Una semana movida, movida

Ponemos fin a una semana movida. Y no es una forma de hablar. No. Es literal. La semana en que ha temblado el suelo de media Navarra no hay nadie capaz de arrebatarle el protagonismo al “enjambre sísmico” (vaya término tan plástico y evocador) que vivimos estas semanas. Incluso la covid ha dejado por unas horas el protagonismo a los seísmos en las conversaciones. Lo peor es que da la sensación de que el “enjambre sísmico” se ha apoderado de la sociedad navarra en sus conjunto en estas semanas. Dos tsunamis con una tregua en medio. Vivimos con la esperanza, claro, de que la tierra calle pronto, que bastantes desasosiegos tenemos. La segunda ola de la pandemia se nos ha echado encima antes incluso de lo previsto, dejando el verano como una pura tregua entre dos tsunamis sanitarios. Bien es cierto que el primero fue de un estallido rapidísimo y muy letal y el segundo está siendo más gradual y menos mortífero. Pero es muy intenso y constante en su ascenso desde hace ya muchas semanas. Navarra presenta una de las tasas de incidencia más altas de España, tenemos ya cuatro poblaciones cerradas en la Ribera Alta para evitar la propagación del virus (Peralta, Funes, Falces y San Adrián) y las cifras se vuelven muy alarmantes en algunos barrios de Pamplona (San Jorge y la Milagrosa) y en el conjunto de la Comarca. Estamos en zona de peligro. Y dicen los expertos que viviendo las semanas clave para saber si podemos controlar esta ola. No hay más que leer con detalle, en las páginas de este mismo periódico, la reveladora entrevista a Alfredo Martínez Larrea, el gerente del Complejo Hospitalario, que retrata sin tapujos el panorama sanitario. El rebote de la economía y el empleo. A su vez, la crisis económica generada por el confinamiento, que esa también fue fulminante, vive su segunda etapa, pero con un ritmo muy distinto a la pandemia. La enfermedad rebrota, mientras la actividad económica rebota. Que es muy distinto. Lo hace de forma irregular, a ritmos muy desiguales en unos sectores que en otros, pero rebota. El mejor indicador es del empleo. En el mes de septiembre se han generado 2.055 nuevos empleos en Navarra (afiliados a la Seguridad Social). Buena noticia, pero no para echar las campanas al vuelo. Porque si tomamos perspectiva, lo cierto es que todavía estamos lejos de recuperar el punto de partida. Seguimos teniendo 2.200 empleos menos de los que existían en la Comunidad foral a comienzos de año, antes de que la pandemia hiciera volar por los aires todas las certezas y las previsiones. El “amortiguador” de los ERTE. Claro que, en la economía, igual que en el ámbito sanitario, la crisis ha venido para quedarse mucho más tiempo del previsto inicialmente. Si la pandemia va por olas, la crisis económica también. Mientras la industria (en especial agroalimentaria y automovilística) recupera pulso; la hostelería, el comercio o el ocio y el turismo no levantan cabeza. Y siendo conscientes de que los ERTE han “amortiguado” en esta crisis el batacazo en el empleo que se produjo en la anterior. Es una diferencia sustancial que se traduce en una mucha menor destrucción de empleo en estos meses. Además, Navarra es la comunidad que mayor porcentaje de trabajadores en ERTE ha sacado ya de esta situación. El 88% del total. A pesar de todo, quedan todavía unas 6.000 personas. El acuerdo para prolongarlos hasta enero les ofrece un respiro. Pero hace falta ahora que el clima económico mejore para entonces. Porque la amenaza es que algunos de ellos se conviertan en “empleo zombie”, es decir, puestos de trabajo insostenibles que están vivos artificialmente. El contagio del clima político envenenado. Y en el frente político llega el momento de construir los Presupuestos de Navarra para 2021. Y se atisba que el debate político comienza a contagiarse del clima envenenado de Madrid. Es lo único que nos faltaba. El Gobierno de María Chivite habla de buscar apoyos amplios y luego, en la práctica, vuela los puentes con la oposición de Navarra Suma. El bronco debate de esta semana en el Parlamento a costa de las medidas contra la covid no tiene ningún agarradero y es un ejemplo perfecto de lo que la clase política centrada debiera evitarnos. Hace falta reducir la tensión y pensar en los ciudadanos. No podemos permitirnos otra cosa. Necesitamos además consenso para aprovechar los fondos europeos para proyectos de futuro. Y justo ahora se tensiona la política como no lo ha estado en estos últimos meses. El más interesado en que las diferencias no supongan una ruptura completa debiera ser quien ostenta el Gobierno foral. ¿Lo tienen claro?

Una semana movida, movida

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