El perro me recibió como si regresara de la Guerra de los Cien Años
El otro día tuve la mala idea de cruzar la Plaza del Sol, Preciados y la Gran Vía. Día de rebajas. Decidí no evitar a las hordas de compradores compulsivos. Me dije, relájate y disfruta. Coloqué los audífonos del teléfono, seleccioné una lista de reproducción de The Who, y mentalmente filmé un videoclip. Como nadie en aquel ansioso mobiliario humano iba a reparar en mí me puse a cantar Won´t Get Fooled Again a viva voz. Como uno loco más. Sorteé turistas, jóvenes norteamericanos; familias de hispanos ataviados como si visitaran Vladivostok; árabes ricos con sus mujeres reducidas a dos ojos que miraban por la ranura del niqab; una pareja de sijs con turbantes rojos y barbas en punta. Entre las luces azules de un coche patrulla, estaban los mendigos: un hombre que pedía limosna arrodillado junto a la FNAC, con la barbilla en el suelo y el culo en pompa; un músico callejero armado con un acordeón; un tipo del Este que gritó sin que nadie se fijara en él: barba de color harina sucia, rostro de odre viejo. Y mientras en mis oídos Pete Townshend giraba el brazo para arremeter uno de sus riffs, sorteé un puesto de señores dispuestos a explicarme el verdadero sentido de la Biblia; y a un grupo de chicos cuya sonrisa beatífica no tenía más propósito que meterme la mano en el bolsillo por una buena causa, qué sé yo, los animales, la lucha contra el cambio climático, las aldeas africanas… Me crucé con manteros, altos como jugadores de baloncesto, mientras la voz de Roger Daltrey cantaba “Voy a quitarme el sombrero cuando llegue la nueva constitución, haré una reverencia a la nueva revolución, sonríe al cambio que te rodea…” Dejé atrás la Gran Vía, donde muchos cines han sido sustituidos por tiendas de moda. Alcancé la costa, apagué la música y abrí la puerta de casa. El perro me recibió como si regresara de la Guerra de los Cien Años. El mundo, le dije a Sancho, es un espectáculo, pero qué bien se está al margen de él, si es que aún es posible preparar la cena y dormir sin pesos.