Bildu y la jaula del PSN

Un triunfo para Bildu, un tiro en el pie para el PSN y un fracaso para la Navarra que apuesta por crear grandes mayorías centradas. Ese podría ser el balance del nuevo acuerdo de Presupuestos entre PSN y Bildu conocido ayer a la extraña hora del desayuno de un sábado y justo horas después de la visita del presidente Sánchez a la Comunidad foral. Había otra opción, y ni por esas. El PSN muestra de nuevo que Navarra funciona como la avanzadilla en la estrategia política de Pedro Sánchez. Y que ambos, el PSOE de Sánchez y el PSN de Chivite, coinciden plenamente en su apuesta. Lo dos escoran sin sonrojo los Presupuestos de 2021, los de la pandemia, buscando el apoyo de la izquierda abertzale radical, la de Bildu. Normalizarlo como interlocutor político, a pesar de su pasado, es algo que ya hizo en Navarra el PSN con la investidura y los primeros presupuestos de Chivite. Y ahora perseveran en la misma senda para dejarlo meridianamente claro. Con una diferencia. No era la “única” opción del Gobierno foral. Existía otra en el año de la covid y se la ofrecía en bandeja el centro-derecha de Navarra Suma con una abstención sin condiciones, salvo la de no pactar con Bildu. Las razones de un rechazo. ¿Por qué rechaza Chivite la oferta de NA+ siendo tan fácil decir que sí? Primero, porque así se alinea sin fisuras con la estrategia nacional de Pedro Sánchez. La oposición diría incluso que se puede tratar de una exigencia del PSOE nacional para contentar a Bildu. Y segundo, por la inercia a la que le obligan sus actuales socios. Todos, Podemos y Geroa Bai, no conciben otra cosa que la vía de Bildu, la misma que gobernó Navarra la anterior legislatura con Uxue Barkos al frente. Claro que Chivite y el PSN, cuando se colocan así, en una esquina del tablero, pierden centralidad política, ese gran espacio sociológico que da y quita triunfos en las elecciones. Porque su escoramiento continuo reduce su capacidad de atraer votos en sus caladeros históricos. Chivite pierde también autonomía (lo que en este caso equivale a un liderazgo propio) y se ata a la estrategia de Sánchez frente a la de los “barones” socialistas con voz independiente como los de Aragón, Extremadura o Castilla-La Mancha. A la vista está que no ha querido salir de la jaula donde ella misma se encerró al apostar por Geroa Bai y Podemos, con el concurso de Bildu, para construir el Gobierno en Navarra. Rentabilidad práctica para Bildu. El gran vencedor político del acuerdo es Bildu. Se consolida como el interlocutor prioritario del Ejecutivo y, sobre todo, siembra para el día de mañana. Porque es obvio que no engaña a nadie sobre sus intenciones últimas. Pero en las 14 páginas concretas del pacto no hay cargas de profundidad políticas, más allá de que suponga priorizar descaradamente las peticiones de obras de 14 ayuntamientos concretos sobre todos los demás. Y todos, claro, están en manos de Bildu, que riega así de millones sus feudos políticos y rentabiliza el pacto. Nada que no hayan hecho todos los partidos en sus pactos presupuestarios, eso es cierto. Peajes con consecuencias. El peaje a Bildu no es sólo de ética-política, que, por supuesto, también lo es. Abre además una peligrosa vía de cesiones ideológicas con consecuencias prácticas. En la economía y las empresas, seguro. Ya ocurrió la anterior legislatura, cuando el cuatripartito nacionalista aceptó por cesión a Bildu que las empresas familiares estuvieran muy castigadas fiscalmente. Un tema que tuvo que esperar a la llegada al poder del PSN para arreglarse con el apoyo de Geroa Bai y gracias a la abstención clave de Navarra Suma. Bildu ha puesto ahora encima de la mesa toda una batería de nuevos impuestos y subidas fiscales. En la mayoría, el PSN ha frenado, por ahora, ese primer golpe y sólo se ha comprometido a estudiarlos. Pero habrá que ver la realidad dentro de unos meses. Y para muestra, un botón. Bildu impulsa en estos momentos en el Parlamento una ley para “castigar” a las empresas que deslocalicen sus plantas de Navarra. Dicho así, parece que nadie puede decir que no. Pero la realidad es bastante más complicada. La normativa actual ya hace que las empresas que no cumplan sus compromisos deban devolver las ayudas públicas. Gamesa, de hecho, ya tiene un expediente abierto por el cierre de la planta de Aoiz. Eso es de sentido común. Por eso, crear ahora toda una ley sobre este debate lo único que va a generar es dificultar sobremanera la atracción de nuevas inversiones. Bildu se empeña en construir un entorno “hostil” donde el que viene a invertir, para empezar, es sospechoso. Y así no hay quien genere un ecosistema favorable a la inversión y el empleo, objetivo necesario hoy más que nunca. PSN y Geroa Bai discuten estos días los detalles de la norma con objeto de limarla todo lo posible, porque es obvio que les asustan sus consecuencias. Ver como termina esta contienda nos va a dar pistas de lo que está por venir.

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