trataba de generar todo un nuevo modelo energético (David contra el Goliat del petróleo, señaló gráficamente) y las cifras de la primera apuesta navarra por la eólica asustaban a los líderes mundiales de esta industria. Pero se hicieron realidad. Y citó además una tercera clave, la existencia de un amplio consenso social que asumió el desafío como propio. En el caso de las renovables, la aceptación social fue evidente desde el primer momento, lo que sumó también apoyos en todo el arco político, y no solo los del partido gobernante (UPN en ese momento). Con esas mimbres y mucho entusiasmo se trazó el surco de la eólica en Navarra. Un sector que es una de las patas fundamentales sobre las que se apoya hoy la mesa de la industria navarra junto a la automoción o el sector agroalimentario.

Comprender las razones del éxito permite entender el pasado, pero no asegura el futuro. Así que Navarra tiene hoy, sobre todo, el reto de replicar nuevas apuestas que aseguren el mañana. Morrás, que lidera hoy una firma de nanotecnología (Das Nano), aventuró el camino del coche eléctrico y el coche autónomo. ¿Un sueño? Quizás. Pero también lo era cuando empezó todo con una pequeña empresa (EHN) y un parque eólico de seis molinos levantado en la sierra de El Perdón a la vista de toda Pamplona. Era el mes de diciembre de 1994.
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