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"El ahorrador medio, ante la perspectiva de no superar ni de lejos a la inflación, pregunta en su banco por cómo puede conseguir una mayor rentabilidad"

Avatar del Carlos Medrano Carlos Medrano03/11/2022
El ahorro ha sido muy castigado desde la crisis de 2008. Lleva todo ese tiempo sin ser remunerarlo suficientemente y eso es peligroso. El esfuerzo de no consumir hoy y guardar para mañana debe estar fomentado porque del ahorro de unos vienen los préstamos para la inversión de otros. Pero en esta era de exuberancia financiera (tipos de interés en el 0%) muchos de esos préstamos se han concedido a inversiones que no lo merecían, y ahora que baja la marea se verá quién nadaba sin bañador. La inversión es el catalizador del crecimiento económico, por mucho que lo obvien esos políticos que abogan por subir los impuestos al ahorro. Por otro lado, el ahorrador medio ante la perspectiva de no superar ni de lejos a la ladrona silenciosa (la inflación) pregunta en su banco por cómo puede conseguir una mayor rentabilidad. Y claro, el financiero puede ofrecerle, por ejemplo, deuda británica al 4%. Y ya empezamos a tener dudas, ¿saldrá la libra bien parada después de la calamitosa Liz Truss? O, ¿les pasará como en el 1992 cuando el tiburón financiero George Soros cargó contra la libra y forzó su devaluación? Conste que los tiburones atacan a la presa más débil. Si la libra hubiera estado fuerte Soros se habría arruinado. Probablemente usted mismo le habrá preguntado a su banquero si no puede darle una inversión que supere a la inflación para no perder poder adquisitivo. Y claro, se encontrará con preguntas del tipo: ¿Qué tal le parecen esas obligaciones que pagan el 12% de aquella empresa que tuvo muchos problemas, pero hoy tiene un plan para sanearse? ¿Y ese fondo que invierte en un país emergente del tercer mundo con una rentabilidad esperada del 15%?
La brevedad de Liz Truss en el cargo ha batido récords. Algunos políticos echan la culpa al neoliberalismo. Nada más lejos de la realidad. Liz Truss propuso una gran rebaja de impuestos, junto con un enorme incremento del gasto público en una nación hiper endeudada. Esta política supone bajar impuestos hoy para pagarlos mañana, a cuenta de un futuro crecimiento económico en el que nadie cree. Los mercados (que somos usted y yo, entre otros millones de ahorradores) han huido de la libra a la velocidad del rayo. Bajar los impuestos y subir el gasto no es liberalismo, es keynesianismo puro. En una economía que no crece desde hace años estas políticas son suicidas. Las cuentas no salen, o, mejor dicho, las cuentas abocan a la quiebra del estado inglés y como consecuencia la devaluación brutal de la libra.
La UE lleva empantanada unos cuantos años. Ahora dándole vueltas a la invasión de Ucrania, y a esa millonada de planes con los que nos van a regar (dinero que saldrá de su bolsillo mañana, no lo olvide), y sujetando todo lo que puede al Banco Central Europeo para que no suba los tipos de interés (cosa que algunos pedimos el año pasado) y se encarezcan las deudas públicas nacionales. Y discuten también sobre si debemos seguir con el “buenrollismo” ecologista o echarnos en brazos de la energía nuclear, etc. El Parlamento europeo se parece cada vez más al quilombo del Senado Galáctico de la Guerra de las Galaxias. Y claro, el euro por los suelos.
Mientras tanto en España tenemos a los políticos en plena campaña electoral para la primavera que viene. Los gobiernos usando las recaudaciones récord gracias a la inflación (no olvidemos que son los grandes beneficiados) para aplicar medidas que les vayan a dar votos. La oposición tratando de señalar que es un despilfarro electoralista en el inicio de la nueva crisis. Y el ciudadano que no se entera, o no quiere enterarse, de la sequía financiera sobrevenida, pero ve cómo los precios de la cesta de la compra se disparan, la energía es un artículo de lujo, los Estados se quedan la parte del león, la economía se para y las huelgas crecen como setas en este otoño caribeño que estamos viviendo y no sigo para no deprimir a nadie.
Termino con una cita del inversor André Kostolany porque yo no sabría explicarlo mejor : “La calidad de una divisa es la calidad de la dirección de las finanzas estatales y la calidad de la dirección de la economía global de un pueblo. Ambas cosas, a su vez, dependen de las virtudes y los vicios de todos los ciudadanos de un país”. Y proseguía: “No es la cobertura oro la que protege la moneda a largo plazo, sino que el dinero fluye al país con las mejores divisas y abandona aquellas naciones cuando las virtudes desaparecen y los vicios se imponen”.
Carlos Medrano Sola Economista en www.eximiaconsultores.com
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