De la caza y las setas a la guerra y la crisis

EL otoño es siempre tiempo gastronómico de caza y setas. Pero el que tenemos delante es un otoño de guerra y de crisis económica. Es la pura realidad, aunque a veces se nos olvide, queramos dejarla atrás o nos de pereza afrontarla. Los aprietos de las tropas rusas en la Ucrania invadida han elevado las amenazas de Putin hasta una escala no vista, con la mención al empleo de armas nucleares. Y la guerra en Europa genera una enorme ola expansiva (crisis energética) que amenaza la vida económica y social de todo el continente y nos deja instalados en un duro día a día. Tiempo de Presupuestos. Otoño también es, en la vida política, el tiempo de los Presupuestos, el documento que plasma en cifras las prioridades del Gobierno. Pero además, estamos ante un año electoral, con la cita de los comicios forales y municipales en mayo y las elecciones generales a finales de 2023 (salvo cambio de planes de Pedro Sánchez, por supuesto). En momentos de crisis, los Gobiernos siempre tiran de optimismo para no amargar a los votantes. Pero si coinciden crisis y año electoral, el presupuesto suele rivalizar en imaginación con un cuento de hadas de los de Christian Andersen. El Estado acaba de presentar el suyo, cargado de compromisos que elevan el gasto a techos históricos y sin tener muy claro como pagarlos todos, más allá de subidas de impuestos “a los ricos”, que ni son tantos ni pueden tapar el agujero; el endeudamiento (70.000 millones); los fondos europeos o la subida de las cotizaciones sociales que pagan empresas y trabajadores. Previsiones vuelta al aire. Y todo teniendo en cuenta que se cumplan las previsiones de crecimiento de la economía, ahora a la baja, porque de ellas depende que se cree empleo, que se puedan pagar los impuestos y que el Estado los recaude finalmente. Así que las cifras importan. Sánchez habla de un 2,1% de crecimiento en España para el año que viene y, sin embargo, el Banco de España le acaba de enmendar la plana y lo ha dejado en un 1,4%, que no es lo mismo. Acotar que en el caso de Navarra, la cifra adelantada por el Gobierno foral (que se elabora técnicamente desde Hacienda) era ya del 1,4% hace más de un mes. Es decir, que Navarra ha sido mucho más realista en este punto de partida. La inversión del Estado en Navarra. En los presupuestos del Estado figuran las inversiones a realizar en Navarra, igual que en el resto de las comunidades. Se prevén para el año que viene 104 millones en inversiones, un 35% más. La comunidad donde más crece. Pero es un dato con mil matices. Para empezar, que Navarra es la comunidad con menor gasto en inversiones del Estado por habitante. Eso, en principio, no debía extrañar puesto que Navarra gestiona sus propios ingresos y por tanto sus inversiones. Pero claro, lo mismo ocurre en el País Vasco, y sin embargo allí su inversión por habitante es bastante mayor. ¿Les suena ahora para que le sirve al PNV el apoyo a los presupuestos? Y lo segundo es que las cifras hay que tomarlas con pinzas. Una cosa es lo previsto y otra cosa muy distinta lo que se ejecuta en realidad cada año. En cualquier caso, la mayor inversión es la del TAV, 62 millones, una obra interminable que no está muy claro que avance al ritmo deseado. ¿Y en Navarra? Aquí el Presupuestos y los cambios fiscales que vienen están ultimándose todavía en los despachos. Estamos a la espera de conocer los que tengan en la cabeza el tripartito foral más Bildu, el socio necesario del Ejecutivo y el que suele atizar siempre con subidas fiscales. De momento, ya sabemos que en la “guerra fiscal” por las bajadas de impuestos (también de los barones del PSOE), Chivite no va a entrar. Lo señaló con claridad en el desayuno de DN Management ante profesionales, empresarios y políticos. Es más, avanzó la necesidad de hacer pedagogía de para qué sirven los impuestos, como si el debate planteado fuera el de eliminarlos. No. Es cierto que hay que saber lo que cuestan los servicios públicos para apreciar lo que suponen. Y que la mayoría cree que aporta más de lo que recibe, lo cual no es cierto en muchos casos. Pero el debate va también por otros derroteros. Hablamos de la necesidad de tener un sistema fiscal que atraiga riqueza y empresas en Navarra y la exigencia de gestionar con eficacia y austeridad el montante del gasto público. Más no es siempre mejor.

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