"Por un gran partido nacional"

Aunque el voto es secreto no tengo inconveniente en decir que en las últimas elecciones tanto generales, como forales y municipales, voté a las candidaturas de Navarra Suma. Por eso, consideré que apoyar la reforma laboral –que ha demostrado su inoperancia– impulsada por la comunista Yolanda Díaz, con la bendición de Pedro Sánchez, era apartarse de la razón de ser de la coalición formada por UPN, Ciudadanos y el PP. No había ninguna razón de Estado que aconsejara liberar a Sánchez de la presión antidemocrática e inconstitucional de sus socios. Al menos nadie lo explicó a los votantes de Navarra Suma. Por eso me pareció muy bien la postura de los diputados García Adanero y Sayas. Y aunque no estoy en los entresijos de la política madrileña, pensar que todo lo ocurrido fue una confabulación para abrir las puertas del PP a los diputados “díscolos” –y lo digo entre comillas– me parece delirante. Por aquellos días hice un llamamiento a la unidad, que pasaba por condenar a las penas del infierno a los dos parlamentarios que habían votado en conciencia. Mi llamamiento cayó en saco roto. Por otra parte, si se hubiera producido la “devolución” de sus escaños, los beneficiarios hubieran sido el PP y Ciudadanos cuyos candidatos iban de número 3 y 4 respectivamente en la candidatura de la suma. En la Transición padecimos un caso de disidencia en un asunto de enorme transcendencia. Hubo un diputado navarro de UCD, el partido liderado por Adolfo Suárez, que sorprendió a toda la Cámara al abstenerse en la votación final de la Constitución de 1978. No advirtió a nadie y además había votado en la Comisión Constitucional a favor de todo cuanto afectaba a Navarra. Cuando los órganos correspondientes decidieron la apertura de un expediente disciplinario, el diputado se dio de baja y se pasó al grupo mixto. No arremetimos contra él. Discrepamos, eso sí, de los argumentos con los que justificó su actuación. Decir que la Constitución no era aceptable desde el punto de vista foral y nos abocaba indefectiblemente a Euskadi no era objetivamente cierto. Prueba de ello son los 40 años de vigencia del Amejoramiento del Fuero y que al día de hoy Navarra sigue siendo Navarra. Hay otra cosa a tener en cuenta. No fue el PP el rompedor de Navarra Suma. Al parecer en el partido regionalista hicieron números y llegaron a la conclusión de que por separado se obtendrían más escaños porque UPN podría atraer a antiguos votantes del PSOE mientras el PP tendría su caladero de votos en los potenciales partidarios de Vox. Pero los números podrían hacerse de otro modo. Según las encuestas, el PP liderado por Núñez Feijóo ya ha atraído a cerca de 800.000 votantes socialistas descontentos con Pedro Sánchez por plegarse a los dislates del sector neocomunista de su gobierno y aliarse con quienes no ocultan su objetivo de destruir la unidad de España. ¿Por qué en Navarra ese trasvase no podría tener como beneficiario el PP? Los “populares” están en su derecho al ofrecer a los electores navarros una alternativa ilusionante, renovadora y atractiva donde no se pregunta de dónde vienes sino a dónde vas. Nadie tiene el monopolio de la navarridad y, por tanto, de la vocación española de nuestra tierra. También es lícito pensar que la pertenencia a un gran partido nacional multiplica la eficacia de nuestros representantes. Eso ocurrió en la Transición con UCD y ahí está como prueba el Amejoramiento. La estrecha vinculación con el PP, durante los gobiernos de Aznar y Rajoy, permitió obtener grandes logros para Navarra. En suma, ojalá yendo por separados se configure una mayoría capaz de gobernar sin depender de partidos cuyas políticas nos conducen a una mayor desigualdad, a un empeoramiento del sector público y a un notable retroceso de nuestro estado de bienestar social.

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