"En cuanto al minizoo, está claro que la Taconera ha tenido siempre un exceso de animales, en especial gallináceas"
El Ayuntamiento de Pamplona ha discutido en el pleno qué hacer con el mini zoo instalado hace años en la Taconera -seguramente desde los tiempos de Muez-. Se dirá que es un asunto menor, pero todo tiene su importancia y es mejor que en el pleno hablen de patos que insistir, como ha hecho un grupo municipal, en no retirar un vídeo en el que compara a una concejal de Navarra Suma con Hitler, enorme y ofensivo despiste, solo sea porque quien se enfrentó a Hitler desde el primer momento fue un político conservador, Churchill, mientras Stalin pactaba con él. Parece que el estilo Hasel ha llegado a la política para quedarse. En cuanto al minizoo, está claro que la Taconera ha tenido siempre un exceso de animales, en especial gallináceas. Era como un arca de Noé avícola, como un corral dejado de la mano de Dios, como un campo sin depredadores, lo que no lleva sino a la superpoblación y la ruina. Es cierto que hace años la colonia de aves disminuyó, desaparecieron los pavos y sus grandes colas y griterío, y los ciervos fueron a menos, pero la vista de ese foso atestado no tiene sentido. Es como una cárcel de oro, quizás una imagen del mundo del futuro, donde daremos vueltas felices y bien alimentados. Mejor mirar hacia los grandes cedros del Líbano, que extienden sus ramas como en un paisaje japonés y dan al parque un perfil glorioso. Todos los grupos, lo que no es muy habitual, están de acuerdo en la reducción de individuos del foso, pero todos han coincidido en que ésta debe ser de forma natural, es decir, que ninguno quiere eliminar a los animales sobrantes, qué sería lo suyo, pero que resultaría políticamente incorrecto. Nada enternece más en este mundo que un animal que sufre, como si el dolor de los hombres lo diéramos ya por imposible. Además, quién propusiera acabar con los bichos sería acusado de ser un Hitler con las gallinas y concitaría la ira de los animalistas, que son el futuro. Mejor dejar que el tiempo haga su trabajo. Todo esto ha ocurrido el día que se aprobaba la ley de eutanasia, que consagra el derecho a morir. El hombre es el único animal que sabe lo que es la muerte y que a veces la prefiere a la misma vida.
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